Un poco más de las cinco y treinta minutos de la tarde y a pesar que llueve desde unos días, el calor se hace pastoso, miles de ojos que van mirando sin mirar. Respiración, gesto que se torna común y se hace dificultosa, para terminar como un general jadeo triste de marcado cansancio.
Corre-corre de un lado a otro tratando en vano de ubicar un posible buen puesto, pero de nada sirve ya. Los abrigos, camisas, faldas, pantalones, vestidos, corbatas, chaquetas, libros, periódicos, bolsas, morrales se hacen calidoscopio alucinante de colores de rápido movimiento que te aplasta contra la paredes aturdiéndole y aturdiéndote para luego regalarnos esa sensación de nauseas.
“Entrar o no entrar” se convierte en un nuevo dilema shakesperiano, el sudor no tiene más remedio que demarcar contornos, los maquillajes se convierten en fantasmas, se chorrean haciéndose mueca perdida entre los surcos de los rostros, allí donde las arrugas se hacen más y más evidentes. La gente empuja, habla, se queja, ríe, hace mofa, hablan en todos los idiomas y dialectos terrestres para construir un murmullo sordo y fastidioso que nadie entiende y que la mayoría responde por responder...
“Je vais tard arriver…” “Tu sais celui qui s’est mariée…” “…ayer en la misión…”, “Sono speciale…”, “and when you arrived…”, “…debe estar en la oficina”, “…et celui-ci, vous le reconnaissez?”, "…habe ich mir überhaupt keine Gedanken gemacht...", "…te as trompé, est la première dérivée... “…visto ieri a Maria dentro…”, “Chaito, pues...”
Un par de ojos pestañean.
El calor crece, juega entre las manos, besa muñecas, besa cuellos, se mete entre los senos, se mezcla entre las piernas, corre a sus anchas por las espaldas, cae por los tobillos, todos son pisados por pies fantasmas e invisibles, las medias se rompen.
Se abren puertas, gente sale, gente entra para volver a comenzar la misma rutina una y otra vez. La misma escena con casi ninguna variante.
Unos labios recién afeitados se mueven.
En un algún momento comienza la afinación, sin oboe que marque la pauta o ¿sí?, de cada uno de los instrumentos, cada dedo va haciendo variaciones y escalas tomando como base la nota LA. Yo observo desde mi atril, con todo y violoncello, es sólo un ensayo, pienso, vibro mi cuerda “la” al aire, muevo mis clavijas, vuelvo a vibrar mis do, sol, re, la, rectifico la tensión de mi arco, un bailoteo sobre el mástil y dejando sonar una escala. Estoy afinado. Perfecto!!!
Mientras veo y arreglo mis partes, me concentro, una mano izquierda, sin estar en el programa que me dieron, comienza a interpretar, lentamente, como por inercia, el “Concerto pour la main gauche” de Maurice Ravel sin necesidad de ningún teclado.
...
Una mano derecha se sonroja, no sabe que hacer, emprende sudorosa huida, los ojos de la mano izquierda brillan y hasta ríen, consiguió el l.q.q.d. (lo que quería demostrar), intimidando a de la mano derecha que estaba tranquila tras su atril y sus pentagramas. Grave error. En pleno primer movimiento, cuando la izquierda domina la situación, de improviso, la de la derecha se decide por Tchaikovsky y emprende sin arco “El Concierto para violín en re mayor Op. 35”. La izquierda paró en seco y la derecha también. Derecha ríe... “Deja”, dice la derecha entornando nudillos y párpados.
Se hace silencio y todo vuelve a la normalidad, bueno, eso creí.
La discípula de Nicolás Paganini vuelve a parpadear lentamente y el discípulo de Sergej Rachmaninov le dice algo en el oído, la izquierda mueve todas y cada una de sus falanges, falangina y falangetas; Derecha sus metacarpos y sobretodo los carpos. Ambos se miran.
Luego de un tiempo y después de ambos perderse en las pupilas del otro, Derecha mueve sus dedos de forma genial dejando a Francescatti, a Kreisler obsoletos y hasta Yehudi Menuhin perdería concentración, a mitad de camino, tratando de poner fin al "Concierto para violín y orquesta de cuerda en re menor, Op. 64" de Mendelssohn. Izquierda asume el reto haciendo intrincadas muestras de virtuosismo sobre el teclado, donde el pobre Chopin y Liszt sucumbirían.
Yo observo preguntándome ¿Qué hago yo metido en este des-concierto con partituras equivocadas?, me transformo en anatema viendo mis partes de Wagner, Tristán se quedó triste e Isolda, la pobre, no sabe que hacer y yo con ella. Observo a los espontáneos interpretes de la tarde más no sé qué hacer con mi enorme violoncello y su arco.
El calor se hace pastoso, miles de ojos que van mirando sin mirar, respiración, gesto que se torna común y se hace dificultosa para terminar en un general jadeo triste marcado cansancio.
...Espero los aplausos, o las pitas. No llegan y vuelvo en tiempo y espacio. Tengo que salir...
...Ya llegue a la Estación Central, mi destino, y por poco el tranvía me lleva a otra estación, para evitarlo salgo corriendo del vagón dejando mi violoncello, atril y partituras.
Derecha e Izquierda (que se bajaron en la misma estación que yo, pero se me perdieron en el bullicio y el tropel de la gente) posiblemente llegaran a concluir su concierto del día (creo que les vi levitar celestialmente sobre los peldaños de la escalera mecánica de la mano) en una Suite del algún lugar en esta ciudad, mientras yo estaré fumándome placidamente, y sin remordimientos a Wagner, tomándose un te frió, escuchando a Maria Callas y Nicolai Gedda, ella Carmen y él Don José, llenos por el polvo amarillo de alguna plaza perdida de mi amada España, a las tantas de la tarde entre abanicos, vino, claveles, rosas, mantones y sol calcinante. En aquella grabación del 64 en un Paris que ahora arde en desencuentros.
20 Comments:
Excelente historia... tambien los vi levitar celestialmente sobre los peldaños de la escalera mecánica de la mano... Muy bello.
Ya mismo lo releo, imperdible.
Te abrazo
MentesSueltas
Clap, Clap, Clap!!
¿Y qué importa qué tan viejito sea?
Ha sido magistral este retorno al ruedo blogueril después de tanto tiempo!!
TQMuchote!
p.d. Y no trabajes tanto,que las compañías de Botox tienen la producción comprometida hasta el 2015!!
Amigo hechicero
gran escrito has creado...
un gusto de visitarte de nuevo
mis saludos
Yo he terminado de leer pero aún escucho la música y siento el reto de los maestros enamorándose en cada nota febril.
Qué belleza.
Muchas gracias, Silmariat.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Estoy impresionado¡¡¡.Escuché música maravillosa en el silencio de mi habitación.¿De donde salió?...de la magia del Hechicero.Gracias por esta pócima.
Excelente y sudorosa historia , jejeje.
Será pedante decir que se es capaz de reconocer la belleza?.
Pues si es así, pecaré de ello.
Bello texto es.
Saludos.
Suna maravilla, criatura!!!!
Sabes que tengo ese cuadro de Klimt colgadito aquí, a mi derecha, cerquitica de mi escritorio para verlo y re-verlo???
Si no me crees, mira el último post de junio y lo verás ;)
Bessitos!!!
Silma, como siempre....leérte es un gran placer!!!
Disculpa mi desaparición temporal, estaba perdida, mas no muerta ni de parranda!!
Un besote grandototote!!
P.D. Espero que ya no estés tan cansado :D
Sensacional, amigo Hechicero.
Musicales calores pastosos.
Aquí, un frío que ni le digo.
Abrazo,
AAB
Delirios de calor y música! A quien no le ha pasado, verdad?
Una genialidad digna de quien puede hacer hechizos con las palabras :)
Un abrazo enorme, desde este frío y gris día de invierno sudamericano.
Hechizada por ese delirio que otrora fue tu inspiración pero que vale a pena retomar y divagar soslayada en tus letras y dejándome adormecer en ese ambiente de tu transformación anatema, lo lograste en mí.
Un abrazo saludable y feliz de haber salido de la clínica, aunque siga en aislamiento.
Leer este texto es como poner un visor en una puerta que da a la calle...se te abre todo un panorama.
Bello como siempre!!
Abrazos
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Amigo....gracias de nuevo por las historias...y también por la música!!!
Luisli
Pues vaya un agite pentagramado
desliz�ndose del barroco al romanticismo sin mucho protocolo
Vaya una angustia desdoblada a dos manos que adem�s se toman para alejarse de uno...juego de manos...
Que interesante encuentro con estas letras se�or y adem�s oportunidad para agradecer sino tarde al menos desfasadamente su visita y sus palabras al espacio de Los Cuentos Cortos y en las PETRUSCOsas
Por aqu� seguiremos ech�ndonos ojos y letras
Un abrazo
Que agradable entrada, realmente me encanta como escribes... Un saludo
Bellisimo.
Anna.
Escucho la música.
Siento los vapores.
Te acompaño hechicero.
De verdad, escucho la música.
¡Con razón insististe tanto!
¡Es un texto maravilloso!
¡Gracias!
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