martes, febrero 02, 2010

Hans, todos los otros o Giambattista y la historia.

Nosotros, los que nos llamamos seres humanos, justificamos, a veces, la vida intentando encontrar un hipotético punto de equilibrio con el poder. Jugamos con la balanza y no queremos, en la medida de lo posible, ser esclavos, como tampoco queremos ser llamados tiranos. Ese constructo mental, llamado poder, se convierte en un sutil y pesado velo que cubre todos los lugares de nuestra vida.
Algunos al tener poder lo ejercen dignificándose, otros sencillamente lo ejercen y son meras marionetas entre sus manos. Sucede como con la humildad que, según dicen que dijo San Francisco de Asís, es un don que al saber que lo tienes…, ya lo perdiste irremediablemente.
Nada es casual, nada.
Vengo de una historia compartida por muchos que ya tenemos más de cuarenta años, infancia de nestum, cerelac, nenerina, crema de arroz polly, “la salchicha Oscar Mayer significa, rica carne de primera calidad”-Aldemaro ataca de nuevo-, mucha mayonesa kraft, cheese whiz también de la kraft, salsa de tomate Heinz o/y Pampero, mucho, pero mucho Kool-Aid como para que ahora nos quiten lo bailao.
Fuimos unos chamos con rodillas peladas de mucho Zorro, Bonanza, El Gran Chaparral, de muchas pelotas de goma, de “el puente se ha caído…”, de “arroz con leche me quiero…”, pandillas guindadas en matas de mango -o de lo que se nos cruzara-, tarzanes y janes en ríos cristalinos o en largos días de playa con nuestros helados Tío Rico o Efe. Niñez de Sopotocientos, del topo Gigio y Gilberto Correa mandándonos a la cama, de la revista tricolor, de mi añorado Togolo y, completamente inevitable, Popy. Niños que conocimos la locha y éramos completamente felices volando zamuras en un parque a cualquier hora del día.
Somos una generación que asistió, “in situ”, en el marco perfecto de una tele a blanco y negro, en la maravillosa voz de Renny Ottolina, impávidos, la transmisión de la Misión Apolo XI. De mucho Sandro, Piero, Manzanero, Churumbeles, Claudia de Colombia, la Billo’s, Los Melódicos, Leo Dan, todos los gringos que la Motown y de las otras nos regalaban con sus hippies de colores chillones.
Soportamos campañas electorales donde la cancioncita era más importante que el contenido, jugamos con el pitico de piñerúa y nos sentíamos orgullosos de ser una clase media muy media sin ningún complejo caminando por los pasillos de CADA, Central Madeidense o un Victoria.
Un grupo variopinto que creció con el poder de la palabra, que se fortaleció -en mi caso- bajo la sombra de un par de abuelos de cuento -todos los abuelos son de cuento-, una generación que descubrió el bingo, las inocentes minitecas, los bronceadores para locos a punta de Coca-Cola, yodo, zanahoria, canela, aceite de coco pues la nota era ponerse, cual caraota negra, como lagartos al sol.
Eran tiempos del libro de puericultura de Lya Imber de Coronil. Momentos antes descubrimos que cada 5 años teníamos que pintarnos el meñique para demostrar que eras ciudadanos de un país.
Entre nosotros se hablaba italiano, portugués, algunos en inglés, otro pocos en francés, polaco, húngaro, ruso y hasta chino. Y la vida continuaba con sus magallanes, con sus leones, con sus tigres, con sus tiburones, con sus águilas y sus cardenales. Todos adecos, copeyanos, algunos cabezas calientes del Mas, algunos del Mir y otros del Mep. Pero todos venezolanos con su Polar o/y su Zulia en la mano.
Y reír era sano, se respiraba tranquilo, se llegaba a la casa, con algún que otro sobresalto, pero se llegaba. Y se reía, se respetaba. Ya sé, eran otros tiempos en donde la palabra, la mirada directa a los ojos y la palabra amistad tenía valor. La violencia nos la traía, cuando mucho, Tom & Jerry o el correcaminos… o “Alerta” con Eladio Lares, cuando por fin despertamos.
Algo cambió y nadie se enteró.
Evito, en lo posible, escribir sobre Venezuela. No sé cuando vale una barra de pan o el pasaje de Petare al Silencio y es de un fácil ser escuálido o rojo rojito bajo el frío inclemente europeo. Mi patria es donde trabajo, la que me da de comer, donde duermo. En Venezuela dejé, hace más de 10 años, familia, amigos, amores, sonrisas y lágrimas. Pero no debo olvidar que entre sus calles están mis raíces, el inicio de lo que fui, de lo soy, de lo que, seguramente, seré.
Hans no se equivocó, nunca se equivoca…, el emperador, en su infinita soberbia, no quiere saber que está desnudo, y seguirá, quizás más altivo, bajo el palio. Miles de palabras lo han escrito y yo espero que la frase de Giambattista “verum ipsum factum” se vuelva a cumplir.
Nada es eterno, ni las lagrimas.
Laureano escribir es un don, un don nada grato, no es fácil vivir con miles de voces e inventando futuribles. Siempre espero con hambre tus escritos. Me hace inteligente leer a gente inteligente.
Todo lo mejor para ti.

PS: La foto es la bandera de la República Bolivariana de Venezuela en Hungría, la tomé hace menos de un año. Noten el rotico, juro que no es Photoshop.

10 Comments:

Blogger IMAGINA said...

Esto es hermoso, Silmariat. Hermoso. Esta noche seguramente no duermo recordando todo lo que ya había olvidado.
Aceite con coca-cola para el bronceado. Oh Dios mío. Juró que lo usé y sobreviví.
Un besote,

martes, febrero 02, 2010 2:36:00 a. m.  
Blogger IMAGINA said...

El juró es juro sin acento en la ó.
Otro beso.

pd: palabras de verificación geniales; antes, cráter. Ahora, brota. Si seguimos, seguro que sale lava :-)

martes, febrero 02, 2010 2:38:00 a. m.  
Blogger Armida Leticia said...

Recuerdos y reflexiones, me gustó tu texto, me hiciste recordar aquel comercial de Coca-cola, que decía:
Quisiera al mundo darle hogar, y llenarlo de amor...¿lo recuerdas?, seguro que eras muy pequeño.

Desde México un saludo.

martes, febrero 02, 2010 6:31:00 a. m.  
Anonymous Lully said...

Hi dear Silmariat!!

Memorables momentos de tu infancia que me has transmitido con un halo sutil de nostalgia y profundidad a a la vez. Yo también tenía hambre de tus nuevos escritos y qué bien lo haces.

Me dejo llevar por tus letras y me encuentro con tu alma para sentir tu sentir. Qué bonito eres.

Casualidad o coincididencia ese "rotito" de la bandera en la imagen? No quisiera responderme éste mi propio cuestionamiento.

Lo mejor para tí también apreciado Silmariat!

martes, febrero 02, 2010 3:35:00 p. m.  
Blogger Carmelo Lattassa said...

Ultimamente hago algo que puede parecer ingenuo... envio amor, compasión... Somos un país que ha sido muy maltratado, así que mando amor, todo el amor. Compasión... si yo veo un poquito más allá comparto mi trocito de luz... Laureano Márquez y otros menos conocidos o más sufrirán y han sufrido. Sólo un poco más de compasión. Ayer fuí a ver INVICTUS, tengo el poema en mi blog y sinceramente coincido en la visión, el el hecho de que el amor, nos integra, nos realiza y nos da un sentido de la vida. Te quiero amigo mio, gracias por tus comentarios y por estar...

miércoles, febrero 03, 2010 1:40:00 p. m.  
Anonymous lully said...

A propósito, esta semana pude degustar un arroz con leche. Conté en casa sobre tu post y mi madre se encargó del resto.

Felicidades y lo mejor para tí apreciado Silmariat.

sábado, febrero 27, 2010 7:31:00 a. m.  
Blogger La Hija de Zeus said...

Que de recuerdos, mi preferido entre todos los que mencionas es el Topo Gigio.

De la Venezuela de ahora, una profunda tristeza...

un besototote

martes, marzo 30, 2010 2:34:00 a. m.  
Blogger Herbert Silva said...

Un abrazo grande desde nuestra ciudad. Ciudad, que por cierto, cae de rodillas ante el incendio continuado de su pulmón mayor; cae gris en un humo pertinaz que ahoga.

Tu texto es espectacular: lleno de nostalgia, de niñez y de una candidez audaz ante el recuerdo de nuestro gentilicio.

Me entusiasma mucho tener patria en tierras lejanas y en la palabra de un buen representante como tú...

Saludos
Herbert Silva
http://palabra-implacable.blogspot.com/

PD: Nos conocimos pana en tu visita al país en la primera clase del taller de dramaturgia con Mónica.

El mismo terminó y, con él, una gran experiencia que dio a luz a una obra escrita y que culminó hace unos días con una noche de tertulia magnifica en casa de Mónica con un grupo de personas realmente increíbles; creo que solo faltaste tú para vernos realizados.

jueves, abril 01, 2010 3:20:00 a. m.  
Blogger Pedro J. Sabalete Gil said...

Incluso enterándome a medias por los localismos de la entrada me lograste emocionar. Cuán poderosa es la palabra para levantar nostalgias.

Me alegro de volver encontrar la miguita de pan que te puso en mi camino.



Un abrazo.

viernes, mayo 14, 2010 5:21:00 p. m.  
Blogger gustavo said...

hechicero, se te extraña mucho. Hace falta leer más de tus escritos. ¿por qué nos abandonaste?

viernes, octubre 15, 2010 4:00:00 a. m.  

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