viernes, diciembre 21, 2018

"Termina diciembre, otra vuelta del trompo del tiempo"

Así se inicia una de las más hermosas canciones de Henry Martínez, cosa nada rara, pues cada una de sus canciones tiene un dejo maravilloso y algún día debemos cobrarle por usar nuestros sentimientos y dejarlos pasmados, en rimas y melodías, mostrarnos esos espejos que se convierten sus obras.

“Termina diciembre…”

Y volvemos a hacer un repaso de estos 365 días que hemos vivido, es esa particular montaña rusa que es la vida, en aquel “Subida, bajada y brinco” como decía el poeta. El tiempo pasa rápido, nos lleva en su torbellino y lo que pensamos que fue ayer resulta que han pasado, mínimo, tres meses, o más.

“Parece que fue ayer” que estrenábamos año con su montones de deseos, promesas, sueños, proyectos, planes. Algunos se han cumplido, los muchos otros se vuelven a colocar en la misma lista de deseos para el año 2019, en ello no somos nada originales.

El 2018 se lleva, entre sus manos, tantas cosas y nos deja otras tantas. Algunos de nuestros compañeros de viaje tuvieron el mal gusto en marcharse de nuestra fiesta, sin aviso ni protesto, dejando una estela de variopintos sentimientos. Otros, afortunadamente, llegan estrenando mirada, pasos con todo lo que ello significa.

Desde hace un tiempo decidí disfrutar cada día y descubrir el maravillo prodigio que es vivirlo, aceptar que la vida juega a los dados, que te presenta oropeles, tinglados, escenografía varias y que en cuanto menos lo esperas se vuelven espejismos, humo y uno quiere que les devuelvan la entrada.

También es cierto que ella está llena de prodigios, de miradas cálidas, de sonrisas increíbles, de gente de verdad, de personas que te abren un mundo inmenso de inmensa verdad, que te hace sentir glorioso y que el tintineo de unas copas es mejor que estar quejándose por la lluvia sin paraguas.

El 2018 me deja con mi bolsa llena de parabienes, con mi ración de lágrimas completa, con mis manos cansadas de tanto aplaudir pues hasta en las caídas uno debe esperar el levantón y es entonces cuando la ovación es necesaria. Es saber que mis amigos estrenan carcajadas, que después de tanto demonio corriendo por las venas la mirada se hace limpia y degustamos, como nunca, el vuelo de un ave, del silencio de un abuelo, de los dulces de una abuela, de la curiosidad de un niño pequeño y disfrutar de los tercos que saben que siempre hay una nueva oportunidad.

La vida es un puñado de signos de puntuación. Con sus comas, sus puntos suspensivos -tengo la costumbre colocar una coma después de los puntos suspensivos y mis amigas estrenan temblor en los labios-, con sus puntos y aparte, con sus dos puntos, con sus puntos terribles finales y mis preferidos, los punto pelota que amigos pintan una margarita.


Hoy es 21 de diciembre y por aquí se inicia Solsticio de Invierno. Para los antiguos hechiceros es un momento mágico en que por un instante todo lo que se pida puede darse, puede ofrecerse. En 1979, en un colegio tipo Hogwarts de columnas verdes, un ser maravilloso me enseño que mi nombre tiene las mágicas letras de DAR y me jodió la vida -es contigo José Luis- y supe que un cordón de plata me une a mis amigos. Con ellos les aprendo, les comprendo, les conozco, les entiendo, les justifico. De ellos aprendo, con ellos me reinvento, con ellos me conozco -tiene el terrible defecto de andar por la vida con espejos y pasa lo que pasa cuando de sopetón me veo en ellos-, con ellos me entiendo y hasta me justifico. Parte del encanto, supongo.

Volvamos, si no me pierdo, 21 de diciembre, día mágico donde el sol inicia a conquistar las sombras, donde el desear se hace ley. Pues, a desear.

Para el 2019 podría desearles mucho, desde salud a lo que ustedes quieran. Pero solo les deseo una cosa envuelta en otras tantas. Vivir. Vivir con sus cimas y simas, vivir con sus lágrimas y sus carcajadas, vivir con sus bailes y pisadas, con todo y sus experiencias. Vivir con sus glorias y sus derrotas. Les deseo vivir con letras inmensas, con la copa llena de brillitos nuevos en la mirada, Miradas para estrenar, en besos, en cosquillas y en los maravillosas abrazos que dan mis locas amigas –Yo, esos abrazos los disfruto como nadie-. Les deseo cerrar heridas, olvidar facturas, estrenar ganas, atreverse a dar el primer paso…

Yo me deseo sólo tenerles. Es un espectáculo saberles saberles en mi vida.

Qué el Dios de mis abuelos les bendiga, todo lo mejor y gracias por perfumarme la vida.