jueves, mayo 22, 2008

2…, por 1.


Nenúfar

2…,

La vida pasa, lo sé y en ello no soy nada, pero nada, original. Cada día tenemos la oportunidad en escribir algo en el gran libro de los libros. Podemos hacer lo que queramos en esa página, en esa página única del hoy. Desde un triste o humilde garabato a la novela nunca antes escrita. Podemos poner una mancha del color que más rabia nos dé o pintar el cuadro más hermoso creado por el hombre. Allí también está el pentagrama, de nosotros depende poner las suficientes notas equilibristas, el tempo, las ligaduras, trinos, los acordes y crear el sonido nunca escuchado, el sublime momento de un si bemol perdido en la inmensidad del cosmos o dejar "Ad líbitum" que el sonido crezca. Sentir el trémulo brillo de nuestra existencia y hacerlo eterno. En ello somos libres, tan sólo somos nosotros lo que decidimos que poner, colocar, quitar.

También tenemos la potestad de arrancar esa página, hacer un montoncito de papel y olvidarnos de “ese” día.

Desde hace un tiempo he querido escribir este post. Tengo tiempo dándole larga, pues no sabía cómo poner en palabras lo que la vida me regala, las experiencias que vivo. Lo maravilloso que ha sido compartir con tanta gente maravillosa. Todo lo aprendido, todo lo hermoso que es mirarse en otros ojos y aprender de ellos -Gracias sean dadas, por toda la eternidad, a mi amada y querida Emperatriz China-. Debe ser la edad que me hace ver las cosas desde otro punto de vista, también debe ser que lo cursi se me hace pastoso y presente. Hoy, por ejemplo, le comenté a un amigo que, a nuestra edad, la vida es de sibaritas. Debemos tomarla toda pero no hay que atragantarse, ser como los sibaritas que comen de todo pero con…, mesura. Templanza le llaman los antiguos.

También la vida nos golpea, cuando menos lo esperamos, y hasta en ello debemos estar preparados.

A mis cuatro gatos -Ña Tongolele, creame, yo si tengo SÓLO cuatro gatos- les comenté, durante mi viaje a Venezuela, que me estoy preparando, a éstas alturas de mi vida, a las despedidas. Ya es hora de que objetivamente, y sin pasiones tontas, aceptar que existen personas que se irán de mi fiesta cuando menos me lo espero. Personas que tendrán el mal gusto de marcharse antes que yo.

A Ella la conocí allá por el año 1979. Era la hermana del esposo de una profesora de bachillerato. Una matrona de las de antes. Era todo un personaje y escrutaba todo desde su atalaya medieval. Era la reina de su reino, sus fieles vasallos eran Brito y el Chino. Su dictamen era inapelable en su mundo de papel, reglas, tipos, la temible guillotina del fondo y olor a tinta fresca. Luego, tiempo después, lo fue en su mundo de vidrio, marcos "Maria Luisa", espejos, montones de estampas, cuadros, óleos y cristal. Entré a su casa, a su galería privada de autores valencianos y las envidiables marinas de Cañas. Entré a su casa y me anidé en ella. Descubrí que se encuentra un hogar azul y brillante de la mano de su hija. La hermana que nunca tuve. Hubo Castillos de Hielo, "Toquionesas" que nació un 21 de junio de 1979, bailes en Barbarella, mucho "Amor verdadero" del Colón y su tombón, muchas playas, carnavales, días largos, días cortos, algunos llantos y sonrisas. Siempre sonrisas.

La vida nos entrega, sin preguntarnos ni consultarnos, esas cosas que debes aceptar sin protesta posible. Llegamos y allí están. Un idioma, una patria y hasta una familia. Nosotros, de puro osados, construimos otra familia mientras vivimos, nos llenamos de otras madres, de otros padres, de otros hermanos, tíos, primos, sobrinos. Para redondear la familia que ya de por sí tenemos.

Ella se convirtió en otra madre para mí, esa madre putativa que uno debe conseguir por la vida y te jala las orejas, mejor y/o peor, que nuestra verdadera.

Ella era temible, una virgo por los cuatro costados. Doña Columba y Don Rafael -sus padres, es decir, mis abuelos putativos- temblaban al verla llegar. Era toda una Doña Querre-querre, pero con un corazón más blandito que mantequilla sobre una cachapa recién cocida.

Por Ella -movió cielo y tierra para que yo lo lograra- me encaramé en un escenario y construí un efímero sueño entre luces de colores.

Ella fue el “intléplido voladol” con un par de bolsas de CADA, con sus lentes a lo Jacqueline Kennedy, y su sobrina y su hija y yo muertos de la risa.

Ella y nuestra indigestión de queso fresco. Ella peleando con todo mundo pero al final riéndose con todo el mundo. Ella y el “bienmesabe” más rico del mundo. Ella y sus fotos con el cabello con obeliscos sesentosos y vestidos de bacterias a gogó.

Ella enseñándome a compaginar talonarios de facturas y hacer circulitos con el índice, sobre inmaculadas resmas de papel, para hacerlas, como por encanto, manuables.

Ella y sus montones de historias. Ella y su mirada de águila imperial. Ella y sus tantos tantos. Ella que casi me parió, su hijo es mayor que yo sólo por 7 horas…

Últimamente, cada vez que viajo a Valencia Venezuela, me quedo corto en mi “conferencia de prensa” -así llaman mis amigos a mis viajes, pues yo no voy de vacaciones si no de gira según otros- y me era imposible verla. Mi familia verdadera me toma todo el tiempo y de vaina tengo tiempo en ver a mis amigos.

El jueves pasado fui secuestrado por una amiga común y me llevó a verla. Hacía 5 años que no le veía los ojos ni le escuchaba la voz “in situ” y surtió el milagro. Es increíble cuando el amor verdadero nace entre los iguales.

“Los amores que se tienen en la vida nunca se olvidan…” decía Ilan en aquella canción de los primeros 80’s con toda razón. Allí estábamos, ella y yo, en nuestro particular “memoria y cuenta”, volvimos a reír, a abrazarnos, a recordar momentos, mientras Nini -nuestra mutua amiga, una hija más de ella y una hermana más para mí- y Dolores -su hermana, es decir mi tía- eran casi mudas testigos.

Nos despedimos con la promesa del vernos el próximo mes.

No hubo chance, no va a poder ser. Ella se fue. Ella, Doña Querre-querre se fue de mi fiesta dos días después. Se me fue sin despedirse. Ella genio y figura. Lloré el domingo pasado, no pude ir a rendirle mi cariño…, no me fue posible. Lloré mirando el mar, a la multitud de gaviotas escuchando guarachas y hasta un mambo. Puse música mientras lloraba y me quedé sin voz.

“…volvamos a entender que el amor es el derecho y el deber” a veces somos tan lentos en entender.

Hilda…, qué vaina contigo. Y ahora cómo le vamos hacer? Cuándo volvemos a compartir sonrisas?

Tan sólo se me ocurre volverte a darte gracias. Y pensar que de ello hablamos, de lo inmensamente agradecido que estoy del haber compartido un instante del maravilloso instante que es todos los instantes de una sonrisa. De tu sonrisa.

Gracias por las sonrisas aunque mis ojos aún estén llenitos de húmedos brillitos por tu despedida.

por 1.

Hoy tengo los sentimientos encontrados. La vida, para variar, te da simas y cimas. Ayer se le concedió el Premio Príncipe de Asturias a mi orquesta. Esa que José Antonio soñó allá un día de 1975 y pienso, me es inevitable, en Elida, Florentino, Antonio, Cheo, Matilde, Verónica, Juan Pablo, Izcaray -mi director-, Micaela y su violoncello, Martha, Andrés, Joaquín, Mary Schwarzenberg -esa señora tiene un pacto con el diablo, fue maestra de 4to grado de mi madre, allá en el colegio Peñalver, y está igualita-, mis clases de teoría y solfeo, el do-sol-re-la de mi violoncello –por qué no inventamos un violoncello con trastes…, te acuerdas Elida?-, aquellos endiablados “armónicos falsos”, Micaela con sus dedos sangrando a punta de pizzicatos. Mauricio con sus timbales…, a la maravillosa Morella Muñoz.

Espero que el primo, Dudamel, nos deleite tocando el violín. Será que Pablo Canela aún vive o los guaros son geniales, por algo Barquisimeto es la capital musical de Venezuela.

Si quieren vibrar –aunque, para mi gusto, está un poquitin acelerada- busquen en youtube Danzón Nro 2 de Arturo Márquez interpretada por mi orquesta y sonrían.


Todo lo mejor para Ustedes.


PS: Éste no era el post que tenía preparado, una vez más la vida decide. El próximo es, pretendo, sobre mi intolerancia.

jueves, mayo 08, 2008

Aquella música lejana… (Serie de 3, última entrega)

Puerto de Santander

De repente allí estamos, con los sentimientos espejos rotos y, vanamente, tratando mantener el tipo. Nos dibujamos, lo mejor posible, una sonrisa, respiramos profundo y la vida continúa. Cuántas veces nos ha sucedido. Lo peor es cuando se tiene algunos años y ya tenemos suficiente kilometraje como para saber algunas verdades de todas las verdades.

“Vivimos en un melodrama en el mejor tipo de Libertad Lamarque o de cualquier heroína cuarentona escapada del cine mexicano.” Me decía Migdalia, estrenando rol, divorciándose de su “amor para toda la vida”, fumándose un cigarrillo, cual María Felix, tragándose las lágrimas y ellas, las lágrimas, haciendo garabato en su maquillaje. “La vida se nos convierte en un bolero, desafinado y mal cantado”.

Y allí estamos, completando los discos que nos faltan en nuestra particular rocola. Llenando de nuestras vivencias las letras cantadas por otros, suspirando suspiros prestados.

La primera vez que tuve conciencia de algo llamado bolero, fue escuchando a Chucho Avellanet cantando canciones de María Grever, “Así…, siempre así…, siempre te amaré…, así…” apuñalando, a mansalva, cuanta adolescente, y no tan adolescente, se le atravesara por el camino. Corrían veloces los últimos sesentas –lo de antiguo no es metáfora- y yo escuchaba a Nilda, hija la vecina de mi abuela "La Filósofa" , aniquilar todas las notas musicales. Ella era la asesina de las canciones de Felipe Pirela, Leo Dan, Roberto Carlos, Piero, Leonardo Favio, Marco Antonio Muñiz, Enrique Guzmán, Los Cinco latinos, Palito Ortega, Cesar Acosta, Rocío Durcal -antes Juan Gabriel-, Armando Manzanero, Sandro, Elio Rocca, Nicola Di Bari y hasta mi abuelo, la paciencia tiene un límite, casi le quitaba la copa, cuando cantaba “Frente a una copa de vino” de Luisito Rey.

Bueno, algo debo agradecerle a Nilda "la desafinada", el saber que cuando no se tiene algunos dones, es preferible no cantar…

Y así siguieron, por mi vida, apareciendo cantantes, canciones, baladas que llegar en el momento que menos lo esperamos. Canciones que son boletos directos a la nostalgia. Nos llevan a aquella sonrisa, aquella mirada y nos quedamos viendo lejos, sin palabras.

La cosa empeoró con las canciones gringas, italianas y, los más osados, francesas -el mayo francés del 68 también trajo lo suyo, Charles Aznavour cantando en español no fue de gratis-. Era ver a mis tías, y a sus amigas, como peces fuera del agua, por los rincones decorando los primeros años de mi niñez.

A veces, cuándo menos lo esperamos, una canción nos trae un largo pasado, él cual, ya pensábamos era olvidado, completamente muerto y eternamente sepultado. Pero no, allí está, sacándonos la lengua, mofándose de nosotros y la vida continúa.

O peor aún. De repente nos regalan una canción y nos dicen sin anestesia: “Escuché algo y pensé en ti”.

Hace un tiempo, un pasado volvió y me regaló no una, si no dos canciones –quieres chocolate, pues allí te van dos tazas, recaliente y superespeso- y los futuribles, nunca cumplidos, se hicieron presentes.

Y, allí estaba yo, pensando que si hubiera pasado aquello, hubiera, hubiese sido lo otro. Los hubiere son tantos, pero no fueron, no son y jamás serán. Este post lo tenía pensado desde hace un año, su verdadero título era: “Canciones que te joden la vida”, pero luego de madurar la idea, nada en el mundo puede joderte la vida si tú no le das el poder. Además, la música siempre me ha acompañado -y espero siga- regalándome instantes maravillosos, momentos intensos, sencillamente instantes míos, instantes que regalo, instantes que disfruto.

Por ejemplo: Hace una semana me levanté recordando a Nilda y terminé, sabrá Dios por qué, cantando una canción de Claudia de Colombia mientras me cepillaba los dientes y reía, por Dios que Ustedes no saben cuánto me reí, por lo inusitado de la situación. La pasta dental y “Tú me haces falta” no pega, sencillamente no va ni con cola. Mi adorada Emperatriz China, cuando se lo comente, muerta de la risa, me dijo: “No será que tienes una conexión directa con radio Caracol”

En definitiva soy musical. Asquerosamente musical, pero tranquilos no pienso agobiarles con la lista de mis canciones, mis cantantes, mis temas…

Tan sólo les regalo una de las canciones que me regalaron y saquen sus propias conclusiones.


Todo lo mejor para ti.

PS: Regálame una canción y dime el por qué. Por cierto, estaré en CCS el 17 de mayo.

Nota: Gracias Leda por ese instante, la Caracas nocturna se veía perfecta entre la lluvia, allá en los ochenta, mientras Jordano cantaba su manantial, Montaner se presentaba en el Teresa, nosotros jugábamos a vivir y soñábamos en tantos futuribles. Eres parte de mi historia, gracias por tus dos tazas.