miércoles, septiembre 24, 2008

La vida de allá afuera

A veces estamos en sus manos, nos llega sin pedir permiso y se instala dentro de nosotros, nos entristece, se hace parte nuestra, nos conmueve, hace maravilla con nuestros sentimientos, con nuestros sufrimientos, nos relaja, nos estimula.


Ella actúa en nuestra psiquis, maneja nuestra ansiedad y hasta nuestro estado de ánimo puede cambiar, pues ella se transforma en un bálsamo. Tiene toda la capacidad y nos crea momentos de euforia e incluso tiene el don de aliviarnos el dolor. De producirnos placer y magnificarnos los momentos cuando ella está presente.


En buena medida el que nos despierte todas las emociones, que nos ponga la vida a cuadritos, nos dé por sentirnos grandiosos, el que sea más o menos bella, que sea abstracta, oscura depende -para variar- de las matemáticas.


Ella, amigos míos, de quién escribo es la dama que perfuma mis días desde que tengo uso de razón y cuidado si no más allá. Ella es La Señora Música.


Esas cinco rayitas, equidistantes y horizontales, que llamamos pentagrama, son como una gran formula matemática en que un ser, llamado músico, coloca los factores, que son las notas y que reparte a su antojo -supuestamente- compases, ritmos, melodías, escalas y silencios.


Uno de nuestros dolores de cabeza en la adolescencia, El Señor Pitágoras, fue el primero que estableció la relación entre la música y las matemáticas. Se dio cuenta que las melodías se podían medir por medio de razones de enteros. Descubrió que existía una relación entre tonos que sonaban armónicos y que los instrumentos de cuerda sonaban bien gracias a la distancia que separa una cuerda de la otra.


Pitágoras encontró que al dividir una cuerda a la mitad producía un sonido que era una octava más agudo que el original (Do al Do superior); que cuando la razón era 2:3 se producía una quinta (la distancia de Do a Sol) y que otras razones sencillas producían sonidos agradables. Si seguimos dividiendo en proporciones nos da la serie de armónicos. La presencia simultánea de esas frecuencias en un mismo sonido le confiere el color y lo percibimos como timbre depende de la cantidad de armónicos que tenga un sonido y de la intensidad de cada uno de ellos. Los seguidores y fans de Pitágoras de aquella época -siempre hay cerebritos-, Los pitagóricos, no sabían de ondas sonoras ni de frecuencias ni de cómo la anatomía del oído afecta la altura de un sonido. De hecho, la regla que establece que la frecuencia está relacionada con la longitud de la cuerda no fue formulada sino hasta el siglo XVII, cuando el franciscano, -y nos topamos, cuándo no, con la iglesia-, fray Marin Mersenne, definió algunas reglas sobre la frecuencia de una cuerda vibrando. Reglas para afinar, usadas todavía hoy.


Esas proporciones son las que definen la mayoría de las escalas y afinaciones que existen en las diferentes músicas del mundo. Aunque entre las diferentes culturas existe una gran diversidad de tipos de escala, lo cierto es que hay también una serie de similitudes. Lo que permite pensar que en músicas muy alejadas, geográficamente e históricamente, subyacen unos principios universales basados en conceptos matemáticos.


Conceptos como la simetría, las formas geométricas, las proporciones matemáticas rigen muchas creaciones artísticas del ser humano y le confieren su belleza. La danza, por ejemplo, conlleva una visión más dinámica del mundo de las proporciones. En ella las matemáticas se manifiestan en forma de procesos, desarrollos lógicos en acción. Muchas composiciones flirtean con la geometría, con patrones y frecuencias numéricas.


A lo largo de la historia, y en todas las culturas, la matemática y el arte han estando profundamente relacionados. La belleza de una rosa, de una escultura, de una fuga de Bach no ser’ia tal sin los principios matemáticos que encierran. Inconscientemente reaccionamos a esas relaciones matemáticas aun sin entender, son un lenguaje universal del que el ser humano se ha servido, se sirve y se servirá para crear.


El pasado 15 de septiembre, se cumplió un año desde que alguien tuvo el mal gusto de marcharse de ésta vida. Ese alguien no es otro que Aldemaro Romero Zerpa. A Aldemaro no se le puede catalogar, como músico, de un género específico. No se le puede denominar como folklórico, aunque su Onda Nueva se basa en la sustitución de el arpa, cuatro y maracas por el trío de piano -teclados-, bajo y batería. Tampoco es estrictamente un músico popular, aún su música se escucha en la radio por distintos cantantes y versiones, como también no se le puede denominar un compositor académico en el sentido clásico del término. Él fue todo y ninguno. Aldemaro en los tres ámbitos brilló con luz propia, creció y desarrolló una carrera envidiable. Aún más, analizando el movimiento musical de pasado siglo veinte venezolano, su obra no se puede ubicar en ninguna corriente, de allí su maravilla. No se le puede denominar “Pre-Nacionalista”, pues su obra académica no se origina en el siglo XIX, tampoco pertenece a la “Escuela Nacionalista”, de donde salieron Antonio Estévez, Evencio y Gonzalo Castellanos, Inocente Carreño, y condujera el maestro Vicente Emilo Sojo. Mucho menos de la corriente musical contemporánea, en donde están Federico Ruiz, Luis Morales Bance, Juan Carlos Núñez, AlfonsoTenreiro, Alberto del Mónaco, etc…, pues Aldemaro aparece mucho antes.


Un caso insólito, en la Orquesta Sinfónica Venezuela, durante décadas, la música de Aldemaro tuvo proscrita ya que era desconcertante, para los fundadores de la misma, que el músico venezolano de mayor proyección internacional no exhibiera una formación académica. Es, por además, irónico que uno de los valses venezolanos más hermosos y, según críticos, el mejor compuesto en Venezuela es su “De Conde a Principal”. Por ello, Aldemaro es único, un músico autodidacta al cual no se le puede ubicar en ninguna corriente y, al mismo tiempo, está en todas ellas. Un músico, compositor, intérprete, arreglista y ejecutante que ha influenciado a los músicos -académicos o/y populares- de los últimos años en Venezuela.



“El Pajarillo visto y desarrollado por Aldemaro Romero”



El joropo, decir joropo ya me ocasiona un problema. Si digo que es un aire musical típicamente venezolano, me creo un insalvable problema con mis amigos colombianos ya que ellos también lo toman como suyo. En fin, y rogando para que las estrellas me guíen, el joropo es un genero musical típico de los Llanos Colombo-Venezolanos, de compleja estructura, posee un endemoniado ritmo 6/8 llegando a un mustio 3/4 y hasta un 3/2, y es uno de los ritmos que más desconcierta a aquellos que han estudiado la música académica.


Supuestamente deriva del fandango, pero aquí se me genera otro problema. En el diccionario de autoridades, publicado en seis tomos por la Real Academia de la Lengua en 1735, define al fandango como “baile introducido por los que han estado en los reinos de Indias, que se hace al son de un tañido muy alegre y festivo”. En este sentido les dejo el testigo a los académicos, lo cierto que el fandango fue tal en el siglo XVIII que compositores académicos como el Padre Antonio Soler, autor del célebre “Fandango” y Domenico Scarlatti, creador del “Fandango indiano”, nos demuestran su importancia en el ámbito social de aquella época.


Volvamos a nuestras latitudes y no perdamos el hilo. El joropo, a parte de ser también un baile muy vistoso -El valsiao, el escobillao y el zapatito…, un tema largo para otro blog, quién se atreve?-. Digamos que el joropo, desde el punto de vista musical, es tan mestizo como nosotros mismos. En las cuerdas del arpa, del cuatro y de la bandola, además de su versificación -las décimas y las coplas- vemos la presencia europea. En la melodía impetuosa y divertida, podría ser el aporte de africano y en la estampa de las maracas, los capachos indígenas.


El joropo, en Venezuela, es un género increíblemente amplio. Para complicar un poco más la cosa, también se deriva en diferentes formas según la región del país. Joropo llanero, Joropo Central -y su Golpe Tuyero-, Joropo Oriental, Joropo Guayanés.


Sin complicarme mucho como joropo tenemos en Venezuela: Seis por Derecho, Zumba que Zumba, Periquera, Carnaval, Gabán, Chipola, Quirpa, Guacharaca, Corrido, San Rafael, Revuelta Tuyera, Seis con Yaguazo, Guabina, Los Cantiles, Fila de la Volvona, Velo Matrimonial, Cubanera, Gato Enmochilao, Llavajero, Seis Guayanés, Josa, Marisela, Seis numerao, Pasaje, Catira…, el más depurado sería El Pajarillo.


El Pajarillo…, aquí les dejo a Aldemaro, sólo él y su obra puede explicar muchísimo mejor que mis palabras.


En primer lugar, "Pajarillo". La versión que hizo Aldemaro, directamente del folklor, en el primer disco de "Onda Nueva". Voces: María Elena Peña, Zenaida Riera, José Ramón Angarita y Alí Agüero.


En segundo lugar. "Pajarillo" con la hermosísima voz de María Teresa Chacín , la letra de Manuel Graterol Santander, arreglos y dirección de Aldemaro Romero con la Filarmónica de Londres.


En tercer lugar. “Fuga con Pajarillo ” de Suite para Cuerdas. English Chamber Orchestra. Dirige Aldemaro Romero. El Joropo vestido de gala.


En cuarto lugar. “Fuga con Pajarillo”. Versión de Camerata Criolla y revisada por el mismo Aldemaro. Grabación en vivo desde el Teatro Teresa Carreño, junio 2002. Fusión de música académica y lo más genuino del folklore venezolano. El trabajo de las cuerdas es imperdible y según Alí Agüero excelente.


En quinto lugar, “Toccata Bachiana y Pajarillo Aldemaroso”, Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, director Rodolfo Saglimbeni. Grabación en vivo, gracias JuanPa. Es de todos los pajarillos de Aldemaro mi preferido. Las cuerdas son celestiales y los metales son como para quedar sin aliento por un mes. En algunos pasajes de la Toccata me recuerda la orquestación, que hizo Leopold Stokowsky a la Toccata y Fuga en Re menor BWV 565 de Johann Sebastián Bach para la película Fantasía de Walt Disney. Colaboración que le trajo más de un dolor de cabeza al director de la Orquesta de Philadelphia. Los puristas atacaron de nuevo y no le perdonaron a Stokowsky orquestar la partitura de Bach -original para Órgano tubular- a orquesta filarmónica. El tiempo le ha dado la razón ya que toda orquesta que se aprecie interpreta dicho arreglo.


Este post no es sólo para recordar que hay un genial músico venezolano llamado Aldemaro, es una excusa para regalarles a todos los venezolanos, que viven en el exterior, un trocito de lo nuestro.

Es también mi íntimo regalo a mis “4 gatos” y, sobre todo, a mi Amada Emperatriz China, que cumplió años y me espera fumando -espero no sea opio- en Shanghai.


Todo lo mejor para Ustedes.



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