Mi vuelo de la noche llegó temprano, yo, como siempre, esperé que la puerta se abriera y entrar para dar las instrucciones. Me esperaba una pelirroja con cara de susto. “Te tenemos un regalo”, al entrar a la cabina entendí la naturaleza del regalo. Allí estaba el copiloto más blanco que de costumbre, todo ojos y labios pálidos. Era 31 de enero, día de San Juan Bosco para todos los salesianos, yo salí de la cabina con mi mejor cara de “aquí no pasa nada”. Lo cierto es que la ventana del copiloto casi se rompe, en pleno vuelo, con todo lo que ello pudo suceder.
Lo que vino después es digno de una película. Lastima que yo era parte del reparto.
Me tocaba ahora ir a la Gate y anunciar la posible cancelación del vuelo, lo cierto que después de deshojar la margarita con el “me voy-no me voy”, el piloto decidió no volar. Yo, en su lugar, hubiera tomado la misma decisión y que el mundo se caiga. Eso se traducía en reubicar el pasaje, “las maletas están en el tapiz 9”, pelearme con algunos pasajeros, escuchar por enésima vez “…es que el vuelo no sale”, siempre existe un despistado en el mundo y buscar hotel para la tripulación. Previendo lo que me venía, ya sabía que el avión había que moverlo y dejarlo en otra posición, llamé a la asistencia para hacerlo y nada de nada.
Me convertí en péndulo, entre el avión y la puerta S-77, esperando el remolque que iba a llevar el avión a la fulana posición. En uno de mis múltiples viajes, al avión, el piloto, harto de tanto esperar, decidió cerrar el avión y en ese momento apareció, en vano, el fulano remolque. El capitán se negó en redondo abrir SU avión, pues ya la tripulación estaba en vehículo que les llevaría a la Gate H y de allí a mi oficina, a buscar sus voucher para el hotel. 4 en total. El piloto, el copiloto y las dos chicas asistentes de vuelo.
Luego de dejar a mi tripulación rumbo al hotel me tocaba hacer mi reporte del vuelo anulado e irme -por fin- a la casa. Ya era media noche.
Confieso que es la primera vez que esto me sucede. En el medio se conoce cada historia y el consabido “eso no me va a pasar”, pero pasa. Por ello, pedí información a mis colegas, aquellos que han pasado por algo por el estilo. Nuestro gremio hay de todo y de todo, afortunadamente encontré las personas idóneas y con toda la experiencia del mundo. Adoro a mi grupo de trabajo, ellos son maravillosos.
Febrero comenzaba bien.
Me levanté, me tomé una elevadísima dosis de “tranquilina”. Llegué temprano a la oficina, sabía lo que me esperaba, preparé lo preparable y “...un poquito más” -como la canción-. Me quedé corto.
En ello aparecen dos de la tripulación, las asistentes, que querían regresar en el vuelo que llegaba. Una me dice: “...crees que puedo pasar esto por seguridad”. Lo que ella amablemente quería pasar era, nada más y nada menos, una botellita, de un litro, de Whisky y la otra, pestañeando más rápido que las alas de un colibrí, con una vocecita de soprano en falsete y en piano-piano-pianissimo un “Puedo ir al Duty-Free”, terminándolo con un sonoro suspiro. Existen gentes con sus prioridades. A una le ayudé pasar su botellita –no me pregunten cómo- y la otra fue a comprar sus cositas.
Con su debido atraso, -Mi amigo, el grandioso Murphy, se dedicó en convertirse en mi sombra, él siempre tan amable- llegó mi vuelo de Hungría, a eso de las 9:40 AM y con él los mecánicos, la ventana y las "DSE-anas" herramientas.
Según el protocolo aprendido, tenía que llevar a mis mecánicos a la puerta S-77 donde mi avioncito dormía el sueño de los justos, afortunadamente el DSE330 llegó en la puerta S-75 y la cosa se me hizo fácil. Ingenuo yo.
Informé, de forma más concisa posible, al personal de carga que por favor “No enviar la ventana ni la caja de herramientas a aduana”. La razón es la siguiente, al pisar, cualquier tipo de carga suelo suizo, es decir, aduana, es casi imposible sacarla, por la cantidad de papeleo y un largo etcétera –creánme-. Lo hicieron, me hicieron caso, respiré profundo -no saben cuánto- al ver el paquetito a un costadito en la puerta S-77.
Mi primer fallo y lo asumo: Se me olvidó notificar a la representante de rampa que iban 2 chicas -las tripulantes- en el vuelo. Él, mi asistente en tierra, histérico, gritando y recordándome la letanía sobre la seguridad… “...vamos a tener problemas con el “Load sheet”, no sé si tenemos comidas suficientes, eso no se debe hacer y Usted debe saberlo…” Luego de soportar mi responso, escucharme mis “sorry, sorry, sorry”, recoger mis cupones, mi Load Sheet, mi lista de pasajes electrónicos, mi lista de pasajeros, ver cerrar puertas, ver mover la escalera, ver que el vuelo DSE331 se marchaba volví a la puerta S-77 con mis mecánicos húngaros.
“Necesitamos un Hangar” fue lo primero que le entendí a uno de los mecánicos.
"DSE-airlines" no tiene un contrato de asistencia como para tener Hangar en Ginebra. Me tocó buscar un Hangar, como quién compra tomates, y tratar, sobretodo, mantener mi mascara de “aquí no hay problemas” en su sitio. Es carnaval, no?
En ello Murphy atacó de nuevo. Me llamó mi jefe: “Se deben llevar a los mecánicos a la policía del aeropuerto para buscar su permisos provisionales”.
Llevé a los mecánicos a la policía del aeropuerto, que queda a media cuadra de Saturno y nosotros en Mercurio.
Llegamos y fuímos amablemente atendidos: “Y por qué ellos están aquí?”, “Y cuánto tiempo van a durar?”, “Pero ellos no deberían estar aquí, ellos deberían pasar por el control de pasaporte, retirar sus equipajes…”, “...y es que ellos no tienen equipaje?”, “Eso es muy sospechoso!!!”, “Ellos llegaron SOLO a cambiar una ventana…”, “Pero ellos deberían pasar por el control de pasaporte…” Todo ello mientras esperábamos, estoicamente, soportando el frío halito de la brisa ginebrina y que, en el aeropuerto, te congela hasta el pensamiento.
Era ideal ver el ballet de policías que veían los pasaportes, llamaban por teléfono, discutían entre ellos, nos miraban, volvían a ver los pasaportes, llamaban, de nuevo, a no sé quién, cerraban celosías -la idea es no mostrar el bochorno y la incapacidad-, volver a hacer las mismas preguntas. Llegar nuevos integrantes de la comparsa de policías.
A la final, ellos se salieron con la suya. Tomé a mis tres cochinitos de vuelta y los llevé a “El control de pasaporte” con mis custodias policiales, ya saben, nosotros los terroristas en un país neutral.
Por fin mis mecánicos entraron en Suiza, respiraron chocolate, los llevé a la oficina a tomarse un café –qué otra cosa podía hacer por ellos- y los regresé a la misma oficina de la policía del aeropuerto, pero llegando desde suelo suizo. “Buenos días..., qué desean?” nos preguntó el mismito policía que nos envió a migración. “En qué puedo servirles?”. Esto no me está pasando, pensé, mientras el amable policía revisaba, página por página, los pasaportes de mis mecánicos. “De qué línea aérea?”, “Cuánto días van a pasar en Suiza?”, “Todo bien?”…
Por fin, y luego de 4 horas, mis mecánicos estaban de vuelta a el avión -se acuerdan, él que estaba en la S-77-. “Y..., para cuándo tenemos el Hangar”. Llamé a mi jefe: “Debes esperar. Fueron a buscarlos, pero no movieron el avión..., pues los mecánicos no estaban en él”. Chiste cruel. Me tocó esperar que por fin nos movieran al, por fin, Hangar.
Luego de irnos unos cuantos kilómetros, a paso de morrocoy, llegamos al Hangar. Se abren, lentamente, las puertas y me sentí como un enano, un hobbit, una humilde molécula de algo, frente a las puertas de Mordor. Metemos en avión y…
…a veces me pregunto de dónde salen. Al dejar el avión en el medio de semejante Hangar salieron tres ejecutivos de alguna oficina. Ocupadísimos. Deben tener tropas de estilistas, asesores de imagen, un ropero variadísimo, en sus oficinas para ellos solos. Salieron supervestidos, con el cabello perfectamente peinado, sin un cabello fuera de lugar con cualquier cantidad de gomina entre ellos, arquitectónica la cosa -cómo lo hacen-, las camisas artísticamente arrugadas, los pantalones perfectos, perfectamente rasurados, las corbatas de firma, los relojes IWC y sucedáneos, los zapatos que herían de tan brillantes, las manos que ni el David de Miguel Angel, oliendo a Hugo XY de Hugo Boss, Antidote de Víctor & Rolf, Solo de Loewe, Dior Homme, Lacoste Pour Homme, Versace Man Eau Fraîche, Burberry for Men, L’Homme de Yves Saint Laurent, Fuel For Life de Diesel, Giorgio Armani Pour Homme, Fleur Du Male de Jean Paul Gaultier, Allure Homme Sport de Chanel, Calvin Klein Man, He Word D Dsquared o a todos ellos. Con sonrisas de diseño…, como preparados para un casting de ejecutivos para ejecutivos…
Mis mecánicos y yo nos quedamos en silencio, sus presencias eran imponentes. Mucho más imponente era escucharles, esa mezcla de perfecto francés, perfecto italiano, perfecto inglés, perfecto alemán, perfecto suizo-alemán, celulares, móviles, nateles -o cómo se llamen-bailaban en sus manos, llamadas de aquí para allá y gestos que iban ya a la ira para terminar en coro con la pregunta, taladrándonos con la mirada: “Y por qué ese avión está aquí?”
Allí estaban indignadísimos, esos perfectos ejecutivos, y yo participando, sin previo aviso, en un ensayo de alguna obra de Ionesco.
Pues, ellos tenían razón, nos equivocamos de Hangar…, no ellos, ni otras personas, nos equivocamos nosotros, nosotros los que empujamos el avión por medio aeropuerto, nosotros los que abrimos las enormes puertas de Mordor, nosotros los que movimos todo el personal del Hangar, entonces, nosotros fuimos los que nos equivocamos. No nos quedaba otra, a nosotros, los equivocados, que sacar el avión y, por fin, dar con el Hangar y con dos ángeles del cielo. Andrew e István.
Yo pasé horas, y como letanía, notificando a medio aeropuerto que la ventana y la cajita de herramientas debería ir al Hangar. Medio aeropuerto me confirmó que: “No se preocupe…, allí estará”. Adivinen quién tuvo que ir de nuevo a la puerta S-77 a buscar la ventanita y las herramientas. Pues yo. Moraleja..., si quieres que algo funcione, hazlo tú mismo. No te queda otra.
Cuándo por fin llegamos al fulano Hangar, escuché a uno de mis mecánicos decir: “Tenemos hambre”. Pensar rápido, pensar rápido, pensar rápido…, “Nos conformamos con unas pizzas de jamón y hongos, un agua mineral con gas, otra sin y una coca cola”. Los adoré. A mí me tocaba buscar esos manjares, pero un colega, y sin pedirselo, se encargó de ello. Mil gracias.
Ya eran las 14:30.
Volver a la oficina. Debía pasar los horarios de mis compañeros…, sino lo hacía, sencillamente no cobraban éste mes y el tiempo jugaba en mi contra.
Nota a parte. El jefe de mi jefe decidió cambiar el sistema de los horarios, costó una fortuna y, sencillamente, no funciona, es inoperante, difícil de entender y está en un perfecto alemán. Ideal..., verdad? Él, el jefe de mi jefe, suele ponerla completita, con velas y payasos para luego lavarse las manos al mejor estilo Poncio Pilatos.
Mientras estaba sepultado en miles de papeles llegó Él, el jefe de mi jefe, él mismo que cambió el sistema, trasformado en cometa andante, a preguntarme: “Sabes dónde están mis boletos”. Él superpreocupado se va de vacaciones a no-sé-dónde. Le miré con mi mejor mirada de “Y a mí qué coño me importa” y le respondí que ni idea. “Sabes, por casualidad, cuál es mi puerta” volvió a preguntarme luego de encontrar sus boletos. Le volví a mirar con “Y a mí qué coño me importa”, ni idea, le respondí, y se fue.
En ello llegó el piloto y el copiloto del avión. Llevarlos al Hangar y encontrarme, en la Gate H, a Mi Adorada Niña de los Ojos Profundos: “Mi niño…, y a ti que te pasa”, no pude responderle…, pues no tenía palabras ni tiempo.
Ya eran casi las 19:00 y debía organizar la salida del vuelo, ya todo estaba a punto, sólo debía buscar los pasaportes de mis mecánicos, entregar sus permisos provisionales, meterles en el avión, sacar el avión del Hangar y tener el día como experiencia. Le prometí al piloto traerlos en 10 minutos. No era tan fácil y no lo fue...
Llevé a mis mecánicos a la policía del aeropuerto, les entregaron sus pasaportes, los llevé a la oficina, sacándoles por el infernal trafico ginebrino de las 19:00, de vuelta al aeropuerto -ya saben, Murphy- , sacamos el plan de vuelo -se me olvidaba..., los viernes se depura de virus el sistema, por ello está lento, y cuando digo lento quiere decir que puede durar 4 minutos imprimir una hoja…, el plan de vuelo tenía 3-, el meteo y cuándo les iba a llevar a mis tres cochinitos a la puerta H –la que usan las tripulaciones- ninguno de ellos tenía el carnet de DSEAirline. “Las dejamos en el avión”.
La cara de mi jefe fue un poema, al más puro estilo Pre-Rafaelista, casi se veían los Ángeles haciendo torbellino sobre su cabeza. “Arreglártelas..., pero quiero esos mecánicos de vuelta al avión y el avión despegando a…, pero ya.”
No les puedo contar él cómo los saque, fue casi una película de cine negro y de las buenas, hubo también la lluvia indicada para el caso, cortesía del Aeropuerto Internacional de Ginebra, pero los saqué. Lo cierto que casi duré una hora en ello, el piloto casi pierde el slot -tiempo que el avión debe despegar-, me miró con odio, me botó con la mirada del avión.
Al llegar a la oficina y a pesar de prometerme, mi jefe, que yo no iba hacer el vuelo DSE336, adivinen quién lo hizo. Lo preparé lo mejor posible. El tiempo se me hizo agua -y no es metáfora- en esperar el vuelo regular, cambiar la configuración, chequear la comidas, ir corriendo a operar el vuelo regular, hacer los upgrade solicitados, despedirme del vuelo, volver a la oficina, hacer el -por fin- vuelo de la mañana –me faltaban cupones y hacer magia para solucionarlo-, hacer la estadística de los tres vuelos, hacer el informe del vuelo que estaba cancelado, preparar el vuelo para mañana, completar el vuelo regular de la noche…
Y ya era medianoche, llegar a casa, darme una ducha, hacer una cena rápida e irme a la cama, pues al día siguiente comenzaba a las 7:00 AM.
No me quejo de mi grupo…, una vez más demostró lo aglutinado que estamos. Pero ese día también tuvieron su día y, como siempre, salieron airosos. Pero.., ese es otro cuento y ya les agobié lo suficiente.
Todo lo mejor para Ustedes, siempre.
Nota: Ya era hora en pagar mis deudas. Desde hace un tiempo estoy por escribir algo sobre mi trabajo, ya era hora. Ña Bárbara, va por Usted.
Nota 1: La "DSEairlines" no existe, los números de vuelo y las puertas S-77 tampoco. Tuve que editarlo todo, después del jalón de orejas. Parte del encanto.
Nota 2: La foto de Viasa no tiene nada que ver..., es un toque de nostalgia de lo que era un País.
22 Comments:
Le hiciste honor a tu nick, ¡eres todo un mago!
Un abrazote,
Karelia
Uffff, Silma san! Uno termina agotado la lectura, wow! Cantidad de imponderables, pero allí está usted para los milagros ¿no?
Todo lo mejor para usted...si, leyó bien, todo lo mejor para usted...¿puede decirse otra cosa después de todo lo que usted hizo?
Todo lo mejor para usted!
Sayonara!
Amigo definitivamente ese trabajo tuyo da como para escribir un libro, si bien es cierto que el post es bastante largo me pareció genial, al principio con lo de la suspensión del vuelo me dio como susto, pero la verdad es que esas son las cosas más lógicas en ciertas situaciones.
Besos
Pana, realmente estresante tu día!
Pero que bueno que saliste airoso.
y uno, el pasajero a quejarse amargamente sin saber los entretelones de todo el asunto...
Un abrazo!!
Estoy seguro que nada de eso te hubiese pasado en el Aeropuerto Internacional Juan Vicente Gómez de San Antonio del Táchira! Jajaja... Qué bárbaro el cuento.
Corazón agotado, necesito saber con carácter de urgencia qué cosa es una dosis de tranquilina... pero qué horror!!!!
Yo pensé que las situaciones altamente estresantes sólo se daban cuando haces eventos...jajajaja!
Pobrecito, qué trabajo tan horrible tienes ¿pagan bien? JAJAJAJAJAJAJAJA!
Creo que después de este agobio estás preparado para enfrentar cualquier cosa.
Muack♥
Besos de consolación, hechicero.
En el mundo aeronáutico... bien lo decía el mecánico de tu gremio Murphy. Lo que puede salir mal, saldrá mal...
Como para sentarse a oir a kabalevsky... porque si se te antoja una sonata de prokofiev terminas con los nervios más destrozados aún.
La próxima vez que viaje (4 de marzo) veré en cada uno de los empleados de la aerolínea a mi amigo silma
Diego está muy bueno, por qué no lo conviertes en un cuento? Por cierto te esperé todo Enero, un abrazo grande.
Y yo que me he quejado de mis días periodísticos...bueno mi querido Mago, lo importante es que saliste airoso a pesar de todo.
Prometo ser más comprensible con los retrasos en los aeropuertos.
Un abrazote inmenso!
PD: Será que tendremos cena en Madrid?
Mi amigo, que dia!!! quede agotada de solo leerlo!!!
bueno, ya yo sabía lo duro que es trabajar en un aeropuerto...
te conté de mi amigo aquel que trabajaba en uno así, no? y a la final me tocaba siempre llevarlo a emergencias: si no era la úlcera era una arritmia, si no era el cuore era las migrañas, si no era la testa era el hígado......en fin, sé como es , por lo que juro que si me gano los 135 millones de $$ de la lottery te paso alguito :)
un besotote de consuelo y ánimo ♥
Leer algo de tu trabajo me resultó muy interesante :) así te conocemos un poquito!
Pero que estresssssss, me convidás con tranquilina, que dejaste estresada de leerte? jaajja
Un besho!
Uff... que cierto cuando me decías que por qué preguntamos por que no escribes???
Ahora pregunto ¿Cómo consigues escribir? ¿Estar pendiente de todo? ¿Tener una mente prodigiosa que se acuerda del más mínimo detalle de la más lejana llamada? ¿Ser apoyo total y desinteresado cuando más se te necesita, y sin tener que pedirtelo? ¿Hacer y escribir a mano todas y cada una de las tarjetas de navidad? ¿Visitarnos uno a uno? ¿Cómo haces para dar tanto y tanto como das?
Si antes ya te quería, ahora te quiero más.... que si, que si, que MAS... y te envío un abrazo mucho más grande, apretado y largo, larguísimo.
Un beso enorme mi queridisimo mago bello.
Wow!!! apúrate a vender los derechos a la warner o columbia antes de que venga el spilberg y te robe la idea para una de sus películas!!! jeje, es una historia genial, me causó stress nada más con leerla, imagínate con vivirla!!
Definitivamente cuando uno ve estas cosas se da cuenta que su trabajo no es tan malo como piensa jajajajajajajaja
Espero que no suspendan el vuelo en el que vienes a pasarte unas vacaciones con el vino...marmota y yo estamos pendientes del vino jajajajajaja saludos desde acá
Niño!! quedé cansada de leer ésto y hasta me estresé y todo!! en serio me dió ansiedad!! y a la vez te imaginaba en tu corre-corre, con ganas de estrangular a alguien, pero eso sí!! con tu cara de "aquí no está pasando nada", sin perder la compostura, de vez en cuando recostándote de alguna pared o puerta escondida y secándote la frente, pero sin perder el glamourrrr!!
Echito mi hechicero! Murphy la agarró contigo ese día!!
Por eso es que yo también digo lo de: "si quieres que algo salga bien hazlo tú mismo..."
Besos!!
P.D. me dió mucha nostalgia la foto del avión de Viasa :(
Hum...hice muchos "paralelos", guardando las proporciones, claro. Después, muchas cosas que ocurren en el primer mundo, son parecidas (diría iguales) a las que pasan en el tercer mundo, luego, ha de ser cierto que donde se vaya "el cielo es cielo y la gente es gente", ergo, no me pierdo de mucho sepultado en este lugar, como a veces ha tratado de hacérmelo creer...o tal ves sí?
Saludos.
Excelente post suyo; Por lo que escribe es mi contemporaneo y la verdad es que ha corrido mucha agua bajo el puente, pero el agua que corre bajo los puentes de Vzla es agua sucia y pestilente como la del Guaire. Qué lastima.
Usted es un buen narrador y excelente creador de historias reales.
Felicitaciones
Jesus
Desde mi blog: Reflexiones al desnudo
Tienes razón, ya era hora de que nos contarás sobre tu empleo pero, que momentos tan agitados has vivido. Es otro mundo. Te felicito por ser tan activo.
Me sonreí cuando narrabas lo del jefe de tu jefe.
Un abrazo amistosos en esta noche de martes plácida en Colombia!!
Jajajajajajajajajajajajajajaja.
Ahora sí me da risa este post.
Con avión de Viasa incluído.
(....suspiro.... Qué tiempos aquéllos de Viasa!)
Hola, pues nada pasaba a saludar y a desearles feliz día de san valentín a tí y a tu ave migratoria. Yo por mi parte celebraré por todo lo alto, con mi amada marmota.
Un beso para tí♥
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