El Día después de…
Hace algún tiempo, tuve una discusión con una amiga cuando me comentaba lo importante que era para una Mujer el día después de.
Realmente no la comprendí -era en mi época de machista a ultranza-, y le reclamaba que si para una mujer le era tan importante, por qué no llamaba ella al Dulcineo del momento, para preguntarle por el estado del tiempo, la velocidad del viento o cualquier bobería. Ni recordar todo lo que me dijo.
Pues, hace una unos instantes acabo de recordar esa discusión.
Desde hace un año, mi pareja y yo, decidimos alquilar la habitación que nos sobra en nuestro apartamento de Ginebra. Todo tiene su historia. Un día, camino al trabajo, leímos, en el Tram, que la Universidad de Ginebra solicitaba habitaciones en alquiler.
Lo discutimos y por qué no? Sería una buena experiencia, conoceríamos a gente de distintas culturas y formas de pensar. Tanto es así que tenemos una página web ofreciendo alojamiento temporal y de gratis. Trabajar en un aeropuerto da esos vicios, esa es otra historia.
En este año hemos tenido: un Italiano, "Bichito", que duraba siglos en el baño hasta tener en perfecto lugar cada uno de sus cabellos, de lo más fashion que he visto en mi vida. Una francesa lo más parecido a un panecillo de pasta Brioche recién horneado. Nuestra "La Niña", una gala preciosa con carita de Belle Époque y mejillas como fresones. Una Nepalí…, sencillamente terrible. Completamente terrible, de repente nos convertimos en casi fantasmas en nuestra propia casa, ella, “La Princesa”, ni nos hablaba y al irse dejó tantos cabellos, por todo el apartamento, que casi me monto una fábrica de pelucas para la próxima producción de Madame Butterfly en la Ópera de Ginebra.
Ahora, para que me comiera todas y cada una de mis palabras, tenemos, hasta fin de año, a una americana. Bueno, una Norteamericana de Bush para mí. El enemigo en casa, como quién dice. En fin, la vida no deja de sorprenderme.
La semana pasada, nuestra Norteamericana doméstica trajo, por primera vez, a un Romeo a la casa. La situación me era completamente jocosa, ya que en mi vida he sido Celestino o algo que se parezca. Todos los días se aprende algo, no.
Todo era completamente obvio. Llegaron a eso de la 1:00 AM y yo estaba en una de “Señor de los Anillos”, ellos se metieron a la habitación y, momentos después, se me presentaron en la sala para que Romeo fumara un cigarrillo. Mantuvimos una conversación de lo más cool y de repente Romeo solicitó el baño.
Comento que por aquí tenemos separados la ducha del WC.
Nos quedamos mi Norteamericana doméstica y yo, en el sofá, viviendo un cómico episodio de “Sex in the City”, bueno y para no desentonar, me fui al otro baño y busqué un par de preservativos. Volvía a la sala y se los puse en la mano. Ella los vio, me miró abriéndo tus ojos y corrimos por medio apartamento, como niños en plena travesura, muertos de risa.
Volvimos al sofá con cara de circunstancia justo momentos antes que Romeo saliera del baño. Disfrutando nuestra propia comedia de situaciones. Retomamos nuestra conversación en cuatro idiomas. Y lo inevitable…, se levantaron y cerraron las dos puertas.
Seguí viendo la película, ya eran las tantas pues últimamente duermo muy poco, en eso mi vejiga me traicionó y tuve que ir al baño, escuchando, muy a mi pesar, los sonidos propios de ya saben qué... Me sentí intruso en una obra de teatro en la cual no fui invitado y sonreí.
Qué otra cosa podría hacer?
Tiempo después me fui a la cama, me arrullé entre el ronquido a mi derecha y los fuegos artificiales del cuarto de al lado. Constaté que las camas de IKEA son muy buenas y que los vecinos soportaron estoicamente el martilleo de la pared.
Al día siguiente, y luego que Romeo se marchó, todo era reírnos al hablarnos con la mirada.
Ha pasado una semana de ello y, aunque suene a cuento, Romeo no ha tenido tiempo para llamar a mi Norteamericana doméstica. Ella ha estado esperando una llamadita, un tonto “Hola, cómo estás” o cualquier excusa..., pero nada.
Hoy es viernes y milagro. Romeo ha dado muestras de vida. Se acordó del teléfono. Mi Norteamericana doméstica, y a pesar de tener un conflicto entre cuerpo y mente, lo mandó a contar todos y cada uno de copos de nieve.
Bravo por ella…, y qué ha hecho después?
Pues se ha dado un baño de Reina, se maquilló cual Odette en el 4to acto del “Lago de los Cisnes”, se construyó un moño tipo Torre Eiffel, se colocó unos zapatos negros con tacones que sólo una Miss Venezuela puede dominarlos y no sufrir de vértigo -según Maitena (Sí Rolando, leo a Maitena. Maitena la conozco y me ha visitado todos los domingos en estos últimos 6 años) dice que unos tacones de más de 3 cm., son lo más cercano a unas prótesis- y salió.
Dejo de ser una Penélope antigua de principio de siglo, se fue de copas y a reírse de la vida.
Me quedé en casa y pensé que nosotros, los hombres, somos absurda y completamente torpes con "T" de tarados. Qué estúpidos somos a veces!!!
Mónica…, discúlpame, tenías toda la razón del mundo.