viernes, septiembre 30, 2005

INCREIBLE, PERO CIERTO.

Serán éstas, y no otras, las botas que lucirá el brasileño del FC Barcelona ´´Ronaldinho´´ el sábado en el partido de Liga que le enfrentará al Zaragoza. La zapatilla posee apliques de oro auténtico de 24 kilates en la lengüeta, en el talón y en el logotipo de Nike, marca que patrocina al jugador.

martes, septiembre 27, 2005

No sé si es un defecto, una virtud o no sé cómo llamarlo, pero tengo la rara cualidad en ser tomado, por todos mis amigos o/y sólo conocidos, "sin aviso ni protesto"como confidente.

Parece que les doy la suficiente confianza como para desnudarse frente a mí, el contarme cosas que ni a ellos mismos son capaces de descubrir. La cosa me halaga y hasta, no lo niego, llena mi ego poniéndolo a 5.976.057.398.619.264.194 como mínimo.

También, lo confieso, la carga se me hace pesada; pues trato nunca acusar, juzgar o condenar a nadie y, a veces, se me hace trabajo de Sísifo. Me entero de cada cosa que, si soy indiscreto, podría destruir a mucha gente que respeto, estimo, quiero y amo. El ser fiel de una balanza cansa, sobre todo cuando –torpe yo- quiero lo mejor para cada uno de mis semejantes.

Por eso se me hace tremendamente difícil terminar una novela pues me descubro contando -ocultando nombres, fechas, situaciones, lugares- las historias que no son mías y no me parece honesto de mi parte.

Lo que sucede -me dijo una vez mi querida Emperatriz China- es que eres una persona tan desinhibida y la gente te tiene confianza, pues sabe que eres una tumba con los secretos y nunca -palabra temible- dirás nada, ni comentarás nada, ni a ti mismo."

Bueno, consuelo de tontos.

Mi máxima es: “Es mejor que se diga, que lo sabes, que lo escuchaste, que lo viste a que se diga que TÚ lo dijiste”. No es fácil, pero es, en todo caso es mi mejor postura.

El problema, ocurre, cuando soy yo quien necesita verbalizar los míos, sacar a pasear a mis fantasmas, a mis miedos. Es terrible sentirse solo e ir por la vida hablando a las paredes.

A qué viene todo esto?

Anoche me acosté a medianoche, me desperté a eso de las 4:00 AM, deambule por el apartamento y luego me fui directo a mi escritorio a navegar por los blog.

En eso llegué al “El cuchitril de Morgana”, el blog de mi Imouto-san (Hermana pequeña en japonés) y, desde que lo leí, el temita me está dando vueltitas por la cabeza.

Su título “Infieles Erectus XX”, léanlo y, si pueden, respondan sus preguntas.

Pues, no me queda otra que seguir escuchándolos, oyéndoles, dando puntos de vistas, no darles directrices ni consejos –nadie los toma- y verles felices. Los dejo un poco más ligeros de equipaje y yo, siempre, aprendiendo de ellos. No me quejo, la vida ha sido tremendamente generosa conmigo y, en la vida, hay que ser agradecido. Me siento afortundado, sin ánimo en ser petulante, engreído y todas esas estúpideces. Los años me han enseñado a ser lo que soy.

Es parte de mi vida, es parte de “Silmariat, el antiguo hechicero”.

domingo, septiembre 25, 2005


Hoy leí el blog “La nave de los locos” -se los recomiendo- y en él su artículo sobre Portugal.
Le escribí que, por mucho tiempo, para mí Portugal era sinónimo de panadería y su inevitable Güacalao, hasta que descubrí a MADREDEUS abriéndose ante mí un mundo increíblemente rico.
He sido injusto con Portugal, con su cultura, con su gente, con su legado histórico, con sus tantas cosas -la Simoes me va a matar- a pesar de conocer, leer y volverme loco con Fernando Pessoa y sus heterónimos (Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Bernardo Soares).
Luego y camino al trabajo me fue inevitable oír, de nuevo, a MADREDEUS con todas sus consecuencias. Me es humanamente imposible escucharles y no volver un lío todos y cada unos de mis sentimientos.
Últimamente estoy medio nostálgico, debe ser la edad o que el otoño lo tenemos tocándonos la puerta “sin aviso ni protesto”.
Así comenzó mi día y al regresar del trabajo, encendí la tele…, TVE, mientras doblaba las medias y la ropa interior recién lavada, maravilloso pasatiempo de sábado por la tarde. Camino a guardar mi pasatiempo preferido, de repente fijo mi vista sobre la pantalla y veo a un viejito. Un viejito familiar, subo el volumen y es él, me encuentro frente a mí a Soto, a Jesús Soto y el efecto post MADREDEUS al ataque.
Yo tenía la costumbre, cuando vivía en Caracas, en visitar los museos los martes en la tarde, cuando la universidad o el trabajo me lo permitían, claro está. Los visitaba los martes ya que generalmente están vacíos o en el peor de los casos llenos de niños de las escuelas en tediosas, para ellos, visitas guiadas.
Un martes, el Museo de Bellas Artes de Caracas, hacía una retrospectiva de la obra de Soto y, a Dios gracias, el museo estaba vacío. Me sentí a mis anchas escuchando mis pensamientos o/y mis pasos. Me detuve frente a unos de sus penetrables de largas tiras amarillas -el enorme gran plato de espagueti, según mi amada Emperatriz China-, que estaba colocado justo en la entrada de la sede de la Cinemateca, y sin querer comencé a pensar en voz alta. Desde un rincón alguien me contestó.
Era el maestro Soto en vivo y en directo.
Pasamos una tarde deliciosa, solos, comentando todas y cada una de sus obras. Al final fue de dos besitos en la mejilla, su: “Hasta luego, mijo” y la envidia de la gente que estaba a nuestro alrededor, a la salida del museo. Supe, tiempo después, que esa gente esperaba al maestro para hacerle una entrevista.

En la pantalla, el documental realizado por Marilda Vera, Jesús Soto hablaba de su obra, de su vida y miles de imágenes apoyaban su palabra. Entre las imágenes volví a Caracas, la Caracas que recuerdo de mi niñez y la de mis años universitarios.

Allí estaban la montaña de Cabré, los chaguaramos cuajados de enormes guacamayas azules y amarillas, el CCCT, el Cubo Negro, los llanos, Guayana, la Plaza Venezuela, El Orinoco, Mi Teresa Carreño, El Maccsi…, y pensé en la Venezuela bonita, la que se me fue…

Lloré, lloré…, como hace tiempo no lo hacía.Dónde demonios se me ha ido mi país?En dónde se me fue aquel “Venezuela es un país para querer”?
Sé que lo que escribo es patético, me siento patético ya que, desde donde escribo, no puedo hacer nada y hay que ser lo suficientemente adulto para aceptar que nada es lo que se ha querido, nada es lo que fue.

Terminó el programa. Yo sintiéndome absurdo, cursi y estúpido, mientras Jesús Soto junto con Rodrigo Riera cantaban:
…y en tus ojeras se ven las palmeras
borrachas de sol.”

PS: Muchas de las obras de Jesús Soto, están siendo destruidas, por abandono o quién sabe por qué…, pareciera como si se quisiera hacer desaparecer lo poco que queda de aquella Venezuela, la de antes, la que se nos fue…

sábado, septiembre 24, 2005


Una taza de café, el humo circulante y el aliento jadeante, algunas notas de alguna sinfonía caminando en el ambiente.

El mundo otra vez se detiene, el mundo comienza andar y el eterno tiempo mueve su rueca una y otra vez.

En el silencio vuelve a mí aquella distante melodía:

Doª-La-Sib-Doª-Faaaa-
Doª-La-Sib-Doª-Reª...,

que me trae aquellos sueños de noches encantadas de algún lugar del mundo; donde la realidad se hacía (Se hace) fantasía de carámbanos en primavera y hojas amarillas en febrero.

Olores de pradera, matizada al sol y un dejo de tristeza en el vuelo de las aves; el mundo me mira y hasta sonrojo, la decisión está tomada desde hace mil años, pero aún no comienzo a caminar, quizás porque conozco todas las verdades tras las mentiras.

La noche envuelta en tul y gasa, enjoyada y esbelta viene a mí, me da un beso azul; mientras que la luna, emerge de su carruaje, más blanca que de costumbre..., los gatos saludan en los tejados, yo bostezo y guardo silencio.

Unos dedos tocan suavemente el arpa de los sentidos y murmullos danzantes entre las sábanas hacen mutis; la vida despierta entre los rocíos de la noche..., las brujas danzan, el mundo duerme.

El telón descubre emociones calladas mostrando sonrisas, mostrando señales de sentimientos llameantes de aquí, para allá, día a día, noche a noche.

Una taza de café acompaña a los amantes sumergiéndose entre sus propias espumas danzantes, abrasándose, jadeantes, sinuosos, hambrientos.

El humo circulante y el aliento jadeante de la noche va ocultándoles del mundo para luego desaparecer llevándose todos esos verdaderos y auténticos secretos que nadie jamás deberán saber ni sospechar.

Algunas notas de alguna sinfonía caminando en el ambiente hace marco perfecto entre la marea, la luna ríe, la noche canta y hasta danza de un rincón a la pared, encerrándose entre cojines.

El mundo otra vez se detiene en un beso, en un abrazo, en un "te quiero", en un "te amo", cuando la vida se hace esencia y se unta entre los cuerpos.

El mundo comienza andar en un jadeo, en una caricia, allí donde el vivir cobra sentido, el mundo comienza desde el primer día para volver a comenzar.

Y el eterno tiempo mueve su rueca una y otra vez para hacernos ser y sentir la verdad de todas las verdades, para hacernos entender que nada pasa en vano, que nada es azar...

Doª-La-Sib-Doª-Faaaa-
Doª-La-Sib-Doª-Reeeeª-
Faª-Miª-Reª-Reª-Doª...

A mi niña, mi sutil pétalo de flor hermosa.

miércoles, septiembre 21, 2005

"Por un momento pensé escribir algo sobre el fenómeno metrosexual, “yo el kilométrico-sexual” era el título, se me quedó en el tintero, prometo algún día escribirlo. Por cierto, iba con foto en la nota del destape bloquero, el pudor pudo más.
Otro de los temas que se me ocurrió fue motivado al ver West Side Story, el pasado fin de semana, mientras lo disfrutaba, comencé hacer análisis sociológico de las migraciones y la integración. Denso tema.
Sé que ambos temas no son nada originales.
Así que, bajo un ataque terrible de egolatría, publico mi quinto capítulo de la novela que está por escribirse."


Capítulo 5. -


Sonó el timbre de la puerta. Octavio estaba a punto de salir a la boda de María Helena y José. Se volvió a escuchar insistentemente el timbre.

__¡Ya voy!

Al abrir la puerta, entró José y sin saludar fue directo a prepararse un trago al bar.

__¡No me caso!

Octavio se le quedó observándolo, algo aturdido, mientras José, trago en mano, terminó sentándose, pesadamente, en el sofá.

__¿Tú estás loco?- Cerrando la puerta detrás de sí.

__Como me oíste. No me caso.

__...Y justo esperas el día de hoy, para decidirte. No seas infantil.

__Nunca es tarde.

__¡Claro! Habló el filósofo... Nunca es tarde a una hora de casarte. Te quedó de pinga la vaina-Sentándose frente a José.

__Es que no estoy seguro...

__...Qué vaina, no? Y yo que pensé, por un momento, que te habías enseriado...

__...¡¡¡Ah no!!! Yo no vine a oír...

__¡Pero, qué quieres! ¿Qué te aplauda? Llevas cuatro años con María Helena, y aunque ella no es santa de mí devoción. ¡Coño, el señor no está seguro! y se da el tupé de esperar el día de hoy para cagarla.

__Pues es un hecho y a la mierda...-Se levanta y va de nuevo al bar. Se sirve de nuevo y prepara otro para Octavio.

__¡Tú si tienes bolas!-Tomando el trago que José le ofrece.-Has pensado por un momento del billetal que el viejo de María Helena ha gastado?

__No me importa.-Subiendo los hombros.

Octavio le ve, se levanta, camina un poco por el salón, enciende un cigarrillo.

__José.-Respirando profundo.- Tú no me puedes hacer esto. Acepté ser tu padrino porque somos amigos y te conozco desde que te di clase en la universidad. Hace más de..., diez años? Hemos comido las verdes y las maduras. Tú mejor que nadie sabes de mí vida. ¿Dime algo? ¿Dónde coño puede uno conseguir en este país: caña gratis, buena papa y los mejores culos, sino que en las bodas de los amigos? Vamos hacer una vaina. Nos vamos a la iglesia, aún tenemos tiempo de arreglar esto y no cagarla... -José le mira en silencio, Octavio se sienta a su lado.

__...Es fácil.-Continúa Octavio.-Cuándo el cura te pregunte cualquier güevonada, tú le contestas "Sí" con cara de pendejo, como en éxtasis, y fuera cacho. Además, por la novia, no te preocupes. Tú te comiste ese caldo hace años. ¿Cuál es el peo? ¿Te vas a perder tremendo bonche?

__No me jodas,¡Cásate Tú!

__¡Reincidir! Ni por todo el oro del mundo.

__Y..., ¿Entonces?

__Vamonos... -Se levanta, llevado los vasos al bar.

__¿Pa´dónde?

__...A la iglesia.

__¡No..., y punto!

Octavio se le queda viendo y comienza a reírse rumbo a la puerta.

__¿Cuál es el chiste?-Preguntó José extrañado de la actitud de Octavio.

__Así que no te quieres casar?-Colocándose las manos en la cintura.

__Es lo que te estoy diciendo desde que llegué.

__¡Hummm! Bien güeno... Te entiendo. Luego vendrán las peleas, los abogados ratas como nosotros, la separación. ¡Qué esto es tuyo!¡Qué esto mío! El divorcio. Eso es bastante desagradable. Tengo experiencia en ello y muy bien que te entiendo. Dramático, imagínate si hay niños. ¡Desastroso!¡Horrible!-Se quedó callado-. Vamonos.

__¿Vamonos?¿Para dónde?

__¡¡¡Pa´la iglesia guevón!!! Ayer te casaste por el civil y según las leyes de éste país estás casado, o sea, ¡Te jodiste!

__Para ti es muy fácil decirlo... -Respondió José.

__Eso lo debiste pensarlo antes.- Abriendo la puerta.

Pesadamente José se levantó del sofá. Se miró en el espejo del hall, se arregló un poco y salió con Octavio, que le dio una palmada en la espalda.

Dos horas después estaban de vuelta. Octavio con el saco en la mano y José con la camisa abierta.

__¡Esa coño de madre!-Entrando y lanzándose al sofá.

__Definitivamente tiene más bolas que tú.-Contestó Octavio cerrando la puerta detrás de sí.

__No seas pendejo.

__Pensándolo bien. Te facilitó las cosas. Tú no querías casarte y zuas! Ella no se aparece en la Iglesia.-Camino al bar.-¿Quieres uno?

__No es lo mismo. No es lo mismo dejar a que te dejen como el propio pendejo delante de todos tus familiares, amigos y afines...

__Y a ti, los afines son los que más te preocupan. Toma.

__¿Y a quién no? Me da vaina con mis viejos...

__Tú si tienes bolas. Ahora es cuando vas a pensar en tus viejos..., eso no me lo dijiste unas horas antes.

__¿Pero qué carajo le pasaría a María Helena?

__De la que se salvó...

__¿Cómo es eso de:"¿De la qué se salvó?". Tú eres mí amigo o qué...

__O qué. Hazme un favor, yo te conozco y sé que no eres ninguna gran vaina, y te confieso que jamás te imaginé como esposito quince y último con proyecto de padre ejemplar...

__¡Coño..., gracias! Jode, que después me toca a mí.

__¿Ah sí? ¿Qué puedes recriminarme? ¿Qué yo sepa? Nada.

__Pues..., alguna cosa se me ocurrirá.

__Anyway! Es mí primer plantón en vivo y directo, la vida es más telenovela que las propias telenovelas. Ya puedo morir tranquilo.-Octavio ve a José y con marcado tono irónico.-Amigo. Bienvenido al fabuloso mundo de los divorciados. Porque me imagino que te vas a divorciar de esa coño´e madre. De esa pérfida hija de puta, adinerada, bien buena, con esos tetones y ese culo, eso es lo de menos..., pero esa vaina no se hace así por así...

__¿Tú cómo que estás fuma´o? Cualquiera diría que fue a ti a quién dejaron como puta alborotada...

__...Mi querida puta alborotada, deberías estar más feliz que negra preñada de italiano. ¿Quién te entiende? Si me pongo del lado de María Helena. ¡Qué mal amigo eres! Y si me pongo del tuyo...

__No es tan fácil de aceptar...

__Y quién te dijo que era...-En eso suena el teléfono.-¿Alguien sabe que estás aquí?

__Supongo que no...

Octavio toma el teléfono.

__¿Diga?..., ¡Hola!..., ¡Bien!..., Aquí está..., Sí, le veo tranquilo..., ¿Quiere hablar con él?.-Octavio le dá el teléfono a José.-Tu mamá.

__¡Verga...! -Tomando el teléfono-. Diga..., Sí..., Tranquilo..., Ya se me está pasando. Ella se lo pierde...

Octavio enciende un cigarrillo y se va al balcón mientras José termina de hablar por teléfono.

__...Está bien..., No. No quiero ir. Prefiero quedarme aquí. Tranquila. Mañana paso por casa y di a papá que no se preocupe, que estoy bien. Ciao. Yo también. Cuídate.-Colgando.

__Mamá gallina llamando a pollito.-Entrando al salón.

__Marico!!!

__José, hablando en serio. ¿Qué piensas hacer?

__La verdad, no le sé. Divorciarme, supongo. No lo había pensado, pero creo que he de divorciarme y todo ese papeleo agobiante. Cancelar las reservaciones, supongo.

__Yo siendo tú, me iría. Me tomaría unas vacaciones. Además, tenías un mes de “luna de miel”, no?

__...Quizá me tome una semana, dos o tres, pero la vida continúa. Sírveme otro.

__No me jodas..., tú sabes dónde está la botella.

__Gracias amigo...

__¿Dime una cosa?.- Le mira ir al bar.-¿Qué piensas hacer después?

__No sé... Volver al trabajo. Supongo. Sí ya sé. El chismecito va a rondarme por unos cuantos meses pero al final pasará...

__¿Quién lo diría? Las mujeres son una vaina seria. Cuando piensas que las conoces, te llevas la sorpresa de tu vida.

__Me lo dices o me lo preguntas.-Volviendo al sofá.

__Te imaginas si no hubieras estado en la iglesia. La cara de la gente al pasar el tiempo y que ninguno de los novios se presentase.

__Mala película de Almodóvar. Por cierto, ya que por lo visto perteneceré al selecto grupo de los divorciados, nunca me contaste, realmente, por qué te divorciaste de Andrea.

__No tengo nada que contar. Hoy, él del problema eres tú, querido amigo.-Levantándose rápidamente camino, de nuevo, al balcón.

__¡No me jodas!..., tampoco es para que te escapes..., me vas a contar o no.

__Es una larga historia. Digamos que... "Por incompatibilidad de caracteres.- Mirando la ciudad desde el balcón.

__¡Por Dios! ¡Qué poco originales!- Sonriéndose.

__¿Qué quieres que te diga?¿Qué me montó cachos?¿Qué le monté cachos?¿Qué me pegaba?¿Qué roncaba?¿Qué tenía mal olor?¿Qué tiraba mal?¿Qué no sabía nada de béisbol?...-Se quedó en silencio-.Es en serio. Por incompatibilidad de caracteres. Llámalo, si quieres, monotonía pura y simple. Sabes que realmente sucedió con nuestro amor. Pues que todo era endemoniadamente perfecto, de diseño, fantasioso..., irreal.-casi recitando- Nos convertimos en un matrimonio tipo coca-cola..., de litro: producto industrial y empresarial, de equilibradísima relación calidad / precio, conocido hasta la saciedad por todos, y que, por ello, a nadie defrauda; apto para toda edad y condición social, útil a toda hora. Un producto a la vez sencillo y complejo, irremisiblemente destinado al éxito Y de repente no sabía quién era esa mujer que diariamente tenía en el apartamento o en la cama. Perdimos todo interés por las cosas comunes. Quizá no fuimos lo suficientemente inteligentes para ver en qué fallábamos. ¿Egoístas? A lo mejor. Todo se volvió rutina, vulgar y de la barata. La convivencia jode todas las relaciones. Nos..., ¿Amamos? Ahora no lo sé. Y antes que la sangre corriera por la sala e inundara media Caracas, un buen día decidimos divorciarnos.- Abriendo los brazos.

__¿Después de seis años? ¿Así?

_¡Cinco años, diez meses y algunos días! Sí, así-Respirando sonoramente-.Somos a veces tan cobardes en enfrentarnos a la realidad. Aunque pensándolo bien es que soy un solitario, siempre lo he sido. Era un solitario cuando niño. Fui solitario mientras tuve casado. Probablemente por eso nos separamos. Y ahora estoy solo porque me gusta así.

__¿Las haz vuelto a ver?

__Si alguna que otra vez nos hemos visto, seguimos siendo amigos, alguna que otra vez nos escribimos. Internet es una maravilla para eso. Después que se casó, llamarla no es tan fácil como antes y las cosas cambian. Pierre es un buen tipo, tal vez ella encontró en él lo que yo no pude darle.

__¿Quieres otro trago?

__Sí...

José entró al salón y fue al bar. Octavio fue al equipo de sonido y colocó unos CD de música brasilera muy soft, casi imperceptible.

__¿Sabes una cosa, José? Estar divorciado tiene sus ventajas.

__¿Sí? ¿Cuáles por ejemplo?.-Contestó desde el bar.

__Estrenar amigos en sus divorcios, por ejemplo...-Sonriéndose.

__Eso me pasa por preguntar. Octavio, no tienes nada para comer pues tu amigo, el próximo divorciado, no ha comido nada y está que se muere de hambre.

__Revisa debe haber algo. José...,¿Por qué no te querías casar?

__Realmente. Por miedo. Cuando me vi en la recta final. Me cagué. Veía el matrimonio de mis viejos que ya van por los treinta y pico. ¡Coño! Es como mucho. Toda un vida. Verles así después de tantos años y que aún están juntos, para luego ver a mí alrededor tantas parejas desechables. Me asusté..., no sé si podría mantener una relación así y el miedo al fracaso es terrible...

__Entiendo el sentimiento...

__Además, no me sentía muy seguro...

__Nadie se siente seguro..., José. Pensamos que lo somos pero en la realidad estamos cagados...

__Y qué me recomiendas. ¿Qué debo hacer ahora?.- Entregándole el trago.

__Te anotaste en mala rifa carajito. No tengo moral para darte ningún consejo. No sé ¿Qué puedo decirte? Qué a veces me siento solo, sobretodo cuando llego a este apartamento, se me hace inmenso. Llegar con hambre y sentir que tengo ganas de comer qué-sé-yo y no tener nada que comer, tener flojera de cocinar para mí sólo.-Encendió un cigarrillo.- Bueno las pizzas a domicilio han salvado a más de un suicida, eso te lo aseguro.

Se quedaron en silencio.

__...Y de vez en cuando tratas de buscar a alguien especial, entre comillas, pero tienes miedo de fallar una y otra vez. Tuve miedo con Claudia, esa es la verdad. Demasiado perfecta y no tengo suerte con la perfección. Tal vez el problema es que me acostumbre a la soledad. Con el tiempo desarrollas un plan de huida único, sin querer te vas justificando, constantemente te defiendes y así evitas que te hagan daño, te vuelves ermitaño. Y vuelvo aquí. A mí cueva, dónde el silencio rompe todas las marcas de mis solómetros.-Riéndose.-Entonces, navego por Internet, leo o escribo mis e-mail o enciendo el equipo de sonido, o el televisor, o la computadora, preparar la clase o estudiar un caso, o todo al mismo tiempo. Para aturdirme, para así llenar vacíos. ¿Sabes?, el teléfono es mí más cruel verdugo. Está allí, como una ventana para buscar a alguien. Pero no. No pienso llamar a nadie, el orgullo a veces, no es bueno.

__...Tan grave es el panorama?

__¿Quién te mandó a preguntar?

__Disculpa, no fue mí intención.-Mirando el fondo de su vaso y luego de un gran silencio de ambos.-Es mejor que me marche.

__¿No querías comer? Tampoco te estoy corriendo..., si quieres te acompaño.

__No. Me gustaría estar solo..., debo pensar un poco en todo lo que me está pasando.

__Te comprendo.

__Me puedes prestar algo para cambiarme...

__Seguro, no hay problema.

Tiempo después José salía del apartamento, bañado, con un blue jean y chaqueta un poco holgados, se despidió de Octavio, que al quedarse solo, comenzó a recoger el "desorden". Llevó los vasos al lavaplatos, recogió las botellas, las ordenó y guardó todo en perfecto orden.

La situación de José se le hacía tan familiar y le entendía. Empezó por apagar una a una de las luces dejando el equipo de sonido. Luego de la ducha, fue al balcón ya a oscuras y se fumó su cigarrillo nocturnal junto con un Gin and Tonic, divagó perdiéndose con los autos de la autopista y se fue tomando su inmensa melancolía, trago tras trago.

lunes, septiembre 19, 2005



“...con tu antiguo caminar de los cuarenta o los cincuenta,
amigo amigo, de aquellos inexistentes en bares y tabernas;
amigo amigo del café sonriente y la verdad franca...”


Alisio...

Suave alisio del norte,
que llegas todas las tardes,
todos los tiempos.

Ocre...

Ocre tostado en todos los tonos,
en todos los matices,
dejando sin color a las paletas...

Azul...

Azul constante de eterno placer,
en las noches de luna
y azul profundo en luna nueva.

Alisio, ocre y azul,

Alisio de tu pueblo,
Ocre de tu casa,
Azul de tu cielo.

Alisio de tu pueblo, que peina la arena fina del este a oeste y se hace cansón, pero indispensable, en “La Sirena” o en “El Olivo”, allí donde se fue, de verano, el tiempo para así estacionarse para siempre.

Ocre eterno de una a otra esquina, de uno a otro rincón, hasta más allá de la vista, y que se traga motas de colores, entre sus manos, brazos y sus pies, a pleno sol.

Azul del mar, azul del cielo inviolable, intangible, escenario de juguetonas gaviotas y galantes corocoros rojos; azul necesario en tardes de café y eternas siestas.

¿Qué son de tus recuerdos sin ellos?

¿Qué es de tu historia sin ellos?

Tardes de calor pastoso viendo al infinito, esperando que los alisios traigan un poco de agua para que el ocre se duche y darle unas vacaciones al azul para que descanse.

Alisios de nubes gruesas en el naciente, polvareda ocre y azul sonriente.

Alisios, ocres y azules besando constantemente tu mente de ancha frente y sonrisa placida.

Alisios que te llevan a todas las comarcas de nieves perpetuas, de perfecto francés y todo y traje inglés tomándote un té a las cinco en punto, aun lado del Támesis o el Sena.

Ocre de fotografías viejas de poses cursis en paredes blanco cal, de historias sabidas, de calles cegantes y ropa de dril almidonado para aquellas cansonas fiestas.

Azul que demarca perfectamente las dunas de un lado a otro del horizonte, por arriba y a los costados, como esperando lo inesperable...

Alisios, ocres y azules de campanas y rosarios eternos.

Alisios, ocres y azules de miles de historias.

Alisios, ocres y azules de mil sueños.

Alisios, ocres y azules de soles eternos.

Alisios, ocres y azules en una ventana

Alisios, ocres y azules de toda la vida.

Alisios, ocres y azules que tú recuerdas.

Alisios, ocres y azules que tú eres.

sábado, septiembre 17, 2005



Y llegó otro viernes a la cuidad.

Y los viernes en la tarde, a la salida de la oficina; el bullicio se hace inmenso, la gente se divide en dos bandos. Aquellos que se preparan para disfrutar y sueñan en la posible rumba de tres días. Y aquellos que cuentan los minutos para escapar de ella rumbo a cualquier parte.

Ya era de noche, Octavio decidió quedarse en Caracas, hacer vida social casi obligado por José, su amigo de hace años, la novia de José, María Helena, y un largo etcétera de amigos comunes...

Trató de ser cordial con su grupo de viernes laboral, él cual, siempre tiene el mismo tópico de conversación en cualquier sitio donde estén o los lleva la marea del: ¨¿Qué vas a hacer esta noche? ¨ , y como pasar la noche del viernes sólo y sin planes no es muy original, se cae en la trampa. Lo cierto, que estaba allí, totalmente aburrido aún antes de salir.

Y se fueron a una nueva tasca casi por consenso. La nota, del momento, era retomar aquellos ¨viejos viernes cerveceros universitarios¨ y tomar todas las cervezas posibles sin ningún tipo de remordimiento. Allí la reconoció inmediatamente.

Allí estaba ella, entre la bruma y esa extraña escenografía de fin de siglo en ésta, cada vez más absurda ciudad. Allí estaba con su cuerpo envuelto por ese vaho que han dejado todos los cigarrillos fumados y por fumar.

Por algunos instantes se le ocultaba, se le escapaba, se le escondía tras telones humanos de distintas índole, consistencia, texturas que bailaban con su propio ritmo, pero en vano lograron que la perdiera de vista.

Y allí estaba él, Octavio “cara de mamón chupa´o” con su propia tropa de amigos “weekeneando” y que por todos los santos se negaba a convertirse en Tántalo con una cerveza en la mano izquierda.

Con sumo cuidado, se puso la careta del "¡Oh, qué interesante!" ya mal gastada por el uso y el abuso. El tema de esa noche era: "¿Cómo te va en la universidad?" A pesar que todos habían pasado por la toga y el birrete, aún tenían el prurito de los Post-Grados, Docencia, Doctorados y pare usted de contar.

Por el piso rodaron exámenes, investigaciones, anécdotas, cafetines, fotocopiadoras y carreras en busca del libro perdido. Lo único que le frenaba de esa absurda reunión era la presencia al final de la barra.

Se acercaba y huía de su presencia. Dejándose llevar por la corriente y con el firme propósito de hundirse en su acantilado, en el extraño misterio del ser y no ser, ese no-sé-qué inexplicable con nombre poco claro.

Toda la fauna, y de los otros, del acuario citadino deambulaba moviendo colas, aletas, conchas, púas y escamas haciendo turbulencia en su necesidad de oxigeno.

Poco a poco se acercaba a ella. Un cigarrillo fue la añeja y usada estrategia. Dejo a su grupo extasiado oyendo a Marta y su eterno seminario sobre los robos en la ciudad y el efecto nocturno al salir del Post-Grado o de cualquier parte.

Y se fue al final del bar, justo al lado de la caja registradora. Escuchó trozos de conversación. Compró una cajetilla larga, la del hombre a caballo y enorme orquesta sinfónica, se sintió más torpe que nunca y con vano esfuerzo trató de apagar el infierno de sus orejas junto con el extraño temblor en sus costillas ''Qué bolas! Y a tu edad...''

Ella miraba-hablaba-escuchaba en su trono, muy cerca de la caja registradora, moviendo sus manos, ojos y afines explicando quién-sabe-qué a su corte de planetas, satélites y cometas. El efecto lo defraudó, por un momento, quizás por esa su postura en punto de fuga en ese cuadro inconcluso. O tal vez sería que jamás entendió de terapias, diagnósticos y cosas por el estilo, en una reunión de Médicos, Psiquiatras, Psicólogos y demás, hablando de sus propias vainas, en un viernes y en su propio grupo laboral.

Estuvo a punto de colocarse un gran OFF y en ese preciso momento se miraron. Efecto total. Instante de película europea. Aquellas de tonos sepias y granos inmensos, en donde matizan situaciones haciéndoles lentas, sutiles, eternas... Sintió el sutil, el sinfónico olor de los pasteles, la textura de la crema recién batida, el sabor de las nueces acarameladas en fina lluvia sobre el chocolate. Perfecta Torta casera de cualquier aldea alrededor del castillo de Luis II de Baviera. Lo demás fue salivar en aluviales cantidades, como vulgar lobo, sin caperucita, ni bosque, ni abuelita.

Sólo por un instante.

Uno de los astros, La de la cola azul enorme, hablaba de quién-sabe-qué libro, autor, investigación. Ella la escuchaba, con marcado desdén, pero ya era parte de un pasado por crearse. Ella miró a Octavio cuando éste encendía su cigarrillo, le mostró una sonrisa, un esbozo o algo así. La pobre iluminación del lugar, más el espeso humo de unos incontables cigarrillos, no ayudaba para nada.

Pero, él tenía que volver a su grupo. Llegó, justo en el momento y rescatarlos de Juan Carlos que ya amenazaba con volver a contar su tragedia en los juzgados de este país, cosa sólo comparable con toda la historia de Alejandro Magno en verso.

Volvió a mirar hacia el grupo de Ella, como quién no quiere la cosa, por vulgar azar, recorriendo aquellos..., metros de distancia.

Definitivamente, era su noche. María Helena encontró en aquel grupo alguien que conocía y así poco a poco, los dos grupos se fusionaron paulatinamente. Omaria encontró nuevas víctimas para sus anécdotas y Octavio estrenó brillo en los ojos.

Claudia, era su nombre.

Así, sin proponérselo, se transformaron en un raro grupo donde se habla de cosas normales. Los temas se convirtieron en variados tópicos sobre la vida y hasta su nota cinematográfica hubo.

Las cervezas se convirtieron en otras, otros cuantos cigarrillos formaron otro hongo, banalidades iban y venían hasta hacer que Octavio -a duras penas- oliera su perfume y se deleitara con el tono de su voz. Un estudiadísimo toque de rodillas y sin querer..., huir. ¿El motivo? ¡Las cervezas! Ellas fueron las culpables de su retirada, casi a la carrera, que terminó en el baño. Al salir, Octavio encontró a Claudia en busca, también, del baño perdido. La acompañó, la esperó, como todo un acartonado caballero del siglo XIX y luego regresaron, retomando sus cervezas, cigarrillos y esta vez compartieron un viejo y malísimo chiste.

Giraban y giraban casi en caleidoscopio de miradas, voces, música, era evidente que algo pasaba entre ellos, que algo ocurría. Octavio se fue al garete con el roce de su pierna con la de Claudia.

Ella regresaría a Cumaná, al calor y la distancia, al día siguiente, mala suerte. Estaba en Caracas sólo de paso, se enteró que estaba dictando un seminario en una Clínica del Este. “Nuevas técnicas del bloqueo dfvmfvcfgjrtdcvicular del plexo bdlverbvfldkbraquial y del nervio ftndftrvmplíteo”. Chino de la segunda no-se-cual dinastía.

Pasó el tiempo, la noche transcurría, se agotó y la gente sincopadamente se fue perdiendo entre las butacas, trasformándose en fantasmas, dráculas que escapan a la luz y se quedaron solos. Allí estaban, un par de perfectos extraños tratando de llenar vacíos y conciliar encuentros ya sábado mediante haciendo, cada cual, fortalezas de naipes a la orilla del mar.

Se dejaron llevar, sin poner ningún pretexto, contexto ni barrera. Afuera la lluvia había dejado maquillada a la ciudad, las luces hacían ondas largas en el pavimento. Para cumplir con la tradición y no desentonar, se cruzaron teléfonos, se hicieron promesas, se dijeron lo mismo que se acostumbra decir en esas situaciones. Y Octavio, se permitió, volvió, a ser el mismo de hace años.

La dejo en el Hotel casi a las tantas de la mañana y aún a oscura. Se despidieron. Él volvió a su carro, colocó CD y "Trois Gymnopedies" de Erik Satie lo acompañó, lentamente, hasta su apartamento.

Esto es, lo que se supone que debería ser, un capítulo de una novela que estoy escribiendo, desde hace algún tiempo, si hay que ser sinceros.
Es sábado, es de noche, hace mucho frío –el viento golpea fuerte a mi ventana y con persistencia sobre la ciudad- y yo decidí abrir de nuevo el cajón de mis escritos para regalarles mi 2do. Capítulo.

jueves, septiembre 15, 2005

Una vez, me llegó, a mi oficina, una invitación a una fiesta.
Por el tipo de tarjeta, prometía ser una ocasión muy especial, y sobre todo por el lugar. Un viejo caserón ubicado en la loma de unos los cerros nortes de la cuidad.
Desde niño me llamó la atención su edificación, casi un castillo medieval en pleno trópico, estructura llena de almenas, torreones. Apenas de veía algo de él, tras los inmensos árboles que le rodeaban, como también su alta verja de hierro forjado, que lo protegía de miradas indiscretas y alimentaban terriblemente mi fantasía.
Siempre he sido fiel a mi máxima: “Todo llega en su debido tiempo”, no sé por qué motivo, pero siempre tuve la certeza que algún día, entraría en él, que lo visitaría y descubriría sus secretos.
Pues allí, cuando menos lo esperaba, en mi mano, tenía la llave para entrar en él, transformada en tarjeta de invitación.
Con la tarjeta en cuestión traía unas indicaciones curiosas a seguir, ya saben que algunos aristócratas son peculiares y, aparte de informarnos que era una fiesta de abolengo y etiqueta, se nos solicitaba como requisito importante, llevar una vela.
"Una vela, qué curioso"
Pues, llevado por la intriga respondí aceptándola, “es de buena educación responder a una invitación” decía siempre mi abuela materna.
Lo cierto, y no lo oculto, sentí cierto perturbación, era hacer realidad un sueño. Si bien ya no podía jugar entre sus árboles cual Tarzán –era mi sueño de niño- o sentirme Sandokan o el mismísimo Conde de Montecristo, pero peor es nada.
Muchos de mis amigos y familiares estaban también invitados. Cosa que me hacia muy feliz. Imagínense, era compartir, en cierta forma, otra de mis fantasías. Reunir en un sólo sitio a todas las personas que de una u otra forma son importantes para mí. Demasiada casualidad para ser realidad. Pero la magia existe, doy fe de ello.
Poco a poco fueron pasando los días y concientemente, me arregle para esa ocasión. Vestí mis mejores galas y…, por supuesto portaba conmigo la inquietante vela. Una vela nada particular, una vela normal y corriente.
Otra de las cosas que se decía en la tarjeta era reunirnos en el hall todos los invitados a las nueve en punto.
Y aunque sea inusitado en nuestra tropicalísima ciudad, todos estábamos allí, expectantes, curiosos.
A las nueve fuimos recibidos por el anfitrión vestido como mago de circo, con copa ya en mano entramos al salón principal, que estaba a oscuras, y se nos pidió encender las velas.

Qué espectáculo, alabastros, cortinas, mesas, mármoles, brocado que rivalizaban con el atuendo y las joyas de las damas presentes. Un brillo inusitado e increíble matizado por la luz de las velas.
Me sentí transportado a otro tiempo, a otros aires.
Aire, el olor, olor de jazmines en flor, embriagador efecto de los aromas.
La música que nos envolvió a todos...
En eso pensé, yo el egoísta.
“Si todos tienen velas, voy a apagar la mía, y cuando ya no se acaben las otras, enciendo de nuevo la mía, así seguiría un poco la fiesta”.

Y la apague.

Y todo quedo a oscuras.
Y todo quedó en silencio.

Entonces…, dolorosamente para mí, entendí.
Y allí, aterrado comprendí que todos a mi alrededor, todos en la fiesta, tan sólo llevaban espejos.

A Mónica y la luz de todas sus velas.


Y quién dijo que vivir en pareja no es una deliciosa aventura?

Adelanto, no me quejo, tal sólo que hoy me he puesto a recordar el dichoso día que mi pareja y yo decidimos vivir juntos. Fanfarria de trombones y campanas tubulares…, la envidia de el señor Tchaikovsky, pues.
No soy tonto, vine a ver primero el terreno, y eso no es un decir por decir, era nada más y nada menos que otro país, otroS idiomaS y sus 4 estaciones completitas.
En aquel entonces, mi pareja, vivía en un apartamento full amueblado –hasta pianito había- y totalmente alquilado. Su tiempo de alquiler, en ese palacio, pronto expiraba y para vivir juntos debíamos buscar otro, así comenzar por la puerta grande.
Eso también incluía comprar todo, y cuando menciono todo…, señores es TODO.
Mi pareja, muy pragmática, pensaba muy suizamente, que con una cama –obvio-, un sofá y una lámpara tenía ya la casa montadita.
Y de allí a la eternidad.
Mentalidad suiza, pensé, otra cultura, otros otras cosas…
Y nos fuimos, un fin de semana, a IKEA.
-A qué?
-Ikea?
-Qué demonios es Ikea?
-…-
Difícil de traducir.
En Ikea, tú entras con una idea, con un remoto plan de algo y terminas llevándote cualquier cosa que no se parece, ni remotamente, a lo que era tu idea original.
Ikea, amigos míos era, es y será el parque de atracciones para alguien que quiera montar sus cuatro paredes con algún gustito estético y a un precio razonable, no es un BBB –bueno-bonito y barato-, pero aceptable al bolsillo de dos reincidentes.
Pero allí es cuando comienza la odisea y toda la literatura épica en verso. No les miento.
Cualquier cantidad de lamparitas, camitas y sofacitos de “n” color, “n” forma y “n” precio. Ahora entiendo a mis amigos alemanes del otro lado del antiguo muro. En aquel tiempo había un sólo tipo de algo y listo, para qué complicarse, pero en Ikea no.
Eso no entra en ese gran galpón sala de exposición y venta.
Tomamos nuestro carrito y que los dioses nos sean propicios.
Para ser el cuento corto, y mientras recorríamos el laberinto del minotauro, lamparita en el carrito, después de horas y vueltas concéntricas le pregunto, como quién no quiere la cosa:
-Amor, tenemos platos?
No hubo necesidad de respuesta. No, no teníamos. Ni ollas, ni cortinita de baño, si alfombrita, ni copitas para nuestro Sekt..., ni un cuerno.
Salimos, por fin de Ikea, como beduinos antes de armar su tienda en desierto, sin camellos y en invierno, chorrocientos grados bajo 0, detalle para matizar.
Menos mal que mi familia fue inteligente conmigo y me dio la oportunidad de jugar un ratote con LEGO, si no ni manera.
Todo viene en cajitas –cama incluida- y con instrucciones en perfecto alemán, francés e italiano, idiomas que para ese entonces representaba para mí cantones antiguo de la dinastía Han. Sólo el italiano decía algo para mí, a los panaderos, sacerdotes, zapateros y sastres en Venezuela, gracias. Dios existe!!!
Por supuesto, mi pareja, al ver cajas, cajas y más cajas huía despavorida –el trabajo, la oficina- y me dejaba con mi particular QUIEBRE de cabeza.
El apartamento.
Un ático en el tercer piso, hermoso, minúsculo, romántico, a media agua que, a falta de costumbre, casi logro fractura en todos los huesos de la cara y cráneo –una viga de madera masisísima en el medio de la bañera, quién me puede explicar eso de forma lógica-. No debo ser injusto con eso, me arreglo el rostro y sin pasar por el bisturí.
Cocina, sala –con chimenea, no hubo tiempo de utilizarla-, dormitorio. Todo en un único ambiente.
_Me siento como Mimí, en el primer acto de La Boheme.
Fue el comentario de La Emperatriz China al visitarnos, tiempo después.
Al final de la cocina existía un cuartucho, oscuro y sin ventanas, que La Emperatriz China, al verlo e inspeccionarlo, sabiamente, lo bautizo como "El cuarto de Anna Frank". También, a un lado y sobre nuestra cama, existía otro cuartito, una pequeñísima guardilla y otra vez, La Emperatriz China, nombró como "El cuarto de Heidi". Desde allí, Ella –La Emperatriz-, arreglaba el Imperio y disfrutaba la modorra invernal, cuando se instaló por un tiempo en nuestras vidas, lastima que tuvo que volver a su morada de Rojo, seda y marfil.
Volvamos al primer día de nuevo.
Luego de medio hacer el ático habitable, la primera gran cena. Nuestra primera gran cena en nuestra casa, en nuestras cuatro paredes. Y después de todo un día de esfuerzo y trabajo. Nos veíamos, en silencio, allí haciendo realidad sueños, ilusiones, sacando a patadas a las dudas y a los miedos. Los cuales, las dudas y los miedos, aprendieron la lección y ya ni se atreven a tocar la puerta de nuestra casa.
Muy originales nosotros, decidimos hacernos una…, pasta!!!
Salieron cubiertos como espejos, platos relucientes, copas con un brillo especial, mantelito azul…
Señores, déjenme decirles e informarles y que jamás de los jamases se les olvide. Los apartamentos, casas y afines “NO VIENEN” con el colador de pastas incluido.
Pues, no. No viene, tampoco en el mío, por más que lo busqué…, nada de nada.
De ello me di cuenta justo cuando la pasta estaba al dente. Respiré profundo y lo tomé de la forma más estoica que pude, nada ni nadie iba a arruinar ese momento, aunque no existía el coladorcito de todos los santos.
Al final, hubo pasta, quedó que ni de Nonna Napolitana, pero hubo, hasta vinito rojo y riquísimo…
Esa fue nuestra primera casa, ya llevamos seis –sí, 6!!!-, y no me extrañaría, en absoluto, en volvernos a mudar dentro de poco. Vivo, definitivamente, con un ave migratoria, ya lo acepté Karma…, Oooooooooooommmmmmmmmmmmmm!!!
A veces me gustaría transformarme en tortuga, sería muchísimo más fácil. Pero esto es lo que hay y lo he aceptado.
No me queda otra.
Dedicado a mis amigos, los embaladores, sin ellos ya estaría muerto. Gracias, mil gracias!!!

Un poco de nada..., o lo único que quedó de un proyecto de novela.

Siempre se me ha hecho más fácil hablar de las cosas de los demás, mirarles y solucionar sus problemas como quién se enfrenta a un problema aritmético, químico o físico; es como ir al cine y saber, antes que el protagonista, quién fue el ladrón, quién fue el asesino o cualquier detalle que tenga relevancia en el desarrollo de la trama. En fin, es mucho más fácil hablar de los demás y es hasta divertido, sé que no soy nada original, pero quién realmente lo es.
Decía que es mucho más fácil hablar de los demás, claro manteniendo una especie de "Código de Ética", me explico, nunca decir los verdaderos nombres de los involucrados para evitar problemas posteriores. Bueno, al hablar de los demás quizás somos más objetivos. Cuando hablamos de nosotros mismos podemos pecar de poco modestos, nada objetivos, condescendientes y constantemente nos vamos a justificar entre otras cosas. No soy partidario de las autobiografías. Es una ridiculez vociferar a los cuatro vientos:"¡Qué arrecho soy!", me parece una soberana pendejada y cursi por demás.
Buenos..., hablar de otro es más divertido y al hacerlo vamos creando una especie de sexto sentido que capta inmediatamente detalles, miradas, gestos, poses, formas de vida..., cosas que a uno le sería bastante difícil de auto-observarse, a no ser que se viva constantemente frente a un espejo, circunstancia nada práctica y menos cómoda.
Hoy, para variar, voy a hablarles de cuatro amigos, que por extraño que parezca, los conocí en una aburrida fiesta, situación que se torna nada original, si tenemos en cuenta que en la mayoría de las telenovelas brasilera los grandes encuentros son en una fiesta, almuerzo, cine, teatro, librería, funeraria, cementerio, aeropuerto, exposición o lugar público verosímil o inverosímil que éste pueda ser.
Por razones obvias, ya explicadas, los nombres serán cambiados para "proteger a los inocentes", frase copiada textualmente de las películas yanquis del género negro y que pretenden mover cada uno de nuestros sentidos sin ninguna contemplación. Cosa que, en honor a la verdad, no pretendo.
Voy a hablarles de dos mujeres y dos hombres por el mero hecho de estar en oferta creí pertinente hablar de dos parejas. Para facilitarles las cosas, o para complicarlas, voy a esbozar sutilmente cada uno de mis amigos, ellos son:
Migdalia Sánchez: Una mujer realmente interesante, tiene la rara cualidad de amanecer como soprano ligera un lunes y terminar como la propia contralto dramática el viernes en la tarde.
Su profesión: Periodista -vocalizando cada una de las letras, por favor-y de las buenas según parece o por lo menos eso se dice de ella.
Pasará el tiempo y les puedo asegurar que ella terminará su vida, si es que algún día decide morir y culminarla, cubierta de tinta y diciéndole a la muerte que le espere un momento en la redacción mientras que termina la edición del día y/o el guión del próximo especial televisivo. Autosuficiente es su mayor error y defecto.
La otra mujer es Ada, Ada José Núñez Alonso..., ella desafía cualquier definición posible. Hiperquinética, jamás para de hablar, sus expresiones son pendulares; pasa de la ironía más sutil a la caricia más mordaz y al final no sabemos del todo qué carajo trató de decirnos. No quiero decir que no la entendemos, ojo, lo que pasa es que la carajita más de una vez le mueve el piso a cualquiera en un abrir y cerrar de ojos.
Ada es una mujer particular y, contrariamente a lo dicho de Migdalia, de Ada no se sabe que es..., académicamente hablando. Piense Usted en cualquiera profesión de esas que se estudian y luego dan algún papelito con estampilla y sellado por el ministerio y muy difícil que Ada no tendrá algo por el estilo en su curriculum.
No..., no se ría, es en serio. Tal vez exagero un poco, pero esa carajita sabe de todo, todo o en el peor de los casos sabe lo que de verdad es importante saber y se acabó. Con ella ningún tema puede extinguirse así como así. También existen las mutaciones ¿Verdad?
La última vez que supe de ella, es que estaba perdida dentro de un anticuario con moho, humedad y polvo incluido, con la nariz vuelta asco, indiscreción que la hacía ver humana a mis ojos, pero feliz; al saberlo no me extrañó en lo absoluto y si mañana en la mañana me dicen que le dio por raparse la cabeza y meterse a budista o por ser extremista come-candela..., lo creo. Maravillosa mujer sin lugar a dudas.
Helmut Müller..., si ustedes le conocieran quizás podrán entender mi impresión. Es hablar con la National Geography en imagines. Su pinta es de lo más teutón y, que me perdonen los judíos, pero si Adolfo Hitler lo hubiese conocido le hubiera tomado como modelo ario. En verdad su físico es lo de menos, lo realmente impresionante fue verlo bailar cual negro en plantación y, por más tímidos que fueran sus genes, no me explico cómo tal ente bailara así, pues que yo sepa, Wagner jamás escribió un toque de tambor para la fiesta de San Juan Bautista en una playa del litoral venezolano, porque el ritmo se lleva en la sangre, trópico puro, simple y sencillo. Negras sudorosas, cuerpos llenos de lujuria y ojos puyones, calor y trópico..., divino trópico donde el arroz con caraota negras aún es posible sin rollos existenciales ¿Verdad Mandela?
Una vez, sólo una vez dejó su Síndrome Nórdico de Greta Garbo, léase, frío y distante. Esa vez le vi una chispa de luz en su gélida mirada al hablarme, con una soberana pea, de sus sentimientos, de su vida para luego volver a ponerse su mascara impenetrable. Nadie es perfecto.
Hace tiempo que no sé de él. Lastima. Se metió en las frías tripas de un ave de metal rumbo a gélidos horizontes europeos de economizante luz y..., lloró, se le movió su mascara rompiéndose en inverosímiles pedazos, y que aunque todos contribuimos a reconstruir, ya no era la misma y él lo sabía. Ante los ojos de todos se volvió humano, respiraba y jadeaba, tenía que irse irremediablemente para enfrentarse con su vida. Bien sé que no soy bueno cultivando el género epistolar ni gasto dinero en impersonales llamadas transoceánicas que a veces abren heridas.
El cuarto es José Manuel Rivero Antic y no sé cómo describirle con pocas palabras sin parecer duro con él. Enrollado como él sólo, es ese raro ser que al no tener problemas van por la vida buscándolos, es decir, es un accidente buscando donde ocurrir. Pasando por alto ese pequeño detalle, se puede decir que José Manuel es en verdad poco común y mejor compositor dominical, jamás entenderé como es posible que alguien componga tan bien y que los pentagramas se tornen amarillos en la banqueta del piano o en el armario, que al final esos mismos pentagramas se cuelen en la bolsa de la basura o que sirvan para que el perro deje su caca fresca sobre el primer movimiento de alguna obra inconclusa. Un Schubert más de la vida. Nunca lo entenderé.
El día que lo conocí, tenía tremenda nota depresiva, ya ni recuerdo por qué, y se puso a cantar todas y cada una de las canciones de María Grever, desde "Muñequita linda" hasta "Júrame", como los dioses y como nunca he vuelto a oírlas.
Le veo, cuando puedo y llego temprano a casa, a través del televisor y miro su cálida sonrisa decir, mirándome fijamente a los ojos: "Buenas noches señoras y señores. La situación mundial es...", y me es inevitable esbozar una leve sonrisa.
Querida Emperatriz China, otra vez tienes razón, ya es hora de colocarle un QEPD, abrir las ventanas y dejar que el aire fresco se lleve las hojas de aquel otoño.

domingo, septiembre 11, 2005


Existen cosas muy íntimas, muy dentro de nuestros corazones, cosas muy privadas las cuales nadie tiene ni idea de su existencia. Son tan privadas que hasta nosotros –a veces- nos olvidamos que están allí, de tan escondidas las tenemos...
De repente, una palabra, un gesto, un acorde, un aroma se transforma en un llave prodigiosa, en un “Ábrete Sésamo” abriendo baúles, cajas, puertas, descorriendo cortinas y corazones.
Allí está, "son aquellas pequeñas cosas..." a las cuales cantaba Joan Manuel, todo aquello que creíamos olvidado, seco o en el mejor de los casos perdido. Ya saben, la adultez o la madurez en su mayor grado posible, hace que todo sea etiquetado, ordenado, aséptico, sobre todo hace eso con los sentimientos. Esa absurda frialdad norte-europea que esconde, debajo de esa impenetrable masa de hielo, volcánicos corazones. Y que es terriblemente contagioso.
Ayer me fui a la cama tarde aunque estaba muy cansado, hoy me levanté temprano, el día gris y frío en éste otoño que se estrena pisado fuerte por éstas latitudes.
La rutina de siempre, de mis domingos; ir por el periódico, prepararme el desayuno, arreglar la cocina por el desastre ocasionado por el estropicio de ayer.
En eso, como un murmullo, como un riachuelo, como una suave brisa, con el sonido del rocío llega las ensoñaciones de la niñez y “esa dulce melancolía” de los recuerdos impregnados por los aromas de los dulces de mi abuela.
Revisé los correos sin estampillas, de estos últimos tiempos, y está allí “Su canto a jerry Lynd y Andersen, es antológico.” Y la noria volvió a dar vueltas, vueltas y vueltas enloquecida de gozo, de ternura, de vida.
“La balada de Hans y Jenny”, el poema que me hizo llorar cuando lo leí de niño y volver a recordar, volver a escuchar la voz de mi abuela, que como en sueños, me pregunta: “Qué te pasa, qué te pasa…” y yo sin voz para contestar, yo todo sollozos y sin palabras para explicar, explicarme. Sintiendo increíble vacío; un extraño algo rico sin nombre, que me hacía diluviar, diluviar y diluviar.
Sentí la necesidad imperiosa de volverlo a leer, lo busqué como el sediento al agua, lo leí…, y que aún ahora, al leerlo, aun me hace llorar...
Luego tú me escribes, luego TU me dices que "El Hechicero" soy yo.
Gracias Photheus, qué bonito regalo, muchas gracias!!!

LA BALADA DE HANS Y JENNY.

Verdaderamente,
nunca fue tan claro el amor
como cuando Hans Christian Andersen
amó a Jenny Lind,
el Ruiseñor de Suecia.

Hans y Jenny eran soñadores y hermosos,
y su amor compartían como dos colegiales
comparten sus almendras.

Amar a Jenny era como ir comiéndose una
manzana bajo la lluvia. Era estar en el
campo y descubrir que hoy amanecieron
maduras las cerezas.

Hans solía cantarle fantásticas
historias del tiempo en que los témpanos
eran los grandes osos del mar. Y cuando
venia la primavera, él la cubría con
silvestres tusilagos de trenzas.

La mirada de Jenny poblaba
de dominicales colores el paisaje.
Bien pudo Jenny Lind
haber nacido en una caja de acuarelas.

Hans tenia una caja de música
en el corazón,
y una pipa de espuma de mar,
que Jenny le diera.

A veces los dos salían de viaje por
rumbos distintos. Pero seguían amándose
en el encuentro de las cosas menudas
de la tierra.

Por ejemplo,
Hans reconocía y amaba a Jenny
en la transparencia de las fuentes
y en la mirada de los niños
y en las hojas secas.

Jenny reconocía y amaba a Hans
en las barbas de los mendigos,
y en el perfume de pan tierno
y en las más humildes monedas.

Porque el amor de Hans y Jenny era
íntimo y dulce como el primer
día de invierno en la escuela.

Jenny cantaba las antiguas baladas
nórdicas con infinita tristeza.

Una vez la escucharon unos estudiantes
americanos, y por la noche todos
lloraron de ternura
sobre un mapa de Suecia.

Y es que cuando Jenny cantaba,
era el amor de Hans
lo que cantaba en ella.

Una vez hizo Hans un largo viaje
y a los cinco años estuvo de vuelta.

Y fue a ver a su Jenny
y la encontró sentada,
juntas las manos,
en la actitud tranquila
de una muchacha ciega.

Jenny estaba casada y tenía dos niños
sencillamente hermosos como ella.

Pero Hans siguió amándola
hasta la muerte, en su pipa de espuma
y en la llegada del otoño
y en el color de las frambuesas.

Y siguió Jenny amando a Hans
en los ojos de los mendigos
y en las más humildes monedas.

Porque, verdaderamente,
nunca fue tan claro el amor como cuando
Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind,
el Ruiseñor de Suecia.

Aquiles Nazoa

"Por todo y por nada,
Por nada y por todo…"
Todo lo mejor para Ustedes.

PS: La“Emperatriz China” tiene días de constantes Fuegos Artificiales, y eso me hace inmensamente, INMENSAMENTE!!!
Tiempo de cosechas, ya era hora!

sábado, septiembre 10, 2005


En "Allegro con spirito, adagio, allegro gentile..." nombré a Aquiles Nazoa (1920-1976). Muchos de Ustedes –sobre todo los no Venezolanos- me han escrito preguntándome por él. No tengo mucho que contarles, no soy quién para hacerlo, así que dejaré que él se presente en uno de sus escritos.



CREDO

Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra;
creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo,
pero que cada día resucita en el corazón de los hombres,
creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable,
creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa,
creo en la cualidad aérea del ser humano, configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose como una purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo;
creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente
debajo de la almohada de mi niñez;
creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música,
yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré,
salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma,
creo en Rainer María Rilken héroe de la lucha del hombre por la belleza,
que sacrificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer,
creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia,
creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar;
creo en un barco esbelto y distantísimo
que salió hace un siglo al encuentro de la aurora;
su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles,
junto a sus sienes un resplandor de estrellas,
creo en el perro de Ulises, en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas,
en el loro de Robinson Crusoe,
creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta,
el beralfiro el caballo de Rolando,
y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero,
creo en la amistad como el invento más bello del hombre,
creo en los poderes creadores del pueblo,
creo en la poesía y en fin,
creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama.

Y sobran mis palabras.

viernes, septiembre 09, 2005

Yo Quack!!!, o el amor tiene forma de pato.

Días antes, cuando estaba preparando unos de mis viajes a Venezuela, pasaje, pasaporte, las maletas y las infaltables compras de los recuerditos –chocolate suizo, inevitable- para los amigos, para las amigas, me encontré con él escondido entre los estantes del Migros de Oerlikon. Me miró y pensé “esto es genial para Bárbara Beatriz”, lo metí en la cesta y desde aquel entonces se quedó en la casa. De ello hace más de 5 años.
Si bien es cierto, su amarillo centellante se ha devenido a un amarillo verdoso por el uso y el abuso. Pero está allí, con una cicatriz en el cuello en una de las peleas que ha tenido con Ganso –otro artículo pendiente a escribir, si no la paz en la casa estaría en veremos-.
Dueño de una fuerte personalidad, la ironía y el sarcasmo a flor de piel –bueno, a flor de peluche, en este caso-. Al principio, sólo se limitaba a dar un “Holaaaa!!!”, los buenos días o/y las buenas noches. Se vislumbraba completamente tímido y, viendo las cosas con la perspectiva que da el tiempo, creo que no era otra cosa que observando el entorno para luego tomar su espacio como pequeño tirano. Es el único pato, que conozco, que tiene cualquier cantidad de millas voladas y que sería la envidia de muchos pilotos. Todo esto si sin mover ni una de sus alas. “Yo no vuelo, me deslizo”. Y fíjense que hasta en el Concorde se ha montado, como también ha tenido algunas aventuras que hasta Ulises se quedaría tonto. Por cierto, y que no se entere, no tolera que le pongan un dedo en su barriga, se pone completamente histérico.
Se nos perdió, una vez, en la Habana, y solo nos dimos cuenta cuando justo estábamos haciendo la interminable cola de British. Tuve que irlo a buscar, sin saber dónde ni cómo, teniendo el corazón al punto del colapso rogando a los dioses poderlo encontrar mientras, en el aeropuerto, se quedaron fumando media producción mundial de la Camel.
El taxista, por orden mía, se comió todos los kilómetros que distaban entre el aeropuerto al hotel Inglaterra, en segundos, y allí esta él, tomándose un mojito de lo más tranquilo: “Les hago falta…, je, je, je!!!”
Luego, en el aeropuerto, todo era fiesta y hasta mi suegro –que nos acompañaba en ese viaje- me dio un beso de agradecimiento.
Una vez no podíamos dormir, pues a él le dio por ayudarnos y contar ovejas: “Una…, dos…, tres…, cuatro…, cinco…, cuatro…, tres…”, le preguntamos, por qué estaba haciendo eso y su respuesta fue que las ovejas se estaban regresando. Comenzó de nuevo: “Uno, dos, tres, cuatro…, cincuenta, cincuenta y uno”, y ahora que pasó, volvimos a preguntar: “Es que las otras pasaron en un camión”.
Hemos decidido adoptarlo, no tenemos otra alternativa. Es el primero en prepararse cuando salimos de viaje, además, de ser “El dueño y señor del cuello de mi pareja” y, creanme, eso no se discute. Se lleva fatal con Ganso y es muy amigo de Guau.
Es el propietario y Chef de un pequeño Bistro, que abre todas las noches, y nos mantiene, siempre, una mesa reservada para dos. Enseñó hablar a los que después de él han llegado –aunque muchos lo nieguen- y a Brummel!!! –Un viejo oso que hasta le faltaba un ojo (la cirugía de Gepeto hace milagros), es de paja, y tiene 45 años sin bañarse-.
Él ha sido nuestro abogado, nuestro psicólogo, nuestra compañía, nuestro médico y enfermero. Me ha ayudado a estar presente cuando se me hace difícil estarlo. Él es tantas cosas.
En fin, imagínese a un par de cuarentones durando horas hablando con un pato de peluche.
Pues, estamos totalmente y completamente locos, verdad?
Señores, les presento a Quack.
Para todos aquellos que sienten y conocen lo que es la fantasía, la magia de ser siempre unos niños.

jueves, septiembre 08, 2005

"Lo que muchos, de nosotros, hemos pensado, alguna vez, de ellas"
...Para Edén, con todo mi cariño.
El modelo se ha ido complicando con el ensimismamiento de las prospectivas Yolandas, Omairas, Susanas, Elenas –sin H-, Lucías, Inmaculadas, Noelias, Eugenias y sus añadidas variables: La divorciada espinosa, la criptofeminista, la que salda su querella de años con el último amante ensañándose con el incauto que se atreve a cortejarla, la que lleva en la frente un rotulo de neón intermitente que reza "es que ustedes los hombres no quieren comprometerse", la lacaniana que te espeta que si fumas habanos es porque tienes una pulsión falocéntrica, las que no entienden nada de béisbol, las que afirman que saben todo del béisbol pero preguntan sin pudor alguno para qué equipo juega el señor vestido de negro que está detrás del catcher, las que al tercer whisky comienzan a contarte lo bien que les ha ido en el curso de autoconocimiento e insight, las entusiastas de la aromaterapia, las que se quedan mirando tus discos y preguntan si no tendrás uno de Richard Clayderman, las que exhalan "a mí me puede matar Mario Benedetti", las que dicen "a nivel de piel", la madre soltera, que trabaja, cría morochos, está "sacando el doctorado", escribiendo un libro y quiere y puede bailar hasta la seis de la mañana después de bajarse dos canequitas de Pampero Aniversario, las que creen que la lecitina de soya es lipotrópica, las que ante el fiasco eréctil de la primera vez se muestran inicialmente comprensivas y te dicen que no te enrolles, que a cualquiera le pasa, es natural, suele pasar, es la emoción, relájate, ya habrá ocasión. Y media hora más tarde te preguntan tersamente si no has pensado "hacerte ver eso" con un sexólogo. Las que piden "un sambuquita" las yin, las yang, las que creen que la metafísica es una doctrina formulada por una vidente italiana llamada Connie Méndez, las que no soportan a Isabel Allende, las que sólo leen a Isabel Allende. Y todas, absolutamente todas, indescifrables para mí, como pitchers zurdos de grandes ligas.

Artículo publicado por Ibsen Martínez en „El Nacional“

Comprendí otra vez, esperando en la esquina, el por qué vienes y te vas, de aquí para allá, jugando al ajedrez y las damas en el mismo tablero.
Comprendí otra vez, el por qué te maquillas de luz, sombras y color mirando el espejo para irte a la cama y soñar.
Comprendí otra vez, él por qué de tus palabras, de tus sonrisas, de tus miradas, que dicen mucho..., que dicen nada.
Comprendí otra vez, que la vida es la vida y que la enrollamos o la desatamos todos los días.
Comprendí otra vez, el por qué te he amado, el por qué te he odiado, el por qué te deseo y el por qué no te quiero.
Comprendí otra vez, que eres y no eres, que estás y no estás, que me necesitas, que nunca me necesitaste, que nunca estarás allí en aquellos momentos precisos.
Comprendí otra vez, que soy yo quién pone, quién quita, quién agrega y quién da.
Comprendí otra vez, que puedo olvidar, que puedo recordar, sentir, soñar, mentirme y decirme la verdadera verdad de todas las verdades.
Comprendí otra vez, que eres como las nubes. Te marchas, pasas y vuelves a llegar, de forma distinta pero siempre igual...
Comprendí otra vez, que me enseñas lo que soy, lo que debo ser y lo que jamás seré.
Comprendí otra vez, que sólo cuento conmigo para vivir.
Comprendí otra vez que soy yo..., comprendí otra vez otra vez.

Noviembre, 1987.
Aquí, revisando viejos papeles, viejas memorias, antiguos tiempos.

Hoy, como ayer, estoy aquí tratando en decir lo que en realidad siento y hasta me faltan las palabras...
El día se torna y se torna dando vueltas concéntricas y yo allí cual epicentro viéndolas girar y girar...
la noche, la noche se viste de azul, ribeteada de luna, camina entre el pasillo y el comedor; con ese desdén fastidioso que sólo ella sabe cómo hacerlo.
Los nombres llegan, se sientan, se fuman y luego, como el humo de las chimeneas, se van y llegan a cualquier lugar del planeta para luego bostezar y dormir...
Los tejados se transforman en sala de baile donde los gatos y más gatos ríen, lloran, se seducen, pelean y se aman por decimoctava vez..., no me dejan dormir!
Las nubes son como más largas que de costumbre, saludan y renuevan su camino más allá del horizonte; pasa un avión y las montañas le sacan la lengua.
Y entre esas cosas..., apareces, tirando tu bolso en la sala, hablando hasta por los codos, femenina, caminas, vuelan zapatos..., yo te observo...
...Nos robamos un beso (¿o fueron cuatro?) y la noche se vuelve más noche y el frío se vuelve gotas que caen entre tus pechos y tu vientre.
En los pliegues aparecen risas, murmullos ahogados donde los secretos se mezclan con la noche y un rayo de luna sigilosamente entra en la habitación maquillando las paredes con estudiada maestría.
Tú dices y yo escucho...
Dejas labial en mis mejillas y un perfume de millones de rosas en mi cuerpo.
La seda te cubre y la envidio.
Y no sé si es tu pelo, tus labios o tus manos...,
o esos ojos gatunos.
Y las sábanas son olas que vienen y van.
Tú cuerpo que viene a mí, tu cuerpo que está en mí,
y los pétalos reciben el rocío,
y temblamos como hojas a la suave brisa.
Abro los ojos y...,
...descubro que allí estás, sirviendo el desayuno otra vez,
y yo te observo, y no hablo, y no quiero decirte nada,
tan sólo estás allí y eso me basta...,
y los gatos todas las noches llegan, mas no importa.
Y las nubes vienen y se van; eso no es importante.
Y la noche llega con su manto de seda cubriéndonos...,
poco a poco, uniéndonos formando un solo ente.

Octubre,1987.
Otro de mis viejos escritos, llenos de tantos recuerdos, cuando jugabamos a ser y no eramos.



Sedosa piel envuelta en negra seda, esbelto cuello de gacela, ojos nácar y topacio verde-amarillo.
Te vi y opacaste todo el entorno, ya no había gente, pasos ni ruido, todo se cubrió de tenue bruma por donde caminabas, desafiando a la vida y a las baldosas verdes como tus ojos.
Me acerqué, no me vistes..., respiré de tu aroma, de tu aire, me volví viento que llega rozando tus manos, tus uñas rojo perfecto, tu endrino cabello y tu boca.
Marejada roja que humedece arenas yermas dejándoles ese extraño sabor a ganas por llenar que se tornan lejanas convirtiéndose en armas asesinas sin víctimas.
Te observé y mi mirada se convirtió en manos, en dedos recorriendo tu cuerpo, tu piel, tu ser palmo a palmo; conociendo texturas, suavidades, entradas y salidas.
Conté desde mi atalaya lunares, cabellos y pecas.
Toqué a mí antojo tus labios, párpados; sentí gestos, conté tus suaves líneas alrededor de tus ojos y en los nudillos de tus dedos.
Cerré los ojos y respiré profundo embriagado por tus aromas de selva...
Perdí entorno, mandé todo al demonio, apreté más mis párpados y me lancé al abismo, me dejé llevar por el torrente de tu mirada, rompí vestiduras, deje tu carne libre, desnuda de toda atadura mientras se oía el rumor sordo de los gritos de la gente.
Te vi allí, observé maravillado a la maravilla de tu piel desnuda frente a mí y no hubo palabras, sólo una mirada eterna...
Me acerqué más a ti y fui tomando sorbo a sorbo el licor de tu hombro, de tu espalda, me embriague de tus humores, lamí tus sabores, uno a uno y lentamente. El mundo ya ni existía, fuimos fabricando uno nuevo de dedos, quejidos, susurros, besos, abrazos...
Bese tus cabellos, me hice caracol marino en ellos..., mordí tus redondeces bajando lentamente por tu espalda, saboreando cada parte de ti..., más abajo, más lentamente.
Cubrí con un beso grande tu primera cicatriz y sentí el trémolo movimiento de tu piel..., hundí mis dedos que se hicieron garras por el temor de perderte.
Levanté la vista y me introduje por primera vez realmente en tus pupilas y en ese dejo de sonrisa de Venus frente al espejo de Velásquez. Comenzamos a danzar casi sin movernos en ese va y ven del sí y no forzador de realidades haciendo círculos, círculos y más y más círculos concéntricos. No abrazamos, al fin pude abrazarte sentí tu roce y el aleteo de tus pestañas en mis mejillas.
__Hazlo de nuevo.-Dijiste queda y sutilmente.
Yo..., yo obedecí casi por instinto.
Sedosa piel de marfil que deshojo uno a uno sus pétalos de encajes descubriendo piel, pecas y lunares..., sistemas solares, galaxias y unos hoyos negros de placer.
Y baje más abajo...
Y baje más abajo entre dos columnas.
Me volví fiera hambrienta de ti. Fui sintiendo marejadas y tormentas de líquido espeso sobre mí, rico y extraño cosquilleo en mi pelvis dentro de ti, más allá..., sonrisa hambrienta..., daga que te muestro..., sonrisa satisfecha..., ronroneo y suspiro..., sonrisa en tus ojos..., deseo en los míos, entorno de ojos semicerrados..., movimiento de cuellos en semicírculos..., miradas que dicen todo..., sudor que llega a cubrir barnizando..., líquido que se derrama..., carcajada que muestra dientes y se hace muda y dice tanto con sonido de estrepitante desparpajo.
Temblor de piernas y manos que comienzan a enredarse haciendo nudos con los dedos, manos que comienzan a hablar y brazos que se convierten en cadenas que aprietan para no dejar escapar ni el poco aire que queda entre tu cuerpo y el mío..., perfecta sincronización de va y ven marino, jadeo, silencio y temblor...
Palabras que vuelan al viento y que son calladas por besos profundos, mareas rosadas que inundan cavernas hambrientas que nunca llegan a llenarse y que al contrario aumenta su hambre ya infinita.
Sentí tus uñas clavarse en mi espalda desgarrando mi alma y no dije nada, tan sólo me limité ver desde el balcón las cimas de tus redondeces acunándome en ellas volviéndome niño, volví a ver el negro de tu pelo, el rosado de tus labios, tu perfecta nariz, el olor de tus intimidades y morderte el cuello.
Sentí volar en ti, surque tu rosa de los vientos y...
...y desperté.
Tú..., tú ya no estabas y comprendí que todo fue una mala pasada de mi mente. No tuve más remedio que tatuarme una sonrisa grande como sombrero, respirar profundo y aguantar la carga intimista que se alojaba entre mis piernas sin contar el par de volcanes que se fueron convirtiéndose mis ojeras...
Estar sólo es peligroso y más cuando de improviso se nos presenta a las tantas de la tarde, en una estación del metro, semejante obra de arte caminando frente a nosotros y no tenemos otro remedio que fantasear para luego terminar diciendo entre jocoso y serio aguantando las caras de desconcierto de la gente:
__¿Qué vaina tan buena? ¿Verdad Salomón?
Caracas, miércoles 27 de junio de 1990.
Desempolvando mis escritos.

domingo, septiembre 04, 2005

"Allegro con spirito,
adagio,
allegro gentile..."

Hace algún tiempo, existía en Venezuela un canal de televisión y que se caracterizaba por su programación, mayormente, cultural. Esa emisora tenía una particularidad extraña. Cuando se veía, no se escuchaba; cuando se escuchaba, no se veía; en la mayoría de las veces ni se veía ni se escuchaba y muy, pero muy rara veces se veía y escuchaba. Bueno, eso es directamente proporcional, al interés que siempre ha tenido los gobiernos de turno, con esa vaina rara llamada cultura.
Aunque fue el primer canal, fundado en 1952, TVN-5, el añorado "canal 5 de todos los venezolanos", lo cierto es que, en el primer problema económico venezolano, ese canalcito se desapareció del mapa y, lo más grave aún, todos sus valiosos archivos fueron borrados, eliminados, criminalmente perdiéndose, por ejemplo, los programas de Aquiles Nazoa y su maravilloso mundo de fantasías.
Ya ustedes saben, que el acervo cultural de un pueblo tiene color ideológico, la iglesia sabe de ello y muchísimo, y él cual hay que limpiar. Por el bien de las nuevas generaciones, claro está.
Bueno, una vez, en mi casa, durante una cena, en donde se mezclaba la idiosincrasia típicamente gallega con lo genuinamente venezolano –football y béisbol-, yo, generalmente aburrido en esas eternas tertulias, me dio por encender el flamante televisor a color, en ello, jugando con el mando a distancia –todo un lujo en aquella época-, el canalcito funcionó.
Hubo silencio, mi familia se quedo con los tenedores al vuelo, se congeló el tiempo.
Algo inusitado en mi casa, sobretodo cuando estaba por perder "Los Navegantes de Magallanes" el campeonato interno frente -horror de horrores- a "Los Leones del Caracas".
No sé si es mi fantasía, o realmente sucedió tal y como lo recuerdo. Lo cierto que yo casi me introduzco en la pantalla, me volví todo ojo y oído. Todo ello lo recuerdo como unos de los innumerables –he tenido mucha suerte- momentos mágicos de mi vida.
En la pantalla estaba un señor con lentes oscuros, revelando su cegera, Joaquín Rodrigo -eso lo supe tiempo después- explicando el cómo compuso su concierto de Aranjuez. Allí me enteré que primero imaginó el segundo movimiento, inspirándose en las diferentes monarquías españolas; el primer movimiento pensando de lo que España para un español y el tercer movimiento, casi se creó solo, basándose en las fiestas populares. Luego, de su charla se trasmitió el concierto, una especie de video-clip.
Madrid, Valencia, los Jardines de la Alhambra, los verdes de Galicia, Cordoba, El Prado, el polvo de la Mancha con sus molinos al viento, El Retiro, El Escorial, La Giralda, La Torre del Oro, El Rocío, La Macarena..., el recuerdo de Rosalia de Castro, "La Semana Santa en Sevilla...
"...donde la pena es tan grande que hay que llevarla con alegría, entonces las cruces de mayo son cruces de flores y las vírgenes están engaladas y floridas y todo es un ritmo. Es un ritmo, el movimiento de las flores, el movimiento de los candeleros, el movimiento de los palios, el movimiento de los rosarios que se balancean y suenan. Ese olor misterioso, también móvil, a churro, aguardiente, a incienso, a boñiga..., todo junto, todo mezclado y todo sucesivamente acogido. Todo es misterioso en la semana santa en Sevilla".
Todo eso desfilaban frente a mí y mientras Andrés Segovia desgranaba las notas.
Aluciné.
Al día siguiente fui en busqueda de mi segundo disco de música clásica -académica-que compraba en mi vida, el primero "Carmina Burana", cuál si no otro.
Por aquel tiempo yo soñaba en convertirme en el Nureyev criollo, en el Baryshnikov tropical y me dio por crearle, al Concierto de Aranjuez, mi particularísima coreografía. Mis amigos, disculpen, han sido victimas gratuitas de ello. Desperté de ese sueño, así que la tranquilidad volvió a la vida de mis amigos y, sobretodo, de mi familia. Lo único que me quedó de todo aquello son unas aceptables piernas, algo es algo.
Volvamos una vez más al pasado.
En la biblioteca de la casa de mi abuela materna, cuando yo tendría unos 5 a 6 años y, -ya había pasado lo del "p-a PA, p-a PA, papá" y "yo mimo a mi mamá"-, encontré un libro de tapas amarillas. Entre sus páginas descubrí muchísimas palabras, imposibles de pronunciar para mí, y que no me decían absolutamente nada: Paleolítico, Australopithecus, Neandertal, Osiris, Babilonia, Egipto...
Su autor, Áureo Yépez Castillo.
Ese libro se convirtió en un mundo por descubrir, mientras algunos de mis compañeros le daba por aventurarse por Verne, Salgari o Dumas…
Tiempo después, justamente una nueva edición de ese libro, me sirvió para estudiar “La historia Universal” y así pude entender muchas cosas que luego me llevaron a otras.
Otro salto en el tiempo.
Tendría yo unos 25 años y la vida me da la oportunidad de encontrarme, frente a frente, a mi ídolo de niño, nada más y nada menos que Áureo Yépez Castillo. Dictando desde la cátedra “cátedra” y su dominio del alumnado como nunca más he vuelto a ver.
Nos unió una bonita amistad, muy corta para mi gusto. Él fue mi Sócrates por un tiempo, me enseño su mundo de libros, libros y librotes. Martirizándome a preguntas y más preguntas. “La verdad está en ti, búscala, lo demás pueden mentirte. Así que tu trabajo es buscarle las preguntas a tus respuestas y verás que la vida es un poco más fácil”. Me decía.
Me hablaba de Tomás Aquino, Alexis de Tocqueville, Hobbes mientras llovía sobre Caracas. Ególatra hasta la pared del frente, pero qué genio, en el fondo, no lo es?
Una de esas tardes, en su apartamento-biblioteca de la Av. Panteón de Caracas, frente a él, bailé por última vez mi “Concierto de Aranjuez”.
Allí le vi convertido en un "Zorba el griego", saltando, riendo. “Qué maravilla, qué maravilla, qué maravilla!!!” me decía y yo me sentí el mejor bailarín del mundo. Como saliéndo de una gala del Kirov, como mínimo, y escuchando aún los aplausos.
Siempre recuerdo a mi maestro, uno de los más importantes que he tenido en mi vida “El por qué frena. Déjate fluir”, cada vez que tengo algún inconveniente, escucho su voz decirme “El por qué frena. Déjate fluir, fluir...”
Nunca más le volvía ver, ya ustedes saben, la vida une y desune a la gente a su antojo. Él se fue a joderle la vida a Zeus, y les aseguro que no es una simple metáfora.
Por favor, si la vida les da la oportunidad y encuentran el CD de Paco de Lucía interpretando a “El concierto de Aranjuez” con la Orquesta de Cadaqués en el año 1991, no dejen de oírlo. Verán en la fotografía, junto a El Lucía a un viejito. Ese viejito es Joaquín Rodrigo.
Un maestro, tal y como lo fue, es y será mi maestro Áureo Yépez Castillo.
Para Judit, sin "h", te lo debía.

jueves, septiembre 01, 2005

Algo muy personal, de mí para ti...

Cuando era niño, en la casa de mi abuela, se contaba una historia que se hizo famosa en la familia. Se contaba que uno de los tíos de mamá, cuando estaba exiliado en Chile, escuchó, por casualidad, el “Alma Llanera”. Se decía que lloró todo lo que pudo. Lloraba de nostalgia, por su familia, por su país, por todo lo dejado. Nostalgia del que se marcha, sin saber cuando se va a volver, y del encontrarse con el futuro incierto en un país extraño, ajeno y, por qué no decirlo, hostil.
Al crecer, y llegar a ese absurdo llamado adolescencia, me parecía increíblemente patética aquella anécdota. Me parecía un cuento chino o algo inventado para demostrar que no se era tan de piedra en plenos años 50 o 60 y que el “falta cinco pa’ las doce” no es un vomitivo en potencia. Bueno, el tiempo que es completamente sabio, me ha demostrado que no es tan patética la cosa, que eso pasa. Sólo cuando lo vivimos, empezamos a respetar las experiencias de otros. Así es el ser humano.
Desde hace unos cinco años vivo en otro país y he visto como los emigrantes se aferran a lo que tiene cierto olor a patrio. Es traer y ser tangible sus raíces. Peruanos, que en su patria no han visto, ni por postal, una Llama, se llenan de imágenes de ellas; quenas, Chabucas, Ymac Sumac y pisco. Mexicanos que en su país le parece terrible un mariachi, si escuchan a una Lola Beltrán, sonríen, es cierto, pero con una tristísima y brillante mirada. Los brasileros con su Elis Regina y su samba.
En muchos casos hacen güettos y, lamentablemente para muchos, no se integran al país que, por raro azar del destino, deben transcurrir algún tiempo de sus vidas. Conozco, por ejemplo, españoles y portugueses que llevan siglos en Noruega, Dinamarca y sólo hablan sus respectivos idiomas. Quizás soñando con volver, algunos lamentablemente les pasa lo que “El abuelo” de Alberto Cortez y se quedan sembrados en tierra extraña.
Confieso, también me ha dado por eso. Pero también he de confesar que tengo el sentido del ridículo y no pienso ir por la vida vestido de liquiliqui, en alpargatas y un cuatrito cantando “Pajarillo, pajarillo”.
No sé si es igual o distinto, pero siento nostalgia. No por el país que dejé, si no por el país que se me fue, por el país que ya no está. Aquel se me perdió entre los 70 y los 90. Eso me entristece muchísimo, ya que como las nubes, se me perdió. Ahora entiendo a Silvio y su Unicornio azul, quién lo diría.
Quiero dejar claro que no pienso responsabilizar a nadie de mi muy personal pérdida, tan sólo que para mí es terriblemente real. No pienso opinar sobre lo que pasa o deja de pasar en Venezuela, sería muy fácil para mí estando a 8000 kilómetros de distancia y no vivir el día a día e ir al banco a depositar o cobrar un cheque. Seria un acto pedantísimo de mi parte y, ya a mi edad, no me queda otra cosa que respetarme. Es mi realidad, el país que soñé tener se me esfumó y hay que ser lo suficientemente adulto como para aceptarlo.
Me ha dado por buscar aquellas canciones que significaron algo y que me traigan, aunque sea por momentos, aquellos años. Ahora entiendo a mis tías cuando escuchaban a Felipe Pirela y se volvían locas moviendo las caderas al son de Emilita Dago, Víctor Piñero, La sonora, la Billo’s –la de antes-, Los Melódicos –los de antes- y, alguna vez, con el gringo con cara de pudín (Elvis).
La mirada de Nilda escuchando a Los Panchos, a Elio Roca, a Leonardo Favio, a los Terrícolas o a Los Ángeles Negros o cuando lloró, desconsoladamente, por la muerte de Cherry Navarro en aquel septiembre del 67. Mi tío Antonio cantando desafinadísimo las canciones de Sandro, Leo Dan, Palito Ortega.
Todo eso pasaba a mí alrededor mientras yo descubrí Sopotocientos y la hermosísima América Alonso, mi primer amor. También fue mi primer encontronazo con la música brasilera, “Sergio Mendes y su Brasil 66”, a pesar de estar entradito el 71 y mi hermano desgañitándose en la cuna.
Últimamente me ha dado por recordar aquella mi época, he encontrado algunos programas de Renny Ottolina (Churún-merú, y lamentablemente perdí “El angelito más pequeño”, algún día él se presentará a mi casa, tengo esa esperanza) y cada vez que voy a Venezuela me da por asaltar cuanta disquera que me encuentro, buscando aquella música que para mí es significativa y que me lleva a mi niñez, a mi adolescencia y mis 20 años.
Una amiga me dijo, una vez, que estoy haciendo "La banda sonora de mi vida" y su opinión no está tan alejada de la verdad. En fin, todos tenemos, de alguna forma, nuestra propia y muy personal banda sonora.
Generalmente todos son venezolanos, me he convertido en casi un especialista en Aldemaro Romero y su Onda nueva, me lleno de sus canciones y todas las versiones que puedo conseguir –si alguno de ustedes, que me honra con leerme, tiene la versión de “El catire” por Maria Teresa Chacín, como también la de “Soy un soñador” de Carlos Moreán, la que tengo de Ilan Chester no me gusta, y si fuera posible ponernos en contacto o/y enviármela, me haría terriblemente feliz-, tengo las SUITES de Producciones León y voy directamente a la ruina si sigo con éste hobby.
La Emperatriz China, el pasado febrero, encontró y me regaló dos CDs, uno de Los Cuñaos y otro de (susto!!!) Mayra Martín -con su Elevación incluida-.
Morí!!!
Por eso y muchísimas otras cosas, cómo no amar a mi Emperatriz?
He bajado -antes de encontrar un virus terrible "SOLO-MATA-DISCO-DURO" y jurarme no volver a bajar nada 100% no confiable- a Frank Quintero y su “Canción para ti”, a Balbino y su “Trópico de Cáncer”.
Lo extraño, es que no es porque estoy fuera de mi país lo estoy haciendo, aún viviendo en Venezuela me dio por la paleontología musical. Debe ser que me estoy volviendo viejo o la fulanita crisis de los cuarenta me llego, mucho antes de lo humanamente previsto. Debe ser que soy un viejito prematuro.
Pero con todo y eso, tengo un sueño. Allá por los 70 hubo una campaña publicitaria de la CONAHOTU y su slogan era aquella pegadísima canción “Venezuela es un país, un país para querer…” He movido cielo y tierra para encontrarla, ha sido en vano, pero sé que los sueños pueden hacerse realidad.
Verdad?