domingo, noviembre 22, 2020

La vida y sus cosas...

Tengo la gran suerte en tener amigos que me hacen realidad mis sueños aun no soñados. Amigos que me regalan sus mejores carcajadas, los que me dicen: “Hola Dieguito”, me subliman y me hace ver que la vida es maravillosa.

 

Hoy, 21 de noviembre, de hace un año que sin beberlo, sin buscarlo y ni soñarlo mostraba algunas de mis fotografías en una exposición de fotos bajo el manto de los 500 años de la fundación de La Habana y en la casa Simón Bolívar.

 

Todo comenzó un año antes, el 09 de febrero del 2018, donde un proyecto personal de mi amiga Linda D’Ambrosio que junto Kodiak Agüero, Renzo Pineda me diseñaron una exposición en Madrid con el nombre de “Son de La Habana”. También tuvo, en la distancia, una participación Alexis Trujillo desde Venezuela. Ellos todos junto con Fermín Valladares, y arropado por mis amigos de Madrid, me regalaron miles de brillos nuevos en mis ojos.

 

Pensé que todo quedaba allí y mi eterna gratitud.

 

Pero…

 

Un día, en La Habana, casi un año después, le comenté a Ileana Ríos sobre esa exposición y ella me dijo: “Puedo ver el material” y se lo dejé como quién muestra, pero con mucho pudor, sus medallas. Luego, y desde una distancia de unos 8000 kilómetros, ella me dice: “Éste material está buenísimo para los 500 años de La Habana, estarías interesado en mostrarlo” y con cara de asombro, sabiendo que era una quimera le respondí, casi sin pensar, un “sí, por qué no?” y un pelota para mí.

 

Al volver a La Habana, dos meses después, y con absoluto asombro de mi parte, ya tenía productora, una increíble Niurka Avilés, y una curadora de cuento, Sandra García. Mi aporte, el cual tuve claro desde el principio, era el nombre “Doña Coqueta”, así era como yo llamaba a Carmen Victoria Pérez que antes tuvo el mal gusto de irse, unos meses antes, dejándome huérfano de sus carcajadas.

 


Luego, de forma casi mágica, llegaron al proyecto aportando su sapiencia Duvier Del Dago, Gabriel Caballero y hasta una Mayra Licea que le hice recorrer, el día de la exposición, media Habana con un machete en la mano.

 

La lista de gente amiga es enorme: Ramsés, Julio, Carlos, Mario, Yani, Rey, Yasiel, todo el personal de la Casa Simón Bolívar en la presencia de su director Álvaro Verdes -su cara a la hora de cortar la cinta, fue, para mí, un regalo de la vida-, la gente de Biky que hicieron el instante como de ellos. Gracias mil a todos mis amigos músicos, actores, cantantes, productores que siempre están allí.

 

Lo dicho, tengo amigos que hacen realidad los sueños que no he soñado. Ellos los fabrican, los construyen, los preparan, los hacen realidad.

 

Aquel día leí un texto que comenzaba así: “Algo bonito. La vida, no es nada, sin algo bonito”. Y lo certifico.

 

Y concluí:

 

“Agradecimientos. Todos. Y si he de nombrar a una persona. Esa eres tu Maruja. En ti se concentra todo lo bello y hermoso que hay en La Habana. Si se hace una encuesta entre los presentes, podría asegurar que todos te conocen o conocen a alguien que te conoce. Tú eres “Mi sonrisa de La Habana” y en ti les doy las gracias a todos mis amigos. Mis locos maravillosos. Gracias por estar, ser y existir, gracias por perfumarnos la vida.”