jueves, enero 24, 2008

CENA PARA DOS.


Madrid se vistió, éste enero, de primavera en pleno invierno.

Madrid primavera en pleno invierno

Él le prometió una cena. Después de un rocambolesco viaje, por media geografía española y luego volar por el Corte Inglés de la Plaza Callao, en búsqueda de los ingredientes perdidos, allí estaban, cargaditos de bolsas, paquetes y un sin fin de historias por contarse. Él, al fin, se encerró, a cal y canto, en la cocina. Migdalia se quedó en la sala, torturada por el olor que veía detrás de la puerta, leyendo revistas y escuchando música de otros mundos.

Primer Plato:

Ingredientes:

-un diente de ajo.

-un paquete de angulas frescas, unos 200 gramos.

-vinagre balsámico blanco.

-vino de jerez.

-pimienta recién molida.

-un trozo generoso de salmón ahumado.

-eneldo fresco.

-aceite de oliva extra virgen.

-sal al gusto, muy poca por cierto.

Se corta, en finas laminas, el diente de ajo. Se toma una sartén y, a fuego medio, se colocan las laminas de ajo con 2 cucharadas generosas de aceite de oliva. Importante no dejar que se marchiten, cuando miramos que alrededor del ajo apenas tornan de color, se retiran. La idea es perfumar el aceite. Luego, y después de retirar el ajo, se colocan las angulas y se dejan cocinar por un par de minutos a fuego muy, pero muy lento. Se remueve un instante, con una cuchara de madera, se retira del fuego, se tapan pero previamente se riegan –generosamente- con un chorro de vino de jerez.

Mientras dejamos enfriarse un poco las angulas, pasamos al salmón.

Tomamos el salmón y lo cortamos en coquetos dados, lo salpimentamos al gusto, lo colocamos en una pequeña vasija y lo cubrimos en aceite de oliva, lo dejamos allí mientras disfrutamos cortando el eneldo.

Luego de cortar el eneldo…-y ensuciar media cocina…, inevitable- vamos a la lechuga. En este momento me doy cuenta que no nombré lechuga entre los ingredientes. Pero es una ensalada y, generalmente, una ensalada lleva lechuga, mucho mejor cuando son de distintas texturas. En fin, tomamos las lechugas y las cortamos groseramente y la lavamos meticulosamente. Después la escurrimos muy, pero muy bien –llegando al mucho-.

En éste momento sacamos el salmón de su ducha de aceite y lo pasamos por el eneldo. En esto no exagerar, digamos que es sólo un toque de eneldo por las distintas caras de los dados de salmón.

Tomamos un cuenco la suficientemente grande como para mezclar la lechuga con el aceite donde ahogamos al salmón, lo usamos para hacer una suave vinagreta al gusto con el vinagre balsámico blanco, poquísima pimienta y un chorrito tonto de limón -opcional-. Luego de mezclar la lechuga con la vinagreta, la separamos en dos partes.

Ahora viene lo más bonito. Una parte de la lechuga la mezclamos con las angulas y otra con el salmón.

Emplatamos, separadamente ambas preparaciones y vemos nuestra “Doble ensalada de angulas perfumadas al aglio y de salmón vestido de esquirlas sobre la verde marea”.

Segundo Plato:

Ingredientes:

-Un par de generosos trozos de atún fresco, gruesos como de una pulgada, como mínimo.

-mixtura de pimienta recién molida.

-aceite de oliva extra virgen.

-espárragos largos, delgados y tiernos.

-Sal marina en hojuelas.

Atún como para 4 personas

Se cubre, con una sutil capa de pimienta recién molida, y se pinta, con un poco de aceite de oliva extra virgen, cada trozo de atún. Luego se cocina sobre el grill sólo lo suficiente. Se voltea con sumo cuidado para evitar que se rompa.

Los espárragos, si se da el caso, se pelan, se cocinan al dente y luego se terminan de cocinar sobre el grill. A veces el microonda funciona en estos casos, la premura a veces no es buena.

Al terminar de cocinarse el atún, se emplata de la siguiente forma. Se coloca, cada uno de los trozos, en el medio de un gran plato. Se colocan los espárragos tratando de hacer rejilla sobre cada uno de los trozos de atún y se corona con una sutil lluvia de hojuelas de sal. No abusar de la sal, la idea es descubrir el sabor de cada ingrediente. "Lomo de Atún enjaulado y nadando entre sus jugos".

El Postre:

Lo describo.

En cada copa se colocó un fondo de helado de chocolate, en éste caso fue un realizado con cacao del Ecuador, con mucho cuerpo y textura. Sobre dicho helado dejamos dormir unas cuantas -muchas- frambuesas frescas y las cubrimos con un maravilloso sorbete de fresas perfumado con pétalos de rosa. Les juro que era la gloria.

Miles, miles, miles

Se me olvidaba…, durante la cena se brindó con las increíbles burbujas de la Veuve Clicquot Yellow Label…, no se puede pedir más.

La noche se tornó perfecta, no hubo velas ni media luz. Tan sólo el dulce murmullo del soundtrack de “The Bridges Of Madison County” y una maravillosa Dinah Washington. Muchas risas, suficiente miradas.

En ello, casi al final de la cena, la mirada de Migdalia bajó. Respiró lentamente, tan lentamente mientras subía la mirada y le miró directamente a los ojos, ladeando su cara un poquillo a la derecha. Subió la mano izquierda, hasta acariciar, casi jugar, un coqueto mechón de su cabello…, para dejar que su cara se posara en su mano, un segundo después, esbozó una sutil sonrisa y le preguntó, casi como un susurro:

_Tú..., cómo que me quieres seducir?

Aún, ambos, se están riendo.



Todo lo mejor para Ustedes y, creo, les debo una cena o dos.




sábado, enero 12, 2008

MALEV y los vuelos

Este año comenzó de una forma maravillosa, un amigo me informó, en los últimos instantes del 2007, que Arte.TV presentaba Réveillon à Caracas” un programa producido por las ZDF con la Orquesta Nacional Simón Bolívar y Gustavo en la batuta. Pensé grabarlo y le dije a mi Ave Migratoria que lo hiciera. Pero nada, se le olvidó y cuando se lo recordé ya era demasiado tarde. Llegó la media noche, los brindis, el abrazo, el beso y las llamadas de rigor.

Mi pareja y yo somos originales, esperamos en fin de año en piyamas, el último mes no fue muy suave que digamos y estábamos tan cansados como para salir de fiestas.

En eso lo recordé. El programa terminaba pasada la medianoche y traté ver los últimos minutos.

Y se produjo el milagro. En ese preciso momento Gustavo iniciaba “Fuga con Pajarillo” de Aldemaro Romero. La emoción aún me llega al escribir esto y lloré. Traté explicarle a mi Ave Migratoria lo que me sucedía, pero de mi garganta no salió ningún sonido, sólo una sonrisa, perderme entre sus manos y muchas lágrimas. De esas dulces, de las bonitas…, de las que riegan y dan cosecha.

El primer día del 2008 iniciaba de la mejor forma y decreté que iba a ser un año estupendo.

El segundo día, luego del trabajo –no hemos parado desde los primeros días de diciembre- por esas raras cosas de Internet y sus extraños caminos, me encontré con alguien que estaba perdido hace 20 años. Un escueto mensaje de “por casualidad eres tú” me regaló la sonrisa de un amigo. Inmediatamente me comuniqué con Mi Amada Emperatriz China y ella ordenó el estreno de nuevos amaneceres, su sonrisa coronó al sol y perfumó la vida de colores.

El tercer día tomaba mi primer vuelo, Zürich, y visité la castañuela de la mirada de Laurencia, unas copas de vino color sangre, el murmullo de Ñol, al pícaro de su hijo, el bla-bla-bla divino entre amigos, para terminar caminando, luego de la cena, con mi Ave Migratoria, camino al Hotel, por un Zürich desierto y frío.

El cuarto día…, viaje a Berlín. Hace un año conocí a Gaviota…, algún día les contaré quién es ella. Lo cierto que por ella terminé -luego de caminar por un Berlín helado a seis grados bajo cero- en un Teatro viendo a Mary Christmas . Para hacer el cuento corto, es un show unipersonal donde Mary satiriza de la vida en Alemania, la navidad y sus cosas, se cambia varias veces de vestuario, canta con una afinadísima voz de mezzosoprano, juega con el público y luego, al final de su espectáculo, a la vista de todo el auditorio, se desviste, se desmaquilla y aparece, frente a nosotros, un hombre común y corriente. En ese momento el teatro se cae en ovaciones, él se despide y vuelve al escenario varias veces, para al final, como hombre, nos regala 4 canciones con su voz de barítono de pobladísimo registro medio bajo.

La última de sus canciones, una canción por demás dulcísisma, fue un golpe a todos en el teatro.

Narraba de su vida con su pareja, fallecida hace algún tiempo por HIV. En la canción nos contaba que su pareja, casi siempre le preguntaba, “Warum sags du nie, ich liebe dich” -por qué nunca me dices, te amo?-. Él le respondía que no era necesario decirlo, pues él estar juntos, con las pequeñas cosas, es demostrar el amor. Terminó la canción y no volvió a salir.

A la salida del teatro las lágrimas regaron la fría noche berlinesa, vistió de luces media Unter der Linden y la Friedrichstrasse, dejándolas hermosas…, les debo las fotos, pero en esos momentos una cámara distorsiona.

El quinto día a Stuttgart…, en nuestro concierto Shopiniano sin piano y con rebajas, entre risas recordamos lo peligrosos que puede ser los “Kartoffel puffer” a media noche y congelados -ese es un post que DEBO escribir-. Sobre todo cuando quién los hace, se le quema el agua hervida y les juro que no es metáfora.

Enero 2008 Berlin y Stuttgart 013

Y desde el sexto hasta hoy…, trabajar.

Saber que existe gente maravillosa, de esas que con su sola presencia aligeran la pesadumbre del vivir. Que existen personas que te regalan sonrisas, que te perfuman la vida. Las que te colman de dones, de suspiros largos, miradas risueñas, te dan rocío por estrenarse, nubes verdes y orquestas sinfónicas tocando a Wagner en la madrugada.

También existe de las otras, las plomáticas y grises, esas que desafinan, que siempre ven el lado oscuro de la luna. Las que están detrás de las ventanas para acusar, juzgar y condenar. Las perfectas, las dignas e inequívocas. Las que no aceptan cenas ni regalos, están más allá del bien y del mal. Las que no dan nada y como agujeros negros te roban, te exigen hasta tu sombra. Es bueno que existan, pues hasta el sol tiene manchas y uno aprende de ellos a no llenarse de su arrogancia, de su sordera y ellas llegan al colmo de sentirse ofendidas. Algunos dioses son así, larga vida a los pequeños dioses pequeños y grises.

Uno aprende, a pesar de todo, que la palabra humildad es posible y existe. Uno aprende.

Aún me quedan las llegadas de algunas tarjetas navideñas en enero y quizás febrero. Sembrando mis días de pan de jamón, gaitas -terror de todos los terrores- y sus lustrosas letras deseándome para bienes. Saber que las mías están llegando a cuenta gotas –ya les llegó a mi Reina de las Piedras Azules en Manaos-, llamadas telefónicas con cascabeles y brillante música e inquietantes videos.

Saber que éste año es maravilloso y que sus días vienen con todas las posibilidades de ser. Señores les regalo mi año nuevo, yo por mi parte aprenderé de todos sus divinos días. Creo que salgo ganando.


Todo lo mejor para Ustedes.


NOTA: Me disculpo, el tiempo se me escapa y las postergaciones me pasan factura.