lunes, agosto 16, 2021

No one has ever loved me...

Para aquellos que nacimos como en otro mundo, que a los cinco años nos despertábamos escuchando a Los Indios Tabajaras cantando “Por qué Eres Así”, por Radio Rumbos o Radio América. Nos tomamos prematuramente nuestra dosis espesa de Libertad Lamarque, Javier Solis, Elio Roca, los Cinco Latinos, Los Panchos, Marco Antonio Muñiz, Chucho Avellanet, José Luis Rodríguez, Ivo, Estelita del Llano, María Teresa Chacín, Magdalena Sánchez, Alfredo Sadel de camino al colegio. Los que hemos reescrito todas las canciones de Armando Manzanero, pasamos, dejando el alma, en un tango, suspiramos con una bossa nova, bailamos con la Celia y su “Dile a tu nuevo querer”, con el Willy Colón borramos el parquet con su “Amor verdadero” y tomamos como nuestras todas las canciones de José Alfredo Jiménez, César Portillo de la Luz, Agustín Lara, y hasta nos quedamos afónicos con las de Juan Gabriel -aunque lo neguemos- nos es difícil no conectarnos con canciones que nos mueva las vísceras. Ya el ser venezolano, ese extraño cóctel patrio del melodrama, nos hace especialmente especiales en materia emocional, nuestra Lupita Ferrer interna la tenemos muy bien aceitada y hasta algunos tenemos el componente genético del moqueo fácil a la primera nota de la escala cromática. Detalle aparte son las canciones de nuestro autores y cantantes patrios, eso es un tema largo y complejo pues los artistas patrios, de cualquier disciplina, son así de largos y complejos.

 

Como muchas cosas que suceden cuando uno menos lo espera, encontré, hace algunos años, un documental, vía youtube, sobre aquellas 6 canciones en la carrera, como creador, de Stephen Sondheim. Sin saberlo había admirado a ese compositor desde que tengo uso de razón, él fue el letrista de West Side Story que junto con la estupenda música de Leonard Berstein nos regalaron, entre tantas otras, las increíbles “María”, “Tonight”, “Somewhere”. Por cierto, tengo hambre en descubrir qué giro le da Steven Spielberg, a la historia de Maria y Tony, en su nueva película. Me toca esperar, no me queda otra.

 

A medida que me estoy poniendo más viejo, cada tanto tiempo regreso al mundo sonoro de Sondheim y vuelvo a sonreír pues no solo su mundo sonoro es soberbio, sus canciones son nada fáciles -desde el punto de vista técnico, de estructura y vocal, uno debe tener los pulmones de un elefante para salir de ellas sobreviviendo- pero, además, te suelta el propio bofetón imprevisto dejándote sin dientes, llorando por los rincones y robándote todos tus suspiros. Masoquismo puro y duro, de ese que te hace crecer y creer en la gente.

 

El increíble mundo de la producción de Stephen Sondheim, lleno de una soberbia ironía, va desde la acre “Could I Leave You?” o mi himno de vida “I'm Still Here” del musical Follies de 1971. Están "Another Hundred People”, “The Ladies Who Lunch” , “Getting Married Today” o la misma "Being Alive" del musical Company de 1970. Hasta la canción “Sooner or Later”, de la película “Dick Tracy”, de 1990, con la que Madonna ganó el Oscar a la mejor canción original, le pertenece a Stephen Sondheim. Todas sus canciones son tan vigentes como si hubiera sido escrita ayer o hace unas horas.

 

Desde anoche una canción de Sondheim está dando vueltas en mi mente, pertenece a un raro bocadillo llamado Passion, un extraño musical estrenado en 1994 más cercano a una ópera italiana, a lo Puccini o del mismo Verdi, que a un musical al uso. Entre sus canciones hay una mínima aria al final del 2do. acto, que la interpreta Giorgio frente a Fosca. “No one has ever loved me”

 

No one has ever loved me

As deeply as you

No one has truly loved me

As you have

Love without reason

Love without mercy

Love without pride or shame

Love unconcerned

With being returned

No wisdom, no judgement, no caution, no blame

 

No one has ever known me

As clearly as you

No one has ever shown me

that love allows everything

Not pretty or safe or easy

But more than I ever knew

Love within reason

That isn't love

And I've learned that from you...

 

Cuando uno ama, o cree amar, descubre que eso es justo lo que quiere decir, y es lo que descubrimos cuando se mira a los ojos de quien uno dice amar. Hoy 16 de agosto de 2021 cumplo 31 años desde que me miré en aquellos ojos y, como dice la canción de Armando Manzanero, “Seguimos juntos” y seguiremos construyendo un mundo donde el nosotros es más grande que el tú y yo -Claro, Aldemaro Romero dice que “Tú y yo formamos una multitud” y también, en eso, tiene razón-

 

Gracias a todos ustedes por acompañarnos con la cálida sombra de su amistad, por perfumarnos la vida con su presencia, por estar, ser y existir. Todo ello también es una forma de amar.