miércoles, septiembre 20, 2006



Le conocí cuando era quizás una blástula o estaba en los primeros días de su estado de morula. Lo cierto que aun recuerdo cuando su futura madre me abordó en las escaleras de la universidad, y completamente discreta, como siempre ha sido ella, me gritó un “Estoy preñá…, coño!!!”. Yo estrené, lo mejor que pude y sin previo aviso, mi versión, -corregida, ampliada y mejorada- de la carita de una estampita del “Sagrado Corazón de Jesús” y ella volvió a decirme, tipo fin de la 1812 de Tschaikowsky, con cañoncitos y todo, “…Y no me vas a decir un carajo!!!”

En fin, así era ella por los siglos de los siglos…, amen!!!

Más de una vez le hablé de las ventajas de un buen preservativo o de la píldora. Aun el HIV y familia no causaba el estrago de ahora. Pero ella no, con el preservativo no sentía igual, y la píldora le daba dolor de cabeza, en el mejor de los casos. Bueno, supuestamente ella jamás de todos los jamases usaba esos artilugios. Ella era pura, pura, purisima…, tiempo después aceptó cambiar la “r” por la “t”. San Fellini nunca se equivoca “Puta una vez…, puta siempre” y yo no estoy por la labor de tirar la primera piedra…

Lo cierto que ella siempre venía, me contaba, lloraba y se volvía ir. Yo, como su amigo, siempre la veía venir, la escuchaba, le secaba las lágrimas y la veía marcharse.

Terror de todos los terrores…, ella hija única, padre ultracatólicos, con todos los problemas “resolvidos” como decía aquella patética figura de nuestra política nacional. Ella, bella, con un cuerpo de película, que tocaba el piano, cantaba y era una más que aceptable violinista. Ella con sus tres idiomas, inteligentísima hasta que le tocaran los sentidos, terminó ella viviendo su “Ligia Helena la candida niña de la sociedad, se ha fugado con un trompetista…” que ni era trompetista ni era ná…

Sus padres muy Juan de Zurbarán y ella muy Jean Honoré Fragonard. Y, era de esperarse, todos sus amigos fuimos los culpables. Por aquello de las malas compañías. Su madre nos colocó la peor cara posible, se enrolló entre rosarios y misas perpetuas pidiendo perdón al Altísimo por el terrible pecado de su hija, y su padre se volvió autista justo cuando traspasaba los muros de la casa con su ambiente eléctrico y alguillo desagradable.

El padre, él de la criatura. Durante meses se desvaneció como una nube de verano, se volvió suspiro y aquellas noches viendo la luna escuchando, entre besos eternos, a Jordano con sus “Días de junio”, construyendo palacios de arena, pasaron al olvido. Y desde entonces se volvió movimiento de mago. “Ahora lo ves, ahora no lo ves”.

Y nació, no tenía otra alternativa. Fuimos a verle sin oro, incienso, mirra o estoraque. Tan sólo la solidaridad que los amigos amigos pueden dar. Allí estaba ella, hinchada de tanta felicidad y a un lado, su bebé. Al verlo la impresión fue la misma a todos nosotros. Era un niño pegado a una nariz. Él era TODO nariz con dos brazos y dos piernas. “Qué hermosura!!!” metimos descaradamente. Como también sólo pueden hacer los amigos amigos en esas situaciones.

MatthewBradley



Voy a ser completamente honesto. Era horrible. Todo pellejo, peludo y terriblemente narizón. Lloraba como becerro todo el día, orinaba tanto que parecía la versión tropical del “Manneken-pis” y ella orgullosísima cargando a semejante engendro.

De sus abuelos maternos. Chochos, complemente chochos, riendo con la mirada desde el mismo día de su nacimiento. Las campanas de gloria llegan en el momento justo. Las primaveras siempre están cuando más la necesitamos, ellos la encontraron cargando a su nieto. Su abuela materna hasta volvió a tocar a Mozart y su abuelo materno se vio transfigurado en coleccionista de pelotas, balones y afines.

De sus abuelos paternos. Estaban constantemente babeados viendo al heredero de la estirpe, a una distancia prudencial, a ese niño llorón en la cuna todo mimbre y encajes. Ellos, la familia paterna del engendro, se convirtieron, luego de ochenta segundos en cósmica, magos pues -cuestión de genética, supongo-, casi en espantos cuando aparece la luz, a pesar del apoyo constante que en un principio juraron ante todo el santoral y San Genaro. Un bonsái de concreto, un micro apartamento en Bello Monte lavó toda moral y preocupaciones. De repente el Romeo de la historia, aquel amor profundísimo, de la noche a la mañana obtuvo una beca bequísima lejos lejísimos del suelo patrio. Hubo, claro está, promesas por los pasillos del aeropuerto, moco del puro y de utilería. El poder ataca de nuevo, otra vez Romeo y Julieta no tuvieron finales felices. Sobre todo cuando el Romeo no es si no una vulgar caricatura, sin una pizca de voluntad. Esa es otra historia y, les juro, no merece la pena ni contarla, menos recordarla.

Volvamos a lo que nos compete.

Por cosas del destino todos nos separamos…, cada uno de los amigos amigos tuvo que hacer su propio destino, tal como un puñado de granos sobre una superficie lisa, nos regamos por medio país. Alguno, los más osados, salieron del país a construir sueños. Pero como todo lo absurdo que sucede en las telenovelas más absurdas, nos volvimos a cruzar, a gotitas a gotita, uno a uno volvió a la vida de cada quién. En ese boomerang que todos estamos montados.

Como una cita con el destino, le volví a ver y, por supuesto, nos odiamos telúricamente desde el principio. Ya, y a Dios gracias, su nariz no le creció más. Era un niño completamente insoportable, con cara de acordeón, boquita culito de gallina, uñas con un extraño e indescifrable color, flaco como un suspiro, rodillas peladas y mirada de Torquemada en su mejor época.

De mi amiga, y su vida de madre soltera, pasó de todo todo, todas y cada una de esas maravillosas enfermedades infantiles, fiebres a media noche y con lluvia, papillas en el pelo, quedarse sin pañales y la destrucción morbosa de los colchones a punta de orín nocturno. El coso no toleraba el plástico y los pañales lo irritaban.

Contarlo sería como aprenderse la Biblia en verso. No es para menos viviendo con semejante Troll.

Y sucedió…, era inevitable:

_Te puedes quedar un momento con el niño que me voy a encontrar con…”

Demás está aclarar que la víctima encontrada era yo y, al entrar en el bonsái de concreto, me encontré con la mirada de Medusa masculina del engendro que me heló la sangre y hasta mis canas por salir.

Su odio pasó a ser apocalíptico desde entonces. Como sólo puede ser los sentidos por un niño de 4 años, hijo único y de una madre soltera. Lamentablemente para él y sádicamente para mí, yo tenía que ir muy seguido a su casa. Su madre y yo conformábamos un grupo de trabajo y después de la oficina terminábamos, casi siempre, en su casa hasta las tantas, cenas incluidas. Torturarlo con las comidas y, tiempo después, con sus deberes escolares era mi venganza, mandarlo a dormir era una delicia. Es rico demostrar poder a un enano con ínfulas de ser grande.

_Enano, yo no soy enano.

Físicamente le demostré que lo era, sus manos eran más pequeñas que las mías, sus pies una muestra médica y así al infinito…

Su madre le compró unos juegos de video, para ver si nos dejaba trabajar tranquilos y sin su desagradable, para mí, presencia y por más que lo intentó la pobre no pudo conectarlos. Por desgracia mía me tocó a mí colocarlos y hasta enseñarle mover los controles. Su cara de: “Si mi mamá no pudo hacerlo…, mucho menos lo podrás hacerlo tú”. Pero, para su derrota, lo logré.

Así comenzó otra versión de nuestra relación, poco a poco nos fuimos descubriendo. De mi burla, por verle siempre con los zapatos con las trenzas sin anudar, me vi, pasando toda una tarde, enseñándole el cómo hacerlo. Algunas tardes de domingo la pasábamos jugando con pompas de jabón, atiborrándome de caramelos viendo todas y cada una de las películas de Disney –ni a él ni a mí nos gustaban, pero él estaba enamoradísimo de su maestra…, cosa que como natural suele suceder-, tardes con batallas aéreas o de vaqueros. Su intolerancia a todo lo que oliera a coco y al “guacalao” de su abuela materna. El recordarle que la A era redonda con un rabo de ratón, verle llorar, moqueando toda la casa, hasta que logró copiar los números del 1 al 10…, pues era muy difícil hacerlo. Tardes cantando a gritos lo de…

“Cuadrado, iguales lados,
triángulo con sólo tres,
rectángulo también de cuadro,
pero no iguales si bien lo vez.
El círculo no tiene cuadro,
no tiene derecho
ni tiene de tres…”

Sus hazañas aprendiendo “bisbol” en la sala de su casa y con su madre de instructora. Instructora completamente negada pero con el infinito amor para instruir.

Y su venganza…, claro que hubo venganza, cómo olvidarla. Venganza meditada como una garrapata que de odio se llena de sangre hasta explotar.

Mis visitas se convirtieron en mi suplicio. Era virtualmente imposible mantener una conversación coherente con su madre pues él me inundaba de libros, me atiborraba de por qués y explícames. Se me volvió chicle pegajoso, de tamaño cada vez más grande en todo lugar, en todo momento y comenzó mi problema con su madre.

Ella, culta y completamente madura de aquellas de “Soy responsable de mis orgasmos…”, sencillamente se sintió desplazada…

Un buen día, ella con plancha en la mano torturando a una camisa y “El enano” martirizándome en pregunta:

_…no entiendo eso de las estrellas, los planetas…, me lo puedes explicar…

Me quedé calladito, ordenando mis pensamientos y viendo el vapor de la plancha asesinar a una camisa.

_Bueno Enano…

…y la sala se sembró de tijeras, bolitas de papel, papelillo.

_...Allí está el Sol, imagínate una planchota grandotota como todo el edificio, que nos calienta y nos da la vida. Ahora vamos con los planetas: Mercurio “El Enano”, como tú, siempre pegadito al Sol y chirriquitico. Venus, tu mamá, que es muy bonita y por eso todas las mujeres son unas Venus. Venus, que está muy cerca de la tierra se transforma en la primera luz que vemos en la noche y la última en irse en la mañana. La Tierra, que es donde vivimos, una bolita azul bailando para regalarnos el día y la noche…, Marte que está muy bravo y por eso rojo, pues Júpiter, que come mucho, le rompió bolsa de caramelos botándolos por toda la sala-los asteroides-, Saturno que se va a la playa y por eso tiene un salvavidas de muchos colores…

_No te parece que lo que le estas explicando es muy profundo como para su edad…, no crees que te estas pasando…


Silencio, duro y pesado.


“No…, no mamá. Diego sí sabe. Pues todo lo que me esta contando, ayer me lo explicaron en el planetario”, dijo El Enano, con su voz de yo-no-fui, sentadito en el suelo, luego de disfrutar su momento de gloria, con la guerra de miradas de por medio entre su madre y yo.

-Así que muy profundo lo que le estoy explicando a semejante renacuajo.

No lo dudé por un momento. Lo perseguí por toda la sala y la casa. El desgraciado me estaba poniendo a prueba y él terminó metido bajo la mesa, muerto de la risa, su madre y yo también muertos de la risa con él.

La última vez que lo vi, ya tendría unos 11 años, de ello hace 8 años, Era diciembre del 98 y yo caminaba directo a mi destino. De repente un carro casi me atropella, era su madre en una de pilota asesina, se abre una puerta, sale él no tan enano y sin saludo previo, a pesar de tener unos dos años sin vernos, me dice:

_Por qué no te vi hace un mes?

_No estaba en Caracas…, y por qué Enano?

_Tenía una exposición en clase sobre los ofidios y me hubiera gustado que me prepararas, pues la única persona que me ha enseñado algo en la vida has sido tú.

No tuve palabras, tan sólo fundirme en la mirada de mi amiga, tratando de contener todo el torrente en mis ojos y para luego darle un abrazo a “Mi Enano”.


Un beso Enano…, estés donde estés.


NOTA MUY, PERO IMPORTANTE: Ayer, 19 de septiembre, mi Adorada Emperatriz China, como toda exquisita dama, estrenó nueva sonrisa. Escribir lo que ella representa para mí sólo ella lo sabe. Le estoy agradecido a la vida por tan maravillosa presencia en la mía. Un beso lleno de sedas jugueteando entre sus manos, ahora y siempre.


PS: Este es quizás el post más difícil que he escrito..., he durado mucho más de lo imaginado en "por fin" publicarlo. La tecnología me ha pasado factura y es altísima. Gracias Yadi por el hombro y a "Él" por aguantarme.