lunes, septiembre 19, 2005



“...con tu antiguo caminar de los cuarenta o los cincuenta,
amigo amigo, de aquellos inexistentes en bares y tabernas;
amigo amigo del café sonriente y la verdad franca...”


Alisio...

Suave alisio del norte,
que llegas todas las tardes,
todos los tiempos.

Ocre...

Ocre tostado en todos los tonos,
en todos los matices,
dejando sin color a las paletas...

Azul...

Azul constante de eterno placer,
en las noches de luna
y azul profundo en luna nueva.

Alisio, ocre y azul,

Alisio de tu pueblo,
Ocre de tu casa,
Azul de tu cielo.

Alisio de tu pueblo, que peina la arena fina del este a oeste y se hace cansón, pero indispensable, en “La Sirena” o en “El Olivo”, allí donde se fue, de verano, el tiempo para así estacionarse para siempre.

Ocre eterno de una a otra esquina, de uno a otro rincón, hasta más allá de la vista, y que se traga motas de colores, entre sus manos, brazos y sus pies, a pleno sol.

Azul del mar, azul del cielo inviolable, intangible, escenario de juguetonas gaviotas y galantes corocoros rojos; azul necesario en tardes de café y eternas siestas.

¿Qué son de tus recuerdos sin ellos?

¿Qué es de tu historia sin ellos?

Tardes de calor pastoso viendo al infinito, esperando que los alisios traigan un poco de agua para que el ocre se duche y darle unas vacaciones al azul para que descanse.

Alisios de nubes gruesas en el naciente, polvareda ocre y azul sonriente.

Alisios, ocres y azules besando constantemente tu mente de ancha frente y sonrisa placida.

Alisios que te llevan a todas las comarcas de nieves perpetuas, de perfecto francés y todo y traje inglés tomándote un té a las cinco en punto, aun lado del Támesis o el Sena.

Ocre de fotografías viejas de poses cursis en paredes blanco cal, de historias sabidas, de calles cegantes y ropa de dril almidonado para aquellas cansonas fiestas.

Azul que demarca perfectamente las dunas de un lado a otro del horizonte, por arriba y a los costados, como esperando lo inesperable...

Alisios, ocres y azules de campanas y rosarios eternos.

Alisios, ocres y azules de miles de historias.

Alisios, ocres y azules de mil sueños.

Alisios, ocres y azules de soles eternos.

Alisios, ocres y azules en una ventana

Alisios, ocres y azules de toda la vida.

Alisios, ocres y azules que tú recuerdas.

Alisios, ocres y azules que tú eres.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Acá cada ochenta años la aguazón razga un verdor de espinas adormecidas y siempre hay, bajo el relumbre, espacio para la ternura.

Gracias y un beso calmoso.

martes, septiembre 20, 2005 1:12:00 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

12 grados 12 minutos, 70 segundos de latitud norte, allí siempre hay una mesa con café y canela.. o anís estrellado, si es su gusto, rebozante de buena voluntad.

martes, septiembre 20, 2005 4:18:00 a. m.  

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