"P&M"
Se conocieron como muchos nos hemos conocido, por ese raro azar que el destino se empeña en hacernos pasar como tontas fichas entre sus manos. Países diferentes, diferentes culturas, mentalidad diferente e idiomas diferentes. Nada les unía, nada era como para que ellos formaran algo.
Ambos tenían su vida, supuestamente, ya diseñada por ellos mismos. Tenían su cuota de amores y pasiones completas en ese juego de cartas llamada vida. Y allí estaban ellos, rara versión de “Los formales y el frío” del Benedetti entre playas tropicalísimas y altas montañas hasta más allá del horizonte.
Aquel día de corre-corre por los pasillos del aeropuerto, en busca del gate indicado, un total rollo de pasaportes, visas, pasajes y maletas en un país extraño. Buscando otro horizonte, otro para qué y que se encuentra justo cuando no pensamos encontrarlo.
Al otro lado le esperaba alguien que ni siquiera recordaba su nombre ni conocía su cara.
Y se vieron.
Y se encontraron.
Y cuatro mil azules anacondas danzando en cada una de sus pupilas. Lo cierto fue que se conocieron y la vida se hizo valse y joropo. Un eterno “3 por 4” y un “6 por 8” sincopado, en contrapunto perfecto.
No fue fácil el encuentro y los muchísimos desencuentros. Mucho por dejar, mucho por construir y el fulano miedo del “Y si no es?”
Poco a poco derrumbaron murallas chinas y de las otras, se revistieron de nuevas armaduras contra los corpiños del mundo.
Derribar vidas anteriores de poses y formas.
Cómo comenzó la cosa. Ni ellos sabían, de repente estaban allí, involucrándose cada vez más. Fue inevitable. Descubrieron cosas comunes, las mismas cicatrices, las mismas fracturas, la misma soledad.
__Qué bolas, después de viejos!...-se rieron.
Tiempo después la vida se les volvió bolero, ya nada importaba.
Caras conocidas, murmullos y voces que atacaban, sonrisas de frente y puñal por detrás, miradas impúdicas, carcajadas en sordina. Costó al principio perder amigos y amigas, pero al final se acostumbraron a su pequeño grupo de fieles amigos. Tiempo después, ésta pequeña corte se fue convirtiendo en una especie de monarquía variopinta con tentáculos en todas las esferas de la cuidad. Una familia artificial pero, en la mayoría de los casos, solidaria y tendente a lo escandaloso en fiestas patrias y carnavales. Una cofradía de amigos atalaya contra el mundo.
Las otras personas, a veces, eran las que ponían la piedra de tranca, los bemoles marcadísimos al final de temporada. Muchos de sus amigos tuvieron que colocarse lentes bifocales y otros les dieron la espalda. Afrontar el mundo, su taburete de poder, romper esquemas no eran tan fáciles después de todo.
Se volvieron ermitaños sociales, descubrieron otras cosas, una simbiosis de mundos por conocer y compartir. Comenzaron por relatarse historias, memorias y cuentas de sus respectivos años.
En la universidad, donde ambos trabajan, taimado susurro, escaleras arriba rumbo a estancias de colegas, escuelas, pasillos, bajaba en ascensores, levitaba en las escaleras, tomaba café o un batido de fresa, iba al baño sin distingo de sexo. El rumor subió paredes, reptó ventanas hasta llegar a las propias narices del rector, golpe institucional, mutis total y matizado por la Corte de Pájaros Negros. La cita bíblica del: “…quién tira la primera piedra” les salvó.
La tesis y la antitesis se volvió pastiche. Se reinan de sus malos chistes y sus buenos disfraces, era aprender a caminar de otra forma. Hacer planes y estrenar el nuevo valor de la palabra nosotros.
NOSOTROS!!!
Ambos tenían miedo, compartían una misma derrota matrimonial. Nada perfecto, ellos lo sabían, tener una doble vida, mantener una apariencia.
__Y cuando esta montaña rusa termine, qué piensas hacer.
__Eso no me preocupa, ya compré suficientes tickets.
Allí estaban ellos, nerviosísimos y sin saber que decir ni pensar. Frente a ellos un funcionario tan nervioso como ellos. A su alrededor amigos llorosos de alegría…
Tiempo después la noticia volvió a correr por media cuidad.
"El Pierre y El Manuel se casaron!!!" Horror de horrores. Fin de mundo.
...Y hubo miles de pétalos al salir de la alcaldía.
Se conocieron como muchos nos hemos conocido, por ese raro azar que el destino se empeña en hacernos pasar como tontas fichas entre sus manos. Países diferentes, diferentes culturas, mentalidad diferente e idiomas diferentes. Nada les unía, nada era como para que ellos formaran algo.
Ambos tenían su vida, supuestamente, ya diseñada por ellos mismos. Tenían su cuota de amores y pasiones completas en ese juego de cartas llamada vida. Y allí estaban ellos, rara versión de “Los formales y el frío” del Benedetti entre playas tropicalísimas y altas montañas hasta más allá del horizonte.
Aquel día de corre-corre por los pasillos del aeropuerto, en busca del gate indicado, un total rollo de pasaportes, visas, pasajes y maletas en un país extraño. Buscando otro horizonte, otro para qué y que se encuentra justo cuando no pensamos encontrarlo.
Al otro lado le esperaba alguien que ni siquiera recordaba su nombre ni conocía su cara.
Y se vieron.
Y se encontraron.
Y cuatro mil azules anacondas danzando en cada una de sus pupilas. Lo cierto fue que se conocieron y la vida se hizo valse y joropo. Un eterno “3 por 4” y un “6 por 8” sincopado, en contrapunto perfecto.
No fue fácil el encuentro y los muchísimos desencuentros. Mucho por dejar, mucho por construir y el fulano miedo del “Y si no es?”
Poco a poco derrumbaron murallas chinas y de las otras, se revistieron de nuevas armaduras contra los corpiños del mundo.
Derribar vidas anteriores de poses y formas.
Cómo comenzó la cosa. Ni ellos sabían, de repente estaban allí, involucrándose cada vez más. Fue inevitable. Descubrieron cosas comunes, las mismas cicatrices, las mismas fracturas, la misma soledad.
__Qué bolas, después de viejos!...-se rieron.
Tiempo después la vida se les volvió bolero, ya nada importaba.
Caras conocidas, murmullos y voces que atacaban, sonrisas de frente y puñal por detrás, miradas impúdicas, carcajadas en sordina. Costó al principio perder amigos y amigas, pero al final se acostumbraron a su pequeño grupo de fieles amigos. Tiempo después, ésta pequeña corte se fue convirtiendo en una especie de monarquía variopinta con tentáculos en todas las esferas de la cuidad. Una familia artificial pero, en la mayoría de los casos, solidaria y tendente a lo escandaloso en fiestas patrias y carnavales. Una cofradía de amigos atalaya contra el mundo.
Las otras personas, a veces, eran las que ponían la piedra de tranca, los bemoles marcadísimos al final de temporada. Muchos de sus amigos tuvieron que colocarse lentes bifocales y otros les dieron la espalda. Afrontar el mundo, su taburete de poder, romper esquemas no eran tan fáciles después de todo.
Se volvieron ermitaños sociales, descubrieron otras cosas, una simbiosis de mundos por conocer y compartir. Comenzaron por relatarse historias, memorias y cuentas de sus respectivos años.
En la universidad, donde ambos trabajan, taimado susurro, escaleras arriba rumbo a estancias de colegas, escuelas, pasillos, bajaba en ascensores, levitaba en las escaleras, tomaba café o un batido de fresa, iba al baño sin distingo de sexo. El rumor subió paredes, reptó ventanas hasta llegar a las propias narices del rector, golpe institucional, mutis total y matizado por la Corte de Pájaros Negros. La cita bíblica del: “…quién tira la primera piedra” les salvó.
La tesis y la antitesis se volvió pastiche. Se reinan de sus malos chistes y sus buenos disfraces, era aprender a caminar de otra forma. Hacer planes y estrenar el nuevo valor de la palabra nosotros.
NOSOTROS!!!
Ambos tenían miedo, compartían una misma derrota matrimonial. Nada perfecto, ellos lo sabían, tener una doble vida, mantener una apariencia.
__Y cuando esta montaña rusa termine, qué piensas hacer.
__Eso no me preocupa, ya compré suficientes tickets.
Allí estaban ellos, nerviosísimos y sin saber que decir ni pensar. Frente a ellos un funcionario tan nervioso como ellos. A su alrededor amigos llorosos de alegría…
Tiempo después la noticia volvió a correr por media cuidad.
"El Pierre y El Manuel se casaron!!!" Horror de horrores. Fin de mundo.
...Y hubo miles de pétalos al salir de la alcaldía.
20 Comments:
Querido Hechicero: Salió del horno...arcilla tal vez?... mi cariño y mis respetos. EBE
Muy buena historia. Llegué de casualidad a tu blog y me gustó mucho. Escribes con sensibilidad. Saludos hechicero!
la gente es demasiado metiche, siempre trata de destruir las bellas historias...
¿sabes? con tu sensibilidad construiste con oro y diamantes una bella historia que seguramente otros hubiesen destruido.
ABRAZOS MIL
Tienes la clave, que es la sensibilidad, y la fortaleza que es la mejor cara que puede presentársele al mundo. Lo demás sobra; el mundo es una invención de quien quiere atravesarlo, cada cual le pone sus esquemas y sus limitaciones
Seguirán lloviendo los pétalos, te lo aseguro.
Besos!
Pierre y Manuel son un par de tipos cuarentones y que sin saber cómo ni por qué decidieron caminar uno al lado del otro.
Cuándo me contaron su proyecto de vida, les di un abrazo y destapé una botella de vino.
Si son felices o no, es problema de ellos, además, quién soy yo para dar directrices?
Son mis amigos y eso es lo que a mí me importa.
Ja!, felicidades a quienes encuentren y tengan el suficiente valor para no dejar pasar de largo la oportunidad de ser felices!!!!,
"la cobardía es asunto de los hombres , no de los amantes/ los amores cabardes no llegan a amores ni a historias se quedan ahí , ni el recuerdo los puede salvar..., ni el mejor orador conjugar" dice Silvio Rodriguez..., y es exactamente así.
Me encantó encontrar esta página!!!
Me gusta la historia de Pierre y Manuel...si hubiera estado alli, hubiera brindado también por ellos!
Silmariat: He guardado uno de esos pétalos entre las purísimas hojas del libro de mis buenas memorias.
Gracias.
Parece la historia de dos amigos muy queridos que tuvieron que irse de Vzla. hace mucho tiempo....
bella historia ♥
Sigue escribiendo hechicero..deja la "flojera" y deléitanos con tus hermosos relatos y tus fabulosas fotos
P&M: cuidado con la gripe aviaria, que no cree en historias de amor. Váyanse a Samoa, donde dicen no llegará.
El relato me sorprendió y, a paeasr que odio las sorpresas, está muy bueno.
lINDO MUY MUY LINDOOOO
Buen relato y mejor final aún. Valentía, amor y conciencia.
Soñar es bueno, atreverse es mejor.
Saludos.
Gracias por su visita. Su blog muy interesante, hay armonía entre texto, imágenes, música.
Un saludo, seguiré visitándole.
....y entonces....puro comentar en otros post y nada de crear en el tuyo???????????
Me gusta que haya tenido final feliz esta historia. Y más siendo real!
Je je je, buen final, despues de todo se lo mereceían.
No sé por qué, recordé la letra de un tema de Pedro Aznar:
«Y se abrirá todo el cielo / no será un día normal/ después de todo, / todo siempre llega de algún modo / las profecías se dan».
Usualmente leo sus escritos, por ahí, robándole un rato a la cotidianidad. Este me gustó mucho.
Mis respetos.
¿Y? Nada nuevo?
¡Muchas gracias por este regalo! Fue como leer mi historia en la cabeza y el corazón tuyos... ¡Feliz Navidad, Silma!
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