lunes, noviembre 26, 2007

19 Julio 2007, La Habana

La semana pasada, leí un artículo de Maruja Torres en El País -ella, desde 1989, es una de las santas de mi particular santoral- y pensé en nuestro país, la otrora Venezuela. Su título, “Tragar o no”

“Algunos asuntos no cambian nunca. Mudan de barba, se adornan con hallazgos tecnológicos, tratan de convencernos de que, con la aparición de nuevas apariencias, desapareció su sentido u objetivo. Pero con IPod o sin IPod, con WiMax o con Wi-Fi, con blog o con wiki, a 2 megas o a 70 megas, lo que importa sigue siendo lo mismo. A los veinte, a los cuarenta, a los sesenta años. Aceptar sin crítica. Pasar por uvas. Tragar.

Decir "sí" o decir "no".

Dejarse machacar o intentar resistir.

Es algo que tarde o temprano se presenta siempre en la vida de una persona, no importa la época por la que le haya tocado traisitar. Y que persiste en asomar de tanto en tanto. A quien acepta el pacto a la primera suele hacérsele más sencillo aceptar lo que sigue. Quien se niega tiene que arrostrar las consecuencias y prepararse para la siguiente escaramuza. Hay gente sumamente heroica que defiende sus principios en las más difíciles condiciones; y muchos que no se lo pueden permitir, pero que se las apañan para apoyar a quienes podrían conseguirlo. Los hay que señalan de antemano a quienes adivinan como rebeldes potenciales: son los ojeadores de mansos.”

“-Bienvenida al mundo real. Éste es el rostro que aparecerá ante ti en determinados momentos del futuro. El rostro de quienes te querrán someter de una manera u otra, por una razón u otra. Los mediocres que cortan el tallo de las rosas más altas, los desgastadores de codos que detestan tu forma iconoclasta de trabajar, los simples envidiosos y, por encima de todo, el Sistema, que expulsa a los diferentes y aprieta filas en torno a los mediocres.

-Eso es horrible.

-No, si lo sabes y abres en tu interior una parcela infranqueable en la que te prepares para la lucha.

Le dije que casi siempre ganan los otros, pero que son los resistentes, fracasados o no, los que mejoran el mundo.

Con pixels o sin pixels. Así de crudo.”

Fin de la cita.

Dentro de una semana nos jugamos el futuro, así de simple, así de sencillo. Mucho hemos charlado sobre la situación de nuestro país, pero a la final no vamos a votar. Es más fácil esperar viendo la tele –por cable y si de ser posible con un whisky en la mano- que hacer cola y defender nuestro derecho. Señores el futuro lo tenemos en nuestras manos, luego será muy tarde para opinar, decir y, quizás, hasta soñar.

Yo lo digo públicamente, votaré NO, un NO inmenso, un NO con toda mi oposición a tanta locura, a tanto “yo soy arrecho y quatriboleao”, a tanto hedonismo barato, a tanta ranchificación cerebral vulgar y hasta poco estético -Verdad Emperatriz-. Señores lo hago por mi familia, por mis amigos, por toda esa gente valiosa que se quedó en el camino luchando por un posible. En definitiva, lo hago por mí, por todo lo que creo y sé que puede ser una verdad inmensa.



Todo lo mejor para Ustedes y a votar, según sus conciencias.

Ello se les agradece.


PS: Si deseas leer el artículo de Maruja, allí te va el link.

http://www.lacoctelera.com/reggio/post/2007/11/18/tragar-o-no-maruja-torres-el-paaas-semanal

PS1: La foto. La tomé el 19 de julio, de este año, en Cuba. Muchas cosas pueden derivar de la imagen, pero por mí parte, sobran los comentarios.

domingo, noviembre 11, 2007


Desde que anuncié mi “sincericidio” me he dado cuenta que no existe algo peor que la misma palabra. He buscado tiempo, de dónde no tengo, para leer cualquier cantidad de noticias, libros, artículos, textos, resúmenes, anuarios… Para ver y/o escuchar un sin número de videos, fotos, archivos de radio y musicales…, redactando, releyendo lo escrito, editando, volver a redactar, borrar, desechar, volver los pasos andados, volver a las fuentes, llamar para verificar y volver a verificar. Cotejar recuerdos, constatar historias, teléfono va correo, e-mails, vienen…

Qué agobio!

Algo de historia.

Cuando estudiaba en la católica, en el siluriano superior de mi vida, mi tesis versaba sobre la evolución de Caracas, como ciudad, durante el siglo XX. Una concienzuda revisión de la capital de mi país desde el punto de vista político, económico, social y sus necesarias variaciones. El tema era, es y será ambicioso, tan ambicioso como cuando se tienen 20 años y muchos sueños por realizar. Tuve la suerte, mientras buscaba documentación, en conocer a personas maravillosas que de una u otra forma contribuyeron, para bien o para mal, a formar parte de la vida caraqueña. Al entrar a ciertas bibliotecas encontré tesoros, preguntas sin respuestas, retratos borrados, montones de cintas TDK rotas, Betamax sin aparatos, U-matic, cintas de super ocho. Largas charlas con Áureo Yépez Castillo mientras él, trasfigurado en su particular mezcla entre Descartes y Sócrates, me llenaba de preguntas, para que yo buscara las respuestas. Se lo agradezco maestro.

Existen, lamentablemente, muchas cosas en la vida las cuales uno tiene que renunciar. La tesis fue una de ellas. Y vuelve la frase de Mónica Montañés: “Uno debe arrepentirse de las cosas que no se hicieron en la vida”, toda una loza enorme y pesada.

Volviendo a mi “sincericidio”, me he sentido perdido, son tantos cabos sueltos, tanto que analizar, releer, interpretar, tantas opiniones encontradas, muchas verdades, muchas mentiras, muchas historias que cambian historias que he vivido en primera persona y nada ni nadie puede cambiar, ni deberían. Y una sola pregunta por responder: Dónde esta mí verdad?

En menos de 10 años, me han cambiado la constitución, la bandera, el escudo, dentro de poco el signo monetario, cerraron RCTV –con todo lo que ello conlleva-, la gente se ha polarizado…, todo se ha convertido en un cisma pesado y constante.

Cisma.

La primera vez, que tuve una vaga idea de lo que era un cisma, fue en la casa de mis abuelos maternos. Tiempo después comprendería lo pesado de dicha palabra. Corrían los últimos días el año 1967 y Luis Beltrán Prieto Figueroa se había separado de las filas de Acción Democrática, montando tienda aparte, El MEP, Movimiento Electoral del Pueblo, terror de todos los terrores. “Cómo se le ocurre al orejón ese semejante cosa...”, vociferaba mi abuelo, en plena cena, sin ocultar su mal humor, presidiendo la mesa. “Él tiene razón...” se escuchó de un lado de la mesa. Pausa a la película y silencio de cubiertos. Creo que una bellísima América Alonso se quedó muda en la tele, a blanco y negro, o era Amado Pernía, que sudando tinta, no encontraba su famoso bolígrafo en su Observador Creole. “Tiene razón, lo de Gonzalo Barrios no tiene nombre, no debería haber otro candidato que Luis Beltrán y yo voy a votar por él”. La que hablaba era, nada más y nada menos, mi mamá.

En un segundo el mantel desapareció sobre la mesa, llevando tras de sí platos, cubiertos, copas, medio asado que volaron dejando un reguero variopinto por medio comedor. Al final un par de profundos ojos pardos, furibundo, con la mirada fija en su hija.

“En ésta casa…, hoy no se cena”. Se escuchó lentamente la voz de trueno de mi abuelo. Su hija, la mayor, se le ocurría irse con el orejón. Ella la que fue reina del partido. Ella la ahora recién viuda de una prominente promesa del partido…, la que tiene un hijo de pocos años, Ella debería pensar en él, en su hijo. Ella la que trabajaba con Doña Menca, Ella se atreve a decirme a mí que no va a seguir la línea del partido…

No hubo más que decir ni comentar, mi abuelo se encerró en su indignación, y el silencio se instalo en la casa por más de una semana.

Cisma.

Eso es lo que he visto y sentido en mi último viaje a Venezuela.

Envuelto entre tanto recuerdo inconexo, con tanta palabra mal dicha, con cada historia prêt a porte se me ocurrió llamar a mi amadísima Emperatriz China y preguntarle sobre su opinión, sus sabias palabras. Y habló, y cómo habló. Le pedí que lo escribiera y lo escribió, y yo lo transcribo -me va a matar y asumo el riesgo-. Luz en el tunel, maná del cielo, pues luego de su escrito no tengo otra cosa que agregar ni comentar.

"¿Cómo lograr la felicidad en una mina? Con música ruidosa y asincopada, alcohol, putas, travestis, estupefacientes y el azar.

¿Cómo se demuestra el éxito en una mina? Con música ruidosa y asincopada, alcohol, putas, travestis, estupefacientes y el azar.

¿Qué normas funcionan en una mina? Las naturales. En las minas sólo funciona la Ley del más fuerte, la bravuconada, el mandonismo, el tirón en la bragueta y la puñalada artera son sus variantes.

¿Y los recuerdos? En la mina no hay memoria, todos traicionan y se traicionan y no hay cosa más difícil que perdonarse.

¿Y el amor? En las minas el verdadero amor se esconde para que no lo llamen estúpido y le pongan precio con i.v.a.

Las minas son terreno fértil para el ejercicio del dominio; de allí lo orgásmico que puede resultar la aprobación del dominante, por eso las mineras se empeñan tanto en remontar el río, en una camilla de quirófano, por un par de nuevas tetas.

En las minas se convive con la muerte ¿Será por eso que los centro comerciales el peregrinaje es infinito después de una buena arenga dominical?.

Los mineros consumen viagra porque no creen en sí mismos. En la mina, que vivo, su consumo es el mayor de América Latina.

En las minas cualquier hora es buena para el disfrute por eso es un desperdicio ser puntual.

No se puede ser ecologista en una mina por que serás tachado de subversivo o de maricón.

Los héroes son el castigo de los mineros, los mineros al no tener identidad buscan asemejarse a alguien y sus héroes, fatalmente, nunca podrán ser emulados; se vuelven irreales como los de los comics, por eso cualquier cosa que les suene a héroe nacional los hace irremisiblemente obedientes en nombre de esa heroicidad. Bendito sea el que sepa usar en su beneficio al héroe de una mina. "

Todo lo mejor para Ustedes.

NOTA: A mi grupo 11N, aquellos que hace un año iluminaron la noche, me regalaron sus sonrisas, sus besos, sus abrazos. Mi eterno agradecimiento, pues cuando se mira clarito las distancias no existen.