lunes, enero 06, 2020

Los Reyes y sus cosas...




Mi mundo se inició, según la creencia católica, en los últimos meses de año 1962 y la inauguración fue, meses después, el día de mi nacimiento y aunque he tenido seres que me han regalado cualquier cantidad de pesadillas varias, también tengo una larga lista de personas que han hecho que mi vida sea con calidoscopio de momento memorables, hermosos, mágicos. De ambas experiencias, las terribles y las maravillosas, debo estar agradecido, ambas me han hecho crecer, disfrutar de mis simas y cimas, tocar las estrellas y pasar, un segundo después, un buen rato, en las profundidades abismales de la desesperanza. De la embriaguez de la carcajada a sentir que te cortan las tripas con su chorro generoso de vinagre y sal. "Homo sum, humani nihil a me alienum puto", "Soy un hombre, nada humano me es ajeno". Dicen que lo escribió Publio Terencio Afro y si Miguel de Unamuno y Jugo lo hizo suyo, por qué yo no? Vamos a ponernos exquisitos, que no queda mal de vez en cuando. Además, se supone que soy culto, pedante, muy humilde y punto pelota.
 
Les comentaba que no me puedo quejar de mis amigos. Son esos seres locos -detalle absolutamente necesario para pertenecer a ese selecto grupo de delirantes exquisitos- tienen la mala costumbre de hacerme realidad todos los sueños que ni siquiera se me ha ocurrido soñar. Todo un privilegio en los tiempos que corren.
Mis amigos, todos ellos, son mis particulares reyes magos. Con su cargamento de oro, incienso, mira, garrote, cianuro y hiel. Afortunadamente el garrote, cianuro y hiel los he tenido en sus dosis necesarias como para aprender que no se debe hacer en la vida con la vida de otras personas lo que significa comprender, y aceptar, que todo tiene, por lo menos, dos versiones.
Barriendo para la casa, uno llega al mundo con unas vainas llamadas familia, idioma, religión, país y un abultado etcétera que sin preguntarnos está allí, esperándonos y que debemos aceptar de una. Todos ellos con sus sostenidos y bemoles hacen lo que somos y, en líneas generales, no me quejo. Mi versión UCV ha sido prodiga conmigo. La UCV podría pensarse, para los venezolanos, que me refiero a la Universidad Central de Venezuela, pero en Mi caso UCV son los apellidos que conforman mi familia y jugaron, y juegan, un papel importantísimo de los que soy. Cómo no estar agradecido de todos ellos, están en mí hasta en el momento de verme al espejo, a primera hora de la mañana.
Todos ellos son Mis Fabulosos Reyes Magos. Gracias por estar, ser, existir, por perfumar mi vida con su presencia. 

Feliz epifanía.