miércoles, junio 12, 2019

Hace 43 años la casa de San Blas, Avenida Uslar, entre Giraldot y Comercio, número 85-36 (o era 87-36, la edad y sus cosas), amaneció raro y era sábado.


Luego, durante un mes la tensión se hizo inmensa, idas y vueltas al hospital central. Tu pronostico no era bueno, haber nacido de 6 meses, con los pulmones de vidrio. Decían que era imposible que sobrevivieras. Y llegaste, como un rey, de allí tu nombre.


Luego de tu llegada a casa y a nuestras vidas, mi madre, nuestra madre, se mantuvo, por más de un par de semanas, tirada en cama con una rubéola, roja como una fresa y volcánica, cosa que nunca ha cambiado por más que se llame "De las Nieves". Lo cierto que si esa rubéola le hubiera dado, un par de meses antes, tú no hubieras nacido.


No tenías ni 3 meses cuando te caíste de la cama a mamá, no comías, los pañales de tela eran tu suplicio, cagabas y meabas las 24 horas al día. En fin, un desastre. Desde que naciste eras un juego de dados, una lotería, un 5 y 6, un "y mañana".


Roberto Luis, Manuel Arturo fueron mi curso introductorio pero contigo me gradué en lavar pañales, preparar la nenerina, la leche nan, sacar eructos varios...


En estos 43 años hemos peleado de forma magistral, me has mandado, literalmente, a la mierda pero tengo tus ojos y me veo, todos los días en ellos a primera hora de la mañana.


De Roberto Luis tengo sus labios y su sonrisa, de Manuel Arturo, la voz y su ironía, de ti tus ojos, tu mirada. Los llevo, están en mí, son parte de mí.


Un beso largo, Juan Carlos, es un honor, una bella experiencia, una maravilla tenerte como hermano. Además, me regalaste mis dos primeros sobrinos y eso es grandioso.


Tengo la dicha del tener mis amores completos. Tú eres uno de ellos.


Feliz cumpleaños.