sábado, diciembre 31, 2005

Para ti:


Qué puedo decir?
Qué te puedo desear?
Qué te puedo dar?
Para mí el 2005 ha sido un año..., difícil, complicado, extraño, mueve piso, cambia horizontes, coño’é madre, terrible, duro, borroso, terrible -en momentos-, bonito y una amalgama de muchas cosas.
Pero, lo superé. Vivo y aprendí mucho de él.
Me conocí más. Eso es lo más importante. He dado un paso más para ser más yo, un paso más para llegar a la armonía y la paz que, en definitiva, es lo que busco.
Hoy con toda la fuerza que me da el mundo y la vida, quiero y cambio todo lo poco favorable del 2005 en flores multicolores y lo bonito, lo masifico, en un dulce perfume a la inmensidad.
De algo me debe servir ser hechicero, no?
Si no, cuelgo el hábito y me vuelvo ermitaño.
Todo lo mejor para ti, y sopla al horizonte enviando tus parabienes al mundo y sonríe. La vida puede ser una sonrisa.
Todo depende de ti.
Si, a medianoche, sientes una suave brisa que toca tu cuello, es un beso mío que llega desde algún lugar del mundo.

Silmariat, El Antiguo Hechicero.

PS: A la MARAVILLOSA "Emperatriz China"…, un beso, un abrazo y un suspiro largo, muy largo.

jueves, diciembre 29, 2005

El martes 27 tuve el placer en tener mi primer encuentro bloguero. Nos citamos a las 4:00 PM, a la venezonala, en la pista de patinaje que todos los años colocan al lado del Río Rhone aquí en Ginebra.

El frío, como siempre, frío y la gente corre corre de un lado al otro. Ginebra es famosa por su brisa y la brisa a la orilla del lago, en invierno, es algo casi criminal. Una colosal nevera al aire libre, pues.

Afortunadamente ya terminaron las compras pre-navideñas en la ciudad, pero comienzan las post que no dejan de ser, igualmente, terribles. Parte del encanto de la oferta y la demanda.

Y nos encontramos, cual orugas modernas, llenos de cuanta bufanda, chaquetas, guantes y cosa térmica pudiéramos cargar sin caernos por el peso.

Yadi y Diego, gentilmente, me invitaron a patinar, y lo siento pero a mi edad las fracturas no son pero nada recomendables. Además, el sentido del ridículo se masifica al pasar los años. “Mucha gente” fue mi gastadísima excusa –que siempre me funciona- y nos sentamos, valientes nosotros, frente al Rhone. El papá de Yadi –el pobre no tuvo otra cosa que soportarnos y soportar estoicamente todo el frío- fue él que nos tomó la foto y luego nos fuimos a tomarnos un chocolate caliente y seguir con nuestra “Memoria y cuenta” respectiva.

Odié a Diego, un octavo de segundo, pues él ha estado en Japón uno de mis sueños, que estimo que algún día ha se ser realidad. Me encantó Yadi con su particular humor Caraqueño y haciéndome salivar al nombrar un pan de jamón a lo Nazoa.

Yo, pues hablando hasta los codos, cosa que me suele suceder cada vez que algún mortal de habla hispana tiene el desatino de toparse conmigo. Lo demás fue reírnos de nuestras historias.

Nos despedimos, los dejé y no sé si osaron montarse en esos artilugios y hacer figuras dignas de los próximos juegos olímpicos. Yo de valiente, tonto yo, me volví a casa a pie. Llegando virtualmente convertido, gracias al puto frío, en carámbano. La edad no perdona, no?


Aquí estamos, Yadi entre Diegos Alejandros, él que tiene cuello como paquidermo soy yo.

martes, diciembre 27, 2005




Tuve que viajar a Zürich, a principio de mes, y todos los años por estas fechas, en la estación central de Zürich, colocan una feria navideña.



Desde que vivo por estos lares, trato de ir a curiosear -se encuentran unos quesos, vinos y charcutería que ni les cuento- y sobre todo a ver el árbol.
Un enorme pino, de no sé cuántos metros de altura, que preside la nave central de la estación. Es increíblemente y completamente impresionante, cubierto en su totalidad por cualquier cantidad de piecitas de cristal, haciéndolo casi irreal al se tocado por cualquier trazo de luz.


Completamente lleno del original y burócrata Cristal Swarovski terriblemente centellante y no de vulgarísimo “vidrio esgüarosqui”, que es muchísimo más barato.


También les muestro el aeropuerto de Zürich, ya revestido de navidad, en donde he pasado algunos años de mi vida, tanto trabajando en él como en sus salas de esperas frente a las Gates e irme a conocer al mundo.
PS: Hoy tengo mi primer encuentro Bloquero. Nos vemos Yadi, Diego y yo.
Luego les cuento.

domingo, diciembre 25, 2005

Allí les muestro mi espartano, casi lacónico, "Árbol de Navidad".
Con ésta imagen les quiero desear lo que siempre les deseo cada vez que tengo la osadía de escribirles algún comentario.


TODO LO MEJOR PARA USTEDES!!!

miércoles, diciembre 21, 2005

CARTA ABIERTA A EL DULZOR DE OSTRAS http://dulzordeostras.blogspot.com/

Al ver su blog y leer su:

“Bienvenido a este tu rincón. Toma la llave, entra y ponte cómodo. Se me olvidaba, la llave está justo donde dejaste todos los prejuicios.”

Cuanta razón tiene Usted.
No puedo evitar comentarle que he estado meditando lo que muestra en su blog.
He visto otras páginas, donde se muestran imágenes “normales” de hombres y/o mujeres, eróticas unas, de mal gusto –para mí- otras y nadie se molesta. No da “asquito”, es de lo más aceptado.
Viendo su blog, me acordé de una mediocre película de los ochenta. “Making Love” y sobre todo la reacción de la gente, que al ver un beso entre dos hombres, abandonaba la sala. Sé que era otra época y mucho ha cambiado el mundo. Pero los cambios son, como todo, lentos y aún existen resabios de pruritos. Eso sin tocar el tema de la iglesia católica y demás condimentos.
El aceptar al ser humano, se acepta al ser humano. El amor, el sexo, el placer, la entrega, un beso, una caricia, una mirada, no tiene género. Por lo menos para mí. Son y nada más.
Además, quién soy yo para lanzar la primera piedra?
En todo caso, le felicito y vendré a visitarle.
Todos somos humanos y podemos aprender a ser mejores entre todos nosotros.

Todo lo mejor para Usted.

viernes, diciembre 16, 2005


El Día después de…


Hace algún tiempo, tuve una discusión con una amiga cuando me comentaba lo importante que era para una Mujer el día después de.


Realmente no la comprendí -era en mi época de machista a ultranza-, y le reclamaba que si para una mujer le era tan importante, por qué no llamaba ella al Dulcineo del momento, para preguntarle por el estado del tiempo, la velocidad del viento o cualquier bobería. Ni recordar todo lo que me dijo.

Pues, hace una unos instantes acabo de recordar esa discusión.

Desde hace un año, mi pareja y yo, decidimos alquilar la habitación que nos sobra en nuestro apartamento de Ginebra. Todo tiene su historia. Un día, camino al trabajo, leímos, en el Tram, que la Universidad de Ginebra solicitaba habitaciones en alquiler.

Lo discutimos y por qué no? Sería una buena experiencia, conoceríamos a gente de distintas culturas y formas de pensar. Tanto es así que tenemos una página web ofreciendo alojamiento temporal y de gratis. Trabajar en un aeropuerto da esos vicios, esa es otra historia.

En este año hemos tenido: un Italiano, "Bichito", que duraba siglos en el baño hasta tener en perfecto lugar cada uno de sus cabellos, de lo más fashion que he visto en mi vida. Una francesa lo más parecido a un panecillo de pasta Brioche recién horneado. Nuestra "La Niña", una gala preciosa con carita de Belle Époque y mejillas como fresones. Una Nepalí…, sencillamente terrible. Completamente terrible, de repente nos convertimos en casi fantasmas en nuestra propia casa, ella, “La Princesa”, ni nos hablaba y al irse dejó tantos cabellos, por todo el apartamento, que casi me monto una fábrica de pelucas para la próxima producción de Madame Butterfly en la Ópera de Ginebra.

Ahora, para que me comiera todas y cada una de mis palabras, tenemos, hasta fin de año, a una americana. Bueno, una Norteamericana de Bush para mí. El enemigo en casa, como quién dice. En fin, la vida no deja de sorprenderme.

La semana pasada, nuestra Norteamericana doméstica trajo, por primera vez, a un Romeo a la casa. La situación me era completamente jocosa, ya que en mi vida he sido Celestino o algo que se parezca. Todos los días se aprende algo, no.

Todo era completamente obvio. Llegaron a eso de la 1:00 AM y yo estaba en una de “Señor de los Anillos”, ellos se metieron a la habitación y, momentos después, se me presentaron en la sala para que Romeo fumara un cigarrillo. Mantuvimos una conversación de lo más cool y de repente Romeo solicitó el baño.
Comento que por aquí tenemos separados la ducha del WC.
Nos quedamos mi Norteamericana doméstica y yo, en el sofá, viviendo un cómico episodio de “Sex in the City”, bueno y para no desentonar, me fui al otro baño y busqué un par de preservativos. Volvía a la sala y se los puse en la mano. Ella los vio, me miró abriéndo tus ojos y corrimos por medio apartamento, como niños en plena travesura, muertos de risa.

Volvimos al sofá con cara de circunstancia justo momentos antes que Romeo saliera del baño. Disfrutando nuestra propia comedia de situaciones. Retomamos nuestra conversación en cuatro idiomas. Y lo inevitable…, se levantaron y cerraron las dos puertas.

Seguí viendo la película, ya eran las tantas pues últimamente duermo muy poco, en eso mi vejiga me traicionó y tuve que ir al baño, escuchando, muy a mi pesar, los sonidos propios de ya saben qué... Me sentí intruso en una obra de teatro en la cual no fui invitado y sonreí.
Qué otra cosa podría hacer?

Tiempo después me fui a la cama, me arrullé entre el ronquido a mi derecha y los fuegos artificiales del cuarto de al lado. Constaté que las camas de IKEA son muy buenas y que los vecinos soportaron estoicamente el martilleo de la pared.

Al día siguiente, y luego que Romeo se marchó, todo era reírnos al hablarnos con la mirada.

Ha pasado una semana de ello y, aunque suene a cuento, Romeo no ha tenido tiempo para llamar a mi Norteamericana doméstica. Ella ha estado esperando una llamadita, un tonto “Hola, cómo estás” o cualquier excusa..., pero nada.

Hoy es viernes y milagro. Romeo ha dado muestras de vida. Se acordó del teléfono. Mi Norteamericana doméstica, y a pesar de tener un conflicto entre cuerpo y mente, lo mandó a contar todos y cada uno de copos de nieve.

Bravo por ella…, y qué ha hecho después?
Pues se ha dado un baño de Reina, se maquilló cual Odette en el 4to acto del “Lago de los Cisnes”, se construyó un moño tipo Torre Eiffel, se colocó unos zapatos negros con tacones que sólo una Miss Venezuela puede dominarlos y no sufrir de vértigo -según Maitena (Sí Rolando, leo a Maitena. Maitena la conozco y me ha visitado todos los domingos en estos últimos 6 años) dice que unos tacones de más de 3 cm., son lo más cercano a unas prótesis- y salió.

Dejo de ser una Penélope antigua de principio de siglo, se fue de copas y a reírse de la vida.

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Me quedé en casa y pensé que nosotros, los hombres, somos absurda y completamente torpes con "T" de tarados. Qué estúpidos somos a veces!!!

Mónica…, discúlpame, tenías toda la razón del mundo.

lunes, diciembre 05, 2005


La vida ha sido generosa conmigo, tuve la gran suerte en compartir, los primeros 13 años de mi vida, al lado de un ser increíble. Un ser capaz de llenar de magia su entorno a su sola presencia. Tenía la sonrisa más dulce la cual he sido testigo. Nunca la escuché cantar, pero tenía el raro don de hacerlo con la mirada.
Caminaba entre sus matas, en su particular jardín botánico, lleno de embriagador perfume de jazmines en flor, y se me parecía a una Hada entre orquídeas multicolores.
Está en mi presente, la recuerdo y mi forma de ser, de pensar en gran parte se la debo a ella. Cada vez que la vida me pone en una encrucijada me dejo llevar por sus consejos, que atesoro en algún lugar de mi alma, y casi siempre tiene la razón.
Recuerdo verla entrar en la cocina, todo un rito mágico, telúrico, para cocinar como sólo una abuela puede hacerlo. Su jalea de mango ha sido única así como su dulce de lechosa, él de coco y piña. A ella le debo mi plato preferido: Arroz blanco, tajadas de plátano y un par de huevos fritos.
Mi abuela, “LA FILÓSOFA”, un increíble ser que conjugaba en ella todos los personajes descritos por todos los autores del mundo. Humana hasta más no poder, orgullosa de su vida y de su historia.
La que lavaba siempre su hermoso cabello gris con jabón azul, que jamás tuvo caspa, lo tenía increíblemente hermoso y se lo dejaba peinar con la brisa a media tarde. La que escuchaba sus radionovelas en Radio Rumbos y sufría con Doris Wells o Marina Baura en la telenovela de turno.
La que hacía flores con sus manos maravillosas y que, como por encanto, tenían olor propio. La que tejía madrugadas, colaba café, hacía arepas en budare y unas cachapas de gloria.

La navidad, la navidad de ahora particularmente no me gusta. Ese “Estúpido espíritu de solidaridad navideño”, como dice mi Amada Emperatriz china, cubre mis cuatro puntos cardinales.
Diciembre y la navidad se ha convertido en una carrera por el regalo perdido, en promesas que casi nunca se cumplen y en una decoración para enseñar o hasta para presumir.
Ese pedir, pedir, pedir y el muy poco dar.
Debe ser que me estoy poniendo viejo, huraño o estoy en plena crisis de los 40.
Comenzó Diciembre, ya es 5 de diciembre, y recuerdo a mi abuela materna. Es que ella es lo más parecido a la Navidad que conocí, la que añoro. La que unía, a la familia y a media cuadra de vecinos, en torno aun inmenso mesón para hacer las hallacas. En la cabecera, ella, cual directora de una extraña orquesta y mi mamá a su lado, maravillosa enfermera que es fue y será, como amarradora oficial.
Una vez, tendría yo poco más de 4 años, entré a la cocina en plena faena hallaquera y busqué la bandeja de pasas. Me escurrí, como una exhalación, entre las piernas debajo del mesón, saqué la mano y robé un puño de ellas, goloso me las metí en la boca.
Eran alcaparras en vinagre.
Mi abuela al darse cuenta me dijo: “No las botes, usted se las traga. Así aprende a nunca robar. Pida pero nunca robe” Santo remedio por los siglos de los siglos.
Todo después era fiesta, el arbolito…, una gran rama seca y sin hojas que cortaba mi abuelo y mi tía Alexis pintaba de blanco y adornaba con bolas de cristal frágiles como un suspiro. Después vivieron los pinos canadienses que era otra historia.
El nacimiento y su recolección de sacos, cajas, un lago de espejo, sus figurillas y otra vez mi abuelo arreglando las lucecitas. Yo le agregue un cocodrilo inmenso y me maravillaba ver, día a día, como los tres reyes magos se acercaban al pesebre por un caminito de piedritas blancas.
Las arepitas de anís, el ponche crema, los aguinaldos, las misas –insufribles- del gallo, los olores del pernil, el jamón planchado que traía de Caracas mi madrina, “La Negra”, hermana de mi mamá, el pan de jamón del Tío Rodrigo, el vino de Antonio Mellian y por supuesto, las HALLACAS.
Mi abuela se me fue, a sus 54 años, un mes de abril, a 9 días de unos de mis cumpleaños, echándole esa gran vaina a mi abuelo, que la siguió 10 años después, y llevándose con ella todo ese mundo.
Todo se me ha perdido, como se pierde de inocencia y me llena todos mis diciembres de una extraña y dulce melancolía –otra vez la Emperatriz ataca de nuevo-.
Hace algunos años, un diciembre, mi abuela se me presentó entre las ondas de una radio FM. Llegó en forma de canción y por un instante volvió ese mundo que yo creía perdido. Una canción que da, que ofrece y que se parece muchísimo a ese mundo lleno de niños Jesús y Reyes Magos. Volvieron los olores, las texturas, los colores, mis ojos se llenaron de lágrimas y hasta creí escuchar su voz susurrando mi nombre a mi oído.
Señores este es mi humilde regalo para Ustedes que viene con todos los dulces de mi abuela materna, La Filósofa.



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