CENA PARA DOS.
Madrid se vistió, éste enero, de primavera en pleno invierno.
Él le prometió una cena. Después de un rocambolesco viaje, por media geografía española y luego volar por el Corte Inglés de la Plaza Callao, en búsqueda de los ingredientes perdidos, allí estaban, cargaditos de bolsas, paquetes y un sin fin de historias por contarse. Él, al fin, se encerró, a cal y canto, en la cocina. Migdalia se quedó en la sala, torturada por el olor que veía detrás de la puerta, leyendo revistas y escuchando música de otros mundos.
Primer Plato:
Ingredientes:
-un diente de ajo.
-un paquete de angulas frescas, unos 200 gramos.
-vinagre balsámico blanco.
-vino de jerez.
-pimienta recién molida.
-un trozo generoso de salmón ahumado.
-eneldo fresco.
-aceite de oliva extra virgen.
-sal al gusto, muy poca por cierto.
Se corta, en finas laminas, el diente de ajo. Se toma una sartén y, a fuego medio, se colocan las laminas de ajo con 2 cucharadas generosas de aceite de oliva. Importante no dejar que se marchiten, cuando miramos que alrededor del ajo apenas tornan de color, se retiran. La idea es perfumar el aceite. Luego, y después de retirar el ajo, se colocan las angulas y se dejan cocinar por un par de minutos a fuego muy, pero muy lento. Se remueve un instante, con una cuchara de madera, se retira del fuego, se tapan pero previamente se riegan –generosamente- con un chorro de vino de jerez.
Mientras dejamos enfriarse un poco las angulas, pasamos al salmón.
Tomamos el salmón y lo cortamos en coquetos dados, lo salpimentamos al gusto, lo colocamos en una pequeña vasija y lo cubrimos en aceite de oliva, lo dejamos allí mientras disfrutamos cortando el eneldo.
Luego de cortar el eneldo…-y ensuciar media cocina…, inevitable- vamos a la lechuga. En este momento me doy cuenta que no nombré lechuga entre los ingredientes. Pero es una ensalada y, generalmente, una ensalada lleva lechuga, mucho mejor cuando son de distintas texturas. En fin, tomamos las lechugas y las cortamos groseramente y la lavamos meticulosamente. Después la escurrimos muy, pero muy bien –llegando al mucho-.
En éste momento sacamos el salmón de su ducha de aceite y lo pasamos por el eneldo. En esto no exagerar, digamos que es sólo un toque de eneldo por las distintas caras de los dados de salmón.
Tomamos un cuenco la suficientemente grande como para mezclar la lechuga con el aceite donde ahogamos al salmón, lo usamos para hacer una suave vinagreta al gusto con el vinagre balsámico blanco, poquísima pimienta y un chorrito tonto de limón -opcional-. Luego de mezclar la lechuga con la vinagreta, la separamos en dos partes.
Ahora viene lo más bonito. Una parte de la lechuga la mezclamos con las angulas y otra con el salmón.
Emplatamos, separadamente ambas preparaciones y vemos nuestra “Doble ensalada de angulas perfumadas al aglio y de salmón vestido de esquirlas sobre la verde marea”.
Segundo Plato:
Ingredientes:
-Un par de generosos trozos de atún fresco, gruesos como de una pulgada, como mínimo.
-mixtura de pimienta recién molida.
-aceite de oliva extra virgen.
-espárragos largos, delgados y tiernos.
-Sal marina en hojuelas.
Se cubre, con una sutil capa de pimienta recién molida, y se pinta, con un poco de aceite de oliva extra virgen, cada trozo de atún. Luego se cocina sobre el grill sólo lo suficiente. Se voltea con sumo cuidado para evitar que se rompa.
Los espárragos, si se da el caso, se pelan, se cocinan al dente y luego se terminan de cocinar sobre el grill. A veces el microonda funciona en estos casos, la premura a veces no es buena.
Al terminar de cocinarse el atún, se emplata de la siguiente forma. Se coloca, cada uno de los trozos, en el medio de un gran plato. Se colocan los espárragos tratando de hacer rejilla sobre cada uno de los trozos de atún y se corona con una sutil lluvia de hojuelas de sal. No abusar de la sal, la idea es descubrir el sabor de cada ingrediente. "Lomo de Atún enjaulado y nadando entre sus jugos".
El Postre:
Lo describo.
En cada copa se colocó un fondo de helado de chocolate, en éste caso fue un realizado con cacao del Ecuador, con mucho cuerpo y textura. Sobre dicho helado dejamos dormir unas cuantas -muchas- frambuesas frescas y las cubrimos con un maravilloso sorbete de fresas perfumado con pétalos de rosa. Les juro que era la gloria.
Se me olvidaba…, durante la cena se brindó con las increíbles burbujas de la Veuve Clicquot Yellow Label…, no se puede pedir más.
La noche se tornó perfecta, no hubo velas ni media luz. Tan sólo el dulce murmullo del soundtrack de “The Bridges Of Madison County” y una maravillosa Dinah Washington. Muchas risas, suficiente miradas.
En ello, casi al final de la cena, la mirada de Migdalia bajó. Respiró lentamente, tan lentamente mientras subía la mirada y le miró directamente a los ojos, ladeando su cara un poquillo a la derecha. Subió la mano izquierda, hasta acariciar, casi jugar, un coqueto mechón de su cabello…, para dejar que su cara se posara en su mano, un segundo después, esbozó una sutil sonrisa y le preguntó, casi como un susurro:
_Tú..., cómo que me quieres seducir?
Aún, ambos, se están riendo.
Todo lo mejor para Ustedes y, creo, les debo una cena o dos.